Mamma mía: Una y otra vez. Ol Parker. Crítica.





MAMMA MÍA, UNA Y OTRA VEZ SIN DESCANSO


Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice (Pinchad aquí)


Sorprende que aquellos que pronuncian con tanta frecuencia la palabra ¡anatema! cuando un film huele, aunque sea tangencialmente, a blockbuster, y aunque el que dirige Ol Parker suena a mainstream de lejos, con un amontonamiento de viejas y nuevas estrellas, empotrando con mucha dificultad a una septuagenaria Cher como madre de Donna, interpretada por Meryl Streep, tan solo tres años mayor que ella, ausente del film a causa de una muerte ignota que culmina con una aparición laudatoria final que algunos asocian con una reflexión sobre la soledad y la muerte, la película ha sido asombrosamente bien recibida. Una desaparición de la verdadera protagonista, la 'Rebeca' del relato, del encuadre, necesaria para justificar de manera imperfecta que, con frecuencia, los hijos repiten los pecados de los padres, un hecho que en este caso no se produce, ya que las nuevas generaciones se muestran como menos libertarias con sus antecesoras (lo más arriesgado que hace Sophie, Amanda Seyfried, es decidir aplazar su boda para afrontar con plena conciencia su futuro, y no tener tres amantes casi al mismo tiempo sin saber a quien debe atribuir el hijo que espera).

Muerta la protagonista, Ol Parker monta una nueva trama con dos historias paralelas, la de Donna, una joven hippie que forma parte de un grupo musical kitsch, que se inspira en el sueco de música pop,  ABBA, triunfador de Eurovisión, cuyas canciones se van desgranando en las dos entregas con más o menos éxito, y la de su hija Sophie que ya nace con un pan bajo el brazo: un hotel en Grecia, un amante, progenitor de su hijo, y tres padres, así como la participación de todos los habitantes de la pequeña isla en la fiesta perpetua que organizan las promotoras del hotel, que acaba en boda o bautizo en una pequeña ermita situada en lo alto de un empinado risco. No importa por qué Donna llega al lugar, ni de quién es la casa en ruinas que hereda, y exagera la sinopsis cuando afirma que su retoña deberá asumir riesgos similares a los que hizo  frente su madre hippie, rodeada de tres petimetres imberbes que aparentaban, a causa de su patente inmadurez, menos edad de la que tenían, lo que no les impide disfrutar del bienestar de un viejo que ha acumulado un patrimonio a lo largo de su vid, incluido de un yate de lujo. Lo más duro que le ocurre a Sophie en el tiempo de la película es tener que enfrentarse a una tormenta que arruina el decorado exterior de la fiesta que organiza para poner en marcha su establecimiento, que resuelve sin dificultades (ellos pueden) el padre tricéfalo.

Parece que ABBA tiene más fans de los que parece.


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