El primer amor de un millonario. Kim Tae-gyun. Crítica

 



Ficha técnica, intérpretes, sinopsis, lo que se dice (Pinchad aquí).



Crítica:


La tercera película protagonizada por Hyun Bin, 'El primer amor de un millonario' en castellano, precedida por la serie 'Mi adorable Sam Soon', dirigida por Kim Tae-gyun, un cineasta con un largo recorrido, incide en unos postulados que caracterizan la forma y el fondo del cine coreano y que vemos en muchas de sus obras más recientes, que, como ya hemos dicho otras veces, nos ofrecen una nueva perspectiva del lugar que ocupan las mujeres y los hombres en la nueva sociedad que estamos creando y en la propia Corea del Sur, surgida tras una cruenta guerra que dividió el país en dos estados aparentemente irreconciliables, con sistemas económicos y políticos e ideologías diferentes. Este film, que se puede ver en Youtube, como otros dorodramas coreanos invierten los roles masculino y femenino: él es, generalmente el sex-symbol, el ídolo que adoran millones de fans, el guapo reconocido por todos a un lado y otro de la pantalla, que presume además de ser todo un hombre de familia, que aquí traduciríamos como 'amo de casa', mientras que la mujer, que ha abandonado su papel de objeto del deseo, lucha, como él, por abrirse camino y lograr su independencia económica. Eso no quiere decir que un pueblo pragmático, que con frecuencia se declara agnóstico, que milita en el sincretismo cultural, ae aumerja en el mal amor, como llaman las feministas académicas al amor romántico, pero representan como pocos la emoción que los amantes pueden llegar a sentir, conscientes de que no va a durar toda la vida, una convicción basada en la creencia de la imposibilidad bergmaniana trascendida a cualquier tiempo y lugar de la pareja.

Para fomentar en su público la desazón, una ansiedad que apenas se puede aguantar, huyen de la explicitud del sexo, incluso escatiman hasta el infinito un contacto tan casto como un beso, y menos aún de carácter apasionado. El resultado no es menos impactante que hacer lo contrario y poner la cámara encima de los genitales de los amantes. Muchos espectadores se quedan defraudados, porque todos sienten la necesidad de creer en ese sentimiento tan denostado en ciertos medios pero que, con frecuencia en esos mismos ámbitos, cuando se impone un amor tóxico, que como afirma Fay Weldon no es una cuestión de hombres y mujeres, sino de poder, y lo tiene quien toma las riendas de la relación en los primeros momentos, una realidad que ha hecho correr ríos de tinta en la literatura de todos los tiempos, y que ha emocionado a lectores entregados congregados en torno a obras tan emblemáticas como Anna Karénina de Leon Tolsto, el hombre y lamujer más controlados pueden perder la razón. Jae-kiung es un joven desnortado, del que se nos muestran en la primera secuencia unas imágenes de pandillas de pijos de Seul, dignas de 'La Ley de la calle', al que la muerte de su abuelo lo convierte en un rico heredero, pero ha de cumplir unos requisitos antes de hacerse dueño de su fortuna. Debe obtener un título en un instituto en el que  tiene que  aprender cómo funciona la sucesión ecológica natural de los taxones que integran unos ecosistemas por otros, algo de lo que muchos occidentales no hemos oído ni hablar. Pero el abuelo no pretende formar a un ecologista, sino comprobar si tiene la suficiente capacidad humana, pero también intelectual, de saber que hay cosas en la vida que tienen un valor de cambio mayor para nuestro tránsito por este mundo que el dinero. Los albaceas designados por el ascendiente deben comprobar si es capaz de perder todo lo heredado por algo que valga la pena preservar. No podemos mirar hacia otra parte e ignorar que en el cine coreanos se están transmitiendo valores revolucionarios, que alteran nuestro modo indiferente y egoista de ser y estar vivos, y mover a los individuos de su lugar de confort.

Pero también, como ocurre en muchas películas y series procedentes del Corea del Sur (se aconseja ver Crash Landing on You para observar cómo contemplan ellos Corea del Norte), sus protagonistas que defienden a ultranza valores como la vida frente a cualquier otro, suelen tener un pasado oscuro, trágico, y viven muy mal, por razones que se me escapan la orfandad, que esconden tras una apariencia de energía, fortaleza, en determinados momentos también de dureza, que alternan con la paciencia, la sonrisa o la capacidad de enamorarse. Y algo están haciendo bien porque sus fans,  a pesar de ser muy jóvenes en algunos casos, soportan largometrajes y extensas series en versión original. Muchas de estas películas, descatalogadas en grandes plataformas de venta on line llegan a diferentes países occidentales importadas de Corea. La decisión de la Academia de Cine Norteamericana en la última cita de los Oscars lo vio claro con Bong Joon-ho, y Netflix está aportando por el cine coreano. Esta la podéis ver en Youtube.

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