Yo, Daniel Blak. Ken Loach. Crítica






NO SOY UN CLIENTE, NI UN CONSUMIDOR, NI UN USUARIO DEL SERVICIO. nO SOY UN GANDUL, UN MENDIGO, NI UN LADRÓN. NO SOY UN NÚMERO DE LA SEGURIDAD SOCIAL NI UN EXPEDIENTE IRREGULAR...NO ACEPTO NI BUSCO CARIDAD. ME LLAMO DANIEL BLAKE. SOY UNA PERSONA, NO UN PERRO...SOY UN CIUDADANO, NADA MÁS Y NADA MENOS.



Ficha técnica, sinopsis y premios. (Pinchad aquí).


Crítica.


En esta ocasión Ken Loach no sólo hace una denuncia de la escasez de eso que algunos siguen llamando un empleo, aunque hace mucho tiempo que los 'trabajos' que se ofertan lanzan a los parados o discapacitados a causa de alguna enfermedad, como Daniel Black a la miseria, sino que se burla abiertamente de unos burócratas, que ya no son ni siquiera funcionarios británicos, sino personal de compañías privadas norteamericanas, que se permiten dar consejos inútiles e inscribir en cursos forzados a quienes la precariedad ha convertido en mendicantes de comida en servicios sociales que deciden las dietas de las familias que se desmayan de vergüenza y de hambre. Con expresiones formales se dirigen a las víctimas de la sociedad con la misma expresión que usaba el funcionario de 'La vida de Brian': ¿Crucifixión?

La cuestión no radica en dilucidar si los retratos que hace el cineasta activista e implicado políticamente son maniqueos, como sugiere Nando Salvá,  si nos producen una inquietud que nos destroza, o si responden a situaciones que se dan en la realidad y si los ciudadanos estamos siempre a la altura de las circunstancias. Si partimos de que Loach es honesto y describe lo que ve, habría que plantearse que quizá el terror invada a aquellos que, disfrutando todavía de cierta comodidad, estén paralizados por el miedo de caer en esta situación a medida que avance la revolución tecnológica. Daniel Blake ha sufrido un infarto, ha tenido que dejar un trabajo en el que ha consumido todavía, pero le quedan grandes dosis de humanidad para ayudar a quien está todavía peor que él: katie y sus hijas, que sufren acosos escolar a causa de su pobreza. Cuando todo falla queda la solidaridad entre solidarios.

Una mujer joven, con un cuerpo joven es solicitada para un tipo de trabajo que no es muy difícil imaginar, mientras los burócratas hablan a hombres enfermos de trabajos que no existen y que, en caso de hacerlo tampoco podrían aceptar. Una situación humillante que busca castigar a los que han tenido mala suerte y sacarlos de las estadísticas, matándolos conceptualmente. Ken Loach hace cine social, y se siente obligado a defender a gente honrada que vive en la calle, condenada al silencio. Pero Daniel Blake tiene una solución que ya habían utilizado otros cineastas, entre ellos Hitchcock en 'La soga': hacer público la injusticia que se ha cometido con él de forma heterodoxa. No obstante, conociendo un poco a  Loach, sabemos que no está por finales felices que él considera irreales.

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