Rampant. Kim Sung-hoon. Ficha técnica y crítica.






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y/o las compañías productoras y distriuidoras


¡MALDITA SEA, SON TANTOS (Y TAN TONTOS AÑADIRÍAN OTROS)!

Ficha técnica: 

Título original: Chang-gwol 
País: Corea del Sur 
Año: 2018 
Duración: 129 minutos
Género: Terror
Plataforma: Prime Video

Género: Kim Sung-hoon
Guión: Hwang Jo-jun, Won Shin-yeon
Dirección de fotografía: Lee Sung-je
Música: Park In-young
Edición: Kim Sang-beom
Dirección artística: Chae Kyun-sun

Diseño de vestuario: Jo Sang Gyeong
Coordinador de especialistas: Si Yung Yoo

Productores: Kim Nam-su, Kim Sung-hoon, Lee Han-seung
Compañías productoras: Leeyang Film; distribución:  New Movie, Vast Entertainment; Netflix, Next Entertainment World, Well Go USA Entertainment


Intérpretes:


Hyun Bin: Lee Chung,
Seo Ji-hye: Concubina Jo,
Jang Dong-gun: Kim Ja-joon, 
...


Sinopsis:


Lee Chung es un príncipe de Joseon, capturado por la dinastía Qing. Cuando regresa a su país después de 10 años tiene que enfrentarse a su decadencia provocada por os monstruos que lo acechan.


Lo que se dice:


El film ha sido recibido relativamente bien en el área del mundo occidental que, en segundo plano, sigue combatiendo a su enemigo acérrimo, el blockbuster, y parapetándose en su protección de las 'tendencias' que llaman nuevas, pero que en realidad SON un subproducto falseado de una pretendida modernidad que no duda en cohabitar con los productos más estrafalarios y perniciosas de las televisiones privadas cuyo objetivo finalista es colocarse bien y colocar del mismo modo a sus clientes que a su vez los sustentan. Pero ahora les surge un enemigo más difícil de combatir, el gigante asiático, poderoso porque ha hecho los deberes y sus ciudadanos no dependen para su distribución más que de sí mismos, apoyados en las grandes plataformas que, como el protagonista de este film que encarna el carismático Hyun  Bin, en una mano llevan la espada para combatir a los que todavía conservan vivo el cerebro, y con la otra la enorme baqueta con la que golpean el tambor que anuncia el fin del mundo conocido hasta ahora. Una coyuntura que han aprovechado las grandes compañías para reinventarse, (abreviando: Red Hastings y Marc Randolph iniciaron Netflix como un videoclub de alquiler en línea) ,  que a la vez han dejado en un no man's land o tierra de nadie a quienes han defendido un tipo de cine que Parés llama de los márgenes, que no despreciamos en absoluto, pero se han olvidado de lo que hacían aquellos que progresaban sin preguntarse por qué lo hacían, mientras estos cineastas denunciaban la corrupción de sus propios países a la vez que avanzaban. 

"Un rey debe sobrevivir a su propio pueblo y ponerse a salvo', le dice un vasallo fiel al príncipe Lee Chung (Hyun Bin), pero éste entiende, al final de la batalla, que su subordinado estaba equivocado: "La gente debe existir, -dice -, para que un rey exista. Si hay mucha gente que quiere vivir y un rey (o un gobernante cualquiera, pero estamos ubicados todavía en un momento histórico feudal en Corea, ) al que vale la pena salvar, Joseon (su reino) permanecerá". Un breve secuencia de las masas que merecen ser salvadas junto al gobernante justo evocan las imágenes de tantas otras que ilustran las novelas de escritores occidentales que hicieron relatos sobre las rebeliones y las revoluciones de la Europa moderna. Hyun Bin demuestra que es un actor versátil  que puede encarnar a  un empresario arrogante (Recuerdos de la Alhambra), un militar resuelto y capaz de amar a una mujer y cuidarla como si fuera un flor de Edelweiss (Chras Landing on You), o un guerrero wuxia que entronca con sus camaradas que han trabajado al servicio de los grandes, -Zang Yimou, Kurosawa, Ang Lee...-, que puede pasar sin solución de continuidad de la gravedad del que conoce su responsabilidad a  la sonrisa y el llanto, que lo aproxima a una sensibilidad con frecuencia femenina.

Lo que se dirime es la supervivencia de la res publica ( la re publica), lo que concierne a todos que un buen gobernante debe defender (hoy Corea del Sur tiene un sistema, no exento de corrupción como el nuestro, que se autodenomina república democrática), en los momentos en los que el hombre pierde la locura, algo de lo que se lamentaba William Shakespeare, muy respetado por los coreanos, en Julio César, una insania que está alcanzando índices preocupantes en estos momentos de pandemia. ¡Maldita sea!, lamenta Lee, ¡Son tantos! Y ésta es la cuestión que se plantea el príncipe Hamlet. Pero resulta chocante en el mundo de las tendencias actuales, que, como todas tiene sus reglas, el género elegido para realizar esta reflexión es el subgénero de terror zombi. Si bien sus no-muertos participan de algunas características que los aproximan a los vudú y los hollywoodienses. Si la ignorancia es el aliado más fuerte de los no muertos,´-dice Max Brooks -,  el conocimiento su enemigo más mortal.* Producida la transformación solo nos queda protegernos de ellos y saber  como matarlos. La enfermedad tiene su origen en un virus, Solanum, que viaja dentro del sistema sanguíneo desde el punto de entrada (generalmente una mordedura) hasta el cerebro; cuando se para el corazón el sujeto se da por muerto, sin embargo el cerebro permanece vivo, aunque inactivo, razón por la que en las películas norteamericanas se los liquida disparándoles a la cabeza. Pero aquí es algo distinto. Se lucha con la espada con ellos y el príncipe corrupto mantiene más tiempo cierta coherencia en sus actos, precisamente porque él es el que tiene el poder y no anda como pollo sin cabeza, una forma de resolver la historia que se aleja bastante de la norteamericana, aunque no faltan los mordiscos y las continuas transformaciones de los hombres en zombis. Siempre nos ha gustado la metáfora del zombi, que se aleja de la del vampiro aristócrata que vive en castillos y muerde a mujeres distinguidas y bellas; el zombi  ataca todo lo que se menea, por lo que su fuerza icónica es muy grande.

La página española Filmaffinity le otorga una nota media de 5,6, basada en 232 votos, y la norteamericana Imdb 6,3, basada el voto de 3.044 usuarios. Los argumentos de los escasos críticos que han escrito sobre el film son pobres y no aportan nada a la comprensión del film. Lo tenéis disponible en Netflix.


* Zombi. Guía de supervivencia. Max Brooks. 10ª edición, Berenice.

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