Leolo. Jean-Claude Luzon.Crítica







Ficha técnica, sinopsis, crítica. Pinchad aquí. (Pinchad aquí)



Vale la pena volver la vista atrás y prestar atención al subdesarrollo y la miseria endémica en el corazón de los países desarrollados, algo que ya preocupaba a las  Hermanas Brönte, que marcaron mi adolescencia cuando leí sus escasas e impactantes novelas, y que ahora están siendo objeto de reflexión en Occidente, cuando directores como Denys Arcand advierten del riesgo que conlleva el que, en países del continente africano los que forman parte de las minorías en  Québec, a los que se designa como integrantes de las  invasiones bárbaras que producen las corrientes migratorias hacia Europa y Norteamérica, alcancen la hegemonía dentro de su territorio donde son mayoría (todo es cuestión no de moral, sino de número), mientras cada vez se aleja más la posibilidad de que los pobres del primer mundo salgan de su miseria. Denys Arcand y Jean-Claude Luzon, ambos quebequenses, inciden en este discurso deprimido y distópico acerca del futuro de su país; frente a ellos, Ryan Coogler, afroamericano, ubica a su protagonista, un superhéroe afroamericano, rey en su tierra natal,  Wakanda, rodeado de excluidos sociales en Norteamérica. Un argumento que debiera preocupar en el mundo desarrollado.

Sinopsis:



Un niño llamado Léo Lauzon (Maxime Collin), imaginario y desbordante, que vive con su peculiar familia, atrapado en una realidad demoledora en un miserable barrio de Montreal, trata de huir de ese odioso entorno, creando una fantasía alternativa basada en el plácido mundo de los sueños y las palabras. Así, imagina que es hijo de un tomate italiano fecundado, sobre el que un hombre había eyaculado mirando a las potentes mujeres italianas que trabajaban en el campo, entre las que estaba la madre del protagonista. Orgulloso de su pasado italiano se hace llamar Léolo Lozzone; cree que Italia es demasiado bonita para que sea solo de los italianos. Miembro de una familia proclive a la locura, Léo (Léolo) es el único que se salva de ella, gracias a sus ensoñaciones: "porque sueño, yo no lo estoy", repite. Su vecina siciliana Bianca, mayor que él, de la que está enamorado, o el Domador de Palabras, que recopila versos y frases para salvarlas de la basura, fuente de inspiración de su escritura, marcarán su paso a la adolescencia.

Crítica:


Léolo, cuyo apellido coincide con el del director, muerto trágicamente en un accidente de avión cinco  años depués, es un poema escatológico, crudo y provocador, que no permite la evasión del espectador. Jean-Claude Lauzon crea una diégesis de la pobreza de los países desarrollados, absolutamente distópica, degradante, cruel, en la que no es fácil sobrevivir sin caer en la locura. La mente de Léolo viaja a Italia, un país mediterráneo, a un medio rural en el que la miseria, lo único que él conoce, se hace más llevadera con el contacto con la naturaleza, y no corre el riesgo de que le rompan la nariz por el monopolio de la recogida de la basura.

El único libro que hay en casa, que se utiliza para fijar la mesa, y su relación con el Domador de palabras, serán su vía de escape, de una familia que se siente safistecha si todos sus miembros han realizado su deposición diaria; los niños juegan con animales vivos, y el desperatar del sexo se basa en el voyeurismo. Sólo el más fuerte puede sobrevivir en este mundo miserable que Jean-Claude Lauzon conoce bien, mientras una voz en off nos ayuda a transitar por él.

Hay algo indiscutible en este film: es difícil de olvidar.

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