Muñeco diabólico. Crítica





LA NOSTALGIA DE LOS 80 Y LOS 90



Cartel, ficha técnica, sinopsis, lo que se dice (Pinchad aquí)




Crítica:

Los argumentos que dan los críticos de un lado y otro del Atlántico  no sólo son compatibles, sino perfectamente asumibles por el que lee, con la condición de introducir ciertos matices que hagan comprensibles los argumentos. Chucky, ahora un muñeco llamado Buddi, se ha hecho adolescente, ha crecido, es cínico y de apariencia amable y se erige en protector de su 'dueño', lo que explica que a la mayoría le dé menos miedo que su predecesor, pequeño, ceñudo y de apariencia malsana y preñada de malas intenciones; su nueva imagen añade un pátina de estupidez a su pretendida incapacidad de provocar miedo, algo bastante complicado cuando se echa mano del gore, que si da algo no es precisamente miedo. Mas donde unos solo sienten aburrimiento ante una estructura repetitiva, otros califican el film de astuto y exquisito, de auténtico entretenimiento de mal gusto,  que merece ser inmortalizado por sus constantes provocaciones a Toy Story, ( Paul Whitington, Irish Independent). 

Pero aquello que define el film adquiere su impronta de un antecedente incuestionable, que reproduce in aeternum el sustrato ideológico e idiosincrático que preside el film del llamado 'Rey Midas' del cine, Steven Spielberg, en una película que prácticamente inicia un subgénero, que, consolidando como protagonista a un pre-adolescente que forma parte de una familia monoparental de carácter matriarcal, introduce un elemento extraño en el grupo, ET  el extraterrestre, sustituido por un muñeco al que se han incorporado las últimas innovaciones tecnológicas orientadas a la ayuda de individuos que la necesiten por cualquier circunstancia, ya sean personas mayores o niños que no disfrutan de las condiciones que contribuyen a una infancia feliz. Andy (Gabriel Baterman) vive solo con una madre que trabaja en unos grandes almacenes lo que lo obliga a estar generalmente sin compañía; a esta triste situación añade sus problemas de audición que suponen una dificultad añadida para establecer relación con otros chicos del bloque.

Partiendo de una línea argumental que tuvo mucho éxito en el film de Spielberg, trasladada de un suburbio a una zona urbana, y de la clase media a la clase trabajadora, esas personas anónimas que, como las que disfrutan de mayores comodidades, si les sangran también lloran, parafraseando al mercader de Venecia, -Andy se cubre la cabeza con una capucha de su sudadera, que evoca a Elliott- la película incorpora los nuevos avances tecnológicos de una gran empresa multinacional ubicada en Vietnam, que fabrica sus productos mediante la explotación de 'esclavos' locales, que se tomarán su justa venganza mediante unos sabotajes que acabarán haciendo daño a aquellos que forman parte del tercer mundo en el corazón del mundo desarrollado. Este es el contexto en el que se desarrolla y se expande el horror, que se presenta con la cara amable del 'cuidador', del nuevo 'sirviente', que, como el protagonista de Joseph Losey (The Servant, 1963), aprovecha las debilidades del pequeño Andy para sojuzgarlo. 

A pesar de las apariencias, el tema no parece agotado con el cierre de la diégesis cinematográfica, dejando fuera de campo un aspecto de gran importancia y que no queda muy claro: ¿ de qué forma se corrompe la producción en cadena y se extiende un conflicto que nace imparable? ¿Habrá segunda parte? El público parece quedar satisfecho,  a pesar de la ubicación del nuevo muñeco en un contexto y con una edad diferente a la de Chucky, que consume una gran parte del metraje, no demasiado largo, dejando las imágenes más gore y desagradables para una set piece final.

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