Llenos de vida. Agnès Jaoui. Ficha técnica y crítica
COMEDIA MORAL,CÍNICA Y AMARGA, DE UNA HERMOSA PREISIÓN. Femme Actuelle
Ficha técnica:
Título original: Place Publique
País: Francia
Año: 2018
Año: 98 minutos
Género: Comedia
Dirección: Agnès Jaoui
Puesta en escena y diálogos: Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri
Escrito: Josiane Morand
Dirección de Fotografía: Yves Angelo
Música original: Fernando Fiszbein
Montaje: Annette Dutertre
Decorados: Denis Hager
Sonido: Ivan Dumas, Raphaël Sohier, Cyril Holtz
Diseño de Vestuario: Charlotte David
Maquillaje: Mathilde Josset
Peluquería: Boris García
Productores: Saïd Ben Säid y Michel Merkt
Productor asociado: Kevin Chneiweiss
Dirección de producción: Cyrille Bragnier
Compañías productoras: Le Pacte, SVS; co-producción SBS Films-France 2 Cinéma, con la participación de Altice, Le Pacte, France Télévisions, asociado con CINECAP y CINEVENTURE 3
Intérpretes:
Kévin Azaïs: Manu,
Jean-Pierre Bacri: Castro,
Olivier Broche: Titi,
Léa Drucker: Nathañie,
Agnès Jaoui: Hélène,
Yvick Letexier: Biggistar,
Nina Meurisse: Nina,
Miglen Mirtchev; Pavel,
Helena Noguerra: Vanessa,
Frédéric Pierrot: Jean-Paul,
Sarah Suco: Samantha,
Éric Viellard: Vincent,
Sam Karmann: Mickey Bonello,
Evelyne Buyle: Madame Chaulieu.
Sinopsis:
Hace un día espléndido en los campos cercanos de París. Hélène (Agnès Jaoui) asiste a la fiesta de inauguración de la nueva casa de su hermana Nathalie- Pero en dicha fiesta también está su exmarido, Castro (Jean-Pierre Bacri), un presentador de televisión en horas bajas. A diferencia de Hélène, que se ha mantenido fiel a sus ideales de juventud, Castro ha evolucionado ha evolucionado hacia el cinismo y el pesimismo. Con la llegada a la fiesta de la hija de ambos, Nina, la tensión acumulada empieza a ceder: corre el champán,vuelan los reproches, y mientras tanto, la fiesta sigue por todo lo alto...
En llenos de vida, la actriz y directora francesa Angnès Jaoui (50 primaveras) presenta su última dirección de la sociedad francesa contemporánea. Irónica y descarada, est sólida comedia que reúne a Jaoui y Bacri como protagonistas, explora no solo los caprichos y la idiosincrasia dela jet-set, y también cómo a la vez el cinismo puede ser hipócrita y salvador.
Lo que se dice:
La película parece haber interesado más a una crítica estirada, complaciente consigo misma, que a un público al que la vuelta a la dirección de Agnès Jaoui parece haberle dejado bastante frío, como indica la participación en la página española Filmaffinity, 352, que la valoran con un aprobado raspado: 5,4. La página norteamericana eleva un poco esta nota media, 5,9, basada en una participación también modesta, 683 usuarios. El Tomatometro de la página Rotten Tomatoes refleja un índice de aceptación del 40%, basado en tan solo 8 usuarios.
Los argumentos que dan los creadores de opinión son que el film es el trabajo más arriesgado de Agnès Jaoui que sabe captar la naturaleza agresiva de las frases casuales que favorecen la interacción social en ciertas fiestas (Jordi Costa. Diario 'El País'); Jaoui y Bacri triunfan en un relato descentrado que evoca a Altman, o incluso a Renoir (Antonio Weinrichter, diario 'ABC'); hay una ligereza casi chejoviana en el tono (Sergi Sánchez, Diario 'La Razón'); Bacri y Jaoui hablan de sí mismos (Quim Casas, Diario 'El Periódico')...
Si una película se acerca al paradigma que propone Pedro Vallín sobre el carácter burgués del cine europeo, y especialmente el francés, y la empatía y espíritu vicario de los críticos, es este film dirigido por Agnès Jaoui (Como una imagen, 2004; Háblame de lluvia, 2008; Un cuento francés, 2013), que, para reforzar su posición recurren nada más y nada menos a Robert Altman, Renoir o Anton Chejov, lo que supone un plus de respeto y veneración, impuesto por creadores de opinión que se toman demasiado en serio a sí mismos.
No cabe duda de que los franceses, más habituados a vivir en democracia que los españoles, muestran con naturalidad a estos personajes que triunfan en la televisión en unos espacios que los norteamericanos denominan talk-shows,que se emiten generalmente a medianoche, unos programas que buscan la mayor cuota de pantalla, potenciada por grandes audiencias. Como consecuencia es muy difícil empotrar en estos espectáculos temas dramáticos como la situación de la mujer afgana, algo que pretende la protagonista, interpretada por la propia Agnès Jaoui, entre copas, flirteos y chismes, con su hija, su ex-marido, su hermana, su actual pareja y sus antiguos amores, todo ello envuelto en una vestimenta casual, zapatillas deportivas de suela blanca, muy a la moda, jeans-and-chackets, complementados con chaquetas y camisetas negras ellos, y largas levitas desenfadadas ellas, que muestran un conjunto casual, desenfadado, de gente acostumbrada a la vida social y que convive a la perfección con raperos a los que controla, porque dependen de ellos para triunfar y sobrevivir.
Las nuevas tecnología entran en el medio a través del móvil con el que camareras epatadas se hacen selfies con algunos invitados, mientras a su alrededor se producen escenas de celos, coqueteo con las fuerzas vivas del lugar, representadas por la señora alcaldesa, y conflictos con vecinos campesinos que no aceptan el desmadre capitolino junto a la puerta de sus casas. Todo lo que ocurre es liviano, superficial y carente de interés, y nadie se puede dejar influenciar por la manida denuncia de que en ciertos sectores lo que vende es la juventud y...los escándalos. Es cierto que en nuestro país estos sectores despiertan poco interés entre los cineastas, aunque para ser Robert Altman hay que saber mostrar cómo cada uno de estos personajes pisa una mierda.
Los argumentos que dan los creadores de opinión son que el film es el trabajo más arriesgado de Agnès Jaoui que sabe captar la naturaleza agresiva de las frases casuales que favorecen la interacción social en ciertas fiestas (Jordi Costa. Diario 'El País'); Jaoui y Bacri triunfan en un relato descentrado que evoca a Altman, o incluso a Renoir (Antonio Weinrichter, diario 'ABC'); hay una ligereza casi chejoviana en el tono (Sergi Sánchez, Diario 'La Razón'); Bacri y Jaoui hablan de sí mismos (Quim Casas, Diario 'El Periódico')...
Crítica:
Si una película se acerca al paradigma que propone Pedro Vallín sobre el carácter burgués del cine europeo, y especialmente el francés, y la empatía y espíritu vicario de los críticos, es este film dirigido por Agnès Jaoui (Como una imagen, 2004; Háblame de lluvia, 2008; Un cuento francés, 2013), que, para reforzar su posición recurren nada más y nada menos a Robert Altman, Renoir o Anton Chejov, lo que supone un plus de respeto y veneración, impuesto por creadores de opinión que se toman demasiado en serio a sí mismos.
No cabe duda de que los franceses, más habituados a vivir en democracia que los españoles, muestran con naturalidad a estos personajes que triunfan en la televisión en unos espacios que los norteamericanos denominan talk-shows,que se emiten generalmente a medianoche, unos programas que buscan la mayor cuota de pantalla, potenciada por grandes audiencias. Como consecuencia es muy difícil empotrar en estos espectáculos temas dramáticos como la situación de la mujer afgana, algo que pretende la protagonista, interpretada por la propia Agnès Jaoui, entre copas, flirteos y chismes, con su hija, su ex-marido, su hermana, su actual pareja y sus antiguos amores, todo ello envuelto en una vestimenta casual, zapatillas deportivas de suela blanca, muy a la moda, jeans-and-chackets, complementados con chaquetas y camisetas negras ellos, y largas levitas desenfadadas ellas, que muestran un conjunto casual, desenfadado, de gente acostumbrada a la vida social y que convive a la perfección con raperos a los que controla, porque dependen de ellos para triunfar y sobrevivir.
Las nuevas tecnología entran en el medio a través del móvil con el que camareras epatadas se hacen selfies con algunos invitados, mientras a su alrededor se producen escenas de celos, coqueteo con las fuerzas vivas del lugar, representadas por la señora alcaldesa, y conflictos con vecinos campesinos que no aceptan el desmadre capitolino junto a la puerta de sus casas. Todo lo que ocurre es liviano, superficial y carente de interés, y nadie se puede dejar influenciar por la manida denuncia de que en ciertos sectores lo que vende es la juventud y...los escándalos. Es cierto que en nuestro país estos sectores despiertan poco interés entre los cineastas, aunque para ser Robert Altman hay que saber mostrar cómo cada uno de estos personajes pisa una mierda.
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