La gran comilona. Marco Ferrari. Crítica









LA DÉCADA DE LOS 70 EN EUROPA: LA REPRESENTACIÓN DE LOS EXCESOS 


Ficha técnica: 


Título original: La grande bouffe. 
País: Francia. Co-Producción Francia/Italia. 
Año: 1973. 
Duración: 125 minutos. 

Dirección: Marco Ferreri. 
Guión: Rafael Azcona. 
Dirección de Fotografía: Mario Vulpiani, I.A.E. 
Música: Philippe Sarde; solo de piano Michel Piccoli.  
Montaje: Claudine Merlin, Gina Pignier. 
Puesta en escena: Enrique Bergier. 
Decorados: Michel de Broin. 

Vestuario: Gitt Magrini. 
Maquillaje: Jacky Boubant, Alfonso Gola. 

Compañías productoras:  Mara-Films, Les Films 66, Capitolana Films. 

Intérpretes: 


Michel Piccoli: Michel, 
Ugo Tognazzi:Ugo, 
Philippe Noiret:Philippe, 
Marcello Mastroianni: Marcello,
Andréa Ferreol: Andrea. 


Premios: 1973: 


Premio Fripesci, ex aequo, del Festival de Cannes. 


Sinopsis: 


Polémica película que narra como cuatro personas se reúnen en una casa para suicidarse en una orgía de comida y sexo. Cuatro amigos unidos por el hedonismo y el tedio más absoluto se reúnen en una mansión con la idea de suicidarse comiendo sin tregua. Pronto añaden a la gula otro pecado capital: la lujuria, y así empiezan a llegar las prostitutas. El sexo obsceno se entremezcla con los cerdos, los quesos, los jamones y el caviar... y cuando todos están cebados, comienzan las deserciones.

Comentario: 


Filmada en los alrededores de París, en la casa donde vivió el Poeta Boileau y protagonizada por los mejores actores europeos del momento, que conservan su nombre propio en la ficción, Michel, Ugo, Marcelo, Philippe y Andréa. es una película apta un momento de depresión y desorientación intelectual tras el mayo francés de 1968. A diferencia de Feed de Brett Leonard (2005) que representa el actual estado de degradación del 'intelectual orgánico colectivo' (Josep Ramoneda) de las masas populares, cuyo resultado es un producto mucho menos sofisticado, el film de Marco Ferreri nos muestra a la élite del viejo mundo de la segunda mitad del siglo XX haciendo las mismas cosas que ahora: practicar el sexo promiscuo y sadomasoquista con prostitutas de lujo y suicidarse comiendo hasta reventar. Las mismas actitudes primarias y la misma reacción ante la pérdida de valores que auguraban la caída del muro de Berlín y el fin de la Historia que preconizaba Fukuyama. 

La crisis actual ha demostrado la ceguera de estos planteamientos que se basaban en un crecimiento sostenible y un estado del bienestar y que vertieron la especie de que se podía prescindir de los intelectuales como vanguardia social. Film difícil de olvidar porque realiza la función de un antídoto de la ingestión de cualquier tipo de guiso durante mucho tiempo. Ver a sus protagonistas con los vientres hinchados, sin poder moverse, en el suelo, vomitando y agonizando a causa de los infartos provocados por el empacho es muy duro, a la par que vulgar. Hay quien afirma que es una metáfora del consumo exacerbado que acaba con la muerte del consumista compulsivo , algo que quizás ha aprendido de manera trágica la sociedad. Filmada de forma austera, en un modo de representación convencional, con ritmo tranquilo, sin música ni bandas sonoras estridentes, muy al gusto del público progresista de la época.

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