Una íntima convicción.Antoine Raimbault. Crítica.



¿DÓNDE ESTÁ EL CRÍTICO?



Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice (Pinchad aquí)


Crítica:



La prensa ha recibido con demasiada complacencia la opera prima de Antoine Raimbault que deja frío a un público, si no cinéfilo, si acostumbrado a acudir cada semana a una sala de proyecciones y no sabe cómo reaccionar ante la cuestión que se le plantea, especialmente por cómo se le plantea: frente al principio que rige la justicia americana, que, curiosamente se inscribe mejor en el espíritu clásico del derecho romano de la 'duda razonable', que se resuelve con la adopción del criterio de 'in dubio pro reo' (en caso de duda, siempre a favor del reo), en el país en el que se gestó la revolución burguesa, basada en el triunfo de la razón que lograron introducir en el imaginario colectivo los ilustrados, parece que prevalece el de la 'intima convicción', que impone una sociedad mediatizada en la que los poderes que emanan de las grandes empresas de comunicación imponen una veredicto, tras una intensa campaña de presión que genera alarma social, que se va extendiendo en el territorio de la joven y recién  creada Unión Europea. Con el objetivo de dotar de cierta poesía a su criatura, si bien ruda y tosca, nuestro cineasta desconocido crea un personaje ficticio, Nora, interpretada por Marina Foïx, que vehicula y nuclea la historia en torno a un relato que intenta establecer una conexión con dos películas de Hitch (Alfred Hitchcock), Falso culpable y Crimen perfecto, que crea un ruido ensordecedor que se interpone entre el espectador y una trama que protagoniza una mujer real, desaparecida y jamás encontrada, la esposa de Jacques Viguier, acusado de haberla asesinado sin ninguna prueba, y absuelto dos veces, la segunda, la definitiva, como respuesta a una apelación del fiscal, que concluye con un discurso aleccionador del público, pronunciado por el abogado de la defensa, más moralista que con el valor dramático que parecía exigir la forma elegida para contar esta narración con pretendido valor de testimonio, de carácter documentalista, sobre el funcionamiento de la justicia francesa.

No parece que el cineasta novel haya acertado ni en el desarrollo de la historia ficticia que, a diferencia del relato de Hitchcock, se distancia de la construcción del suspense en un espacio limitado, ni en la forma de contar que sigue paso a paso el guión de 'Crimen Perfecto', basado en la comedia de Frederick Knott, suprimida toda tensión en una trama que se construye apoyada en dos pilares, una voz en off y un ordenador del que emanan alguna imagen y las voces de protagonistas y testigos de lo poco que se conoce del momento de la desaparición de la mujer, voces ilustradas, en demasiadas ocasiones con imágenes de la vida cotidiana de una mujer que trabaja en la cocina de un restaurante, como ama de casa en el supermercado o cuidando de un hijo pre-adolescente. Un barullo de imágenes que, con independencia de la oportunidad o no de los cortes que introduce, tienen el mismo efecto que el proverbio español que afirma que 'los árboles no dejan ver el bosque'. Hitchcock desnuda de todo elemento accesorio su historia, y los indicios que van a ayudar a resolver el conflicto, la llave, las tijeras o el bolsito de la protagonista se filman, incluso, en 3D. Aquí los elementos varían un poco, a causa del avance de la tecnología, y en ese marmagnum de imágenes inconexas e historias derivadas, apenas nos percatamos de que también hay un bolso, aunque no una llave, sino una agenda, sin cumplir la función del detalle que queda por dilucidar, alojado en la mente del espectador durante el tiempo de la narración, ni el de una interrupción, seguida de una dilatación de la acción, muy frecuente en el cine de suspense; si bien no es este el aspecto que se valora en la película. En el film de Raimbault, cuando la acción ha concluido el espectador no sabe cómo interpretar estos indicios, que incluso desprecian en la pantalla los que tienen que enjuiciar el caso. Si lo que pretendía el cineasta era advertir del riesgo de la manipulación de la opinión pública, lo consigue a medias, ya que es un tema manido y tratado, con frecuencia, con mejor fortuna. Te queda la duda de si, en la actualidad, en la era del twitter  y de las Fake News, alguien duda del peso de las 'intimas convicciones' en el país del 'in dubio pro reo', cuando los líderes de los partidos e incluso el presidente de los Estados Unidos recurren a estos nuevos medios  para influir en la población.

El film no se sirve de las nuevas tecnologías , sino que se mantiene en el terreno de la narración audiovisual más convencional,y se sirve de recursos más literarios que cinematográficos, aunque tampoco consigue llegar con claridad al público tras expresar abiertamente y verbalizar su intención de apoyarse en el autor de 'Crimen perfecto', que sí se sirvió de los modestos avances de la época, un 3D que marcaba los indicios más importantes de la trama criminal. ¿Estaba el maestro haciendo spoiler de su película y convirtiéndola en un primitivo blockbuster. o simplemente experimentando con los nuevos medios que le ofrecía la ciencia y la tecnología para construir su lenguaje audiovisual? Hemos de recordar que hasta que Truffaut se ocupó del maestro del terror norteamericano (más tarde participó en un film de Steven Spielberg, 'Encuentros en la tercera fase'), para sus compatriotas era simplemente 'Hitch', al que se dirigían con condescendencia; hoy se alaba al debutante Antoine Raimbault, muy clásico en las formas, si bien el crítico parece que valora la vuelta a ese cinéma vérité, documentalista, que defendió la Nouvelle Vague, y que permite al espectador entrar en una sala de juicios y ser testigo directo del funcionamiento de la sacralizada justicia que, al parecer, no es tan ciega como se la representa.


Por todo ello es legítimo preguntarse dónde está el crítico y qué defiende.

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