Dreamgirls. Bill Condon. Ficha técnica y crítica

 



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TODO LO QUE DISTANCIA AL MÚSICO DE SALA DE CONCIERTOS Y LOCALES REDUCIDOS DE LOS GRANDES ESCENARIOS Y FESTIVALES MULTITUDINARIOS: DE LA CREACIÓN Y LA IMPROVISACIÓN DEL ARTISTA A LA ADAPTACIÓN A INTERESES COMERCIALES, CUYOS PRODUCTOS ALGUNOS LLAMAN INDISCRIMINADAMENTE 'MAINSTREAM'.




Ficha técnica:


Título original: Dreamgirls

País: Estados Unidos

Año: 2006

Duración: 131 minutos


Dirección: Bill Condon

Guion: Bill Condon, basado en el libro de Tom Eyen

Casting: Jay Binder, Debra Zane

Dirección de Fotografía: Tobias A.Schliessler

Música: Henry Krieger, Harvey Mason Jr., Damon Thomas

Edición: Virginia Katz

Dirección artística: Tomas Voth

Decoración del set: Nancy Haigh


Diseño de Vestuario: Sharen David

Jefe de departamento de maquillaje: Shutchai Tym

Responsable de peluquería: Andrea Jackson



Productor: Lawrence Mark

Productor ejecutivo: Patricia Whitcher

Diseño de producción: John Mhyre

Compañías productoras: Paramount, Dreamworks, SKG


Intérpretes:


Jamie Foxx: Curtis Taylor Jr.,

Beyoncé: Deena Jones,

Eddie Murphy: James 'Yhunder' Early,

Danny Glover: Marty Madison,

Jennifer Hudson: Effie White,

Anika Noni Rose: Lorrell Robinson,

Keith Robinson: C.C. White,

Sharon Leal: Michelle Morris,

Hinton Battle: Wayne,

Mariah Iman Wilson: Magic,

...


Sinopsis:


Ambientada en los años 60 y 70. Effie, Deena y Lorrell forman un prometedor grupo musical llamado The Dreamettes. El ambicioso agente Curtis Taylor (Jamie Foxx) las descubre durante un concurso y les ofrece la oportunidad de su vida: hacer los coros para el famosísimo James "Thunder" Early (Eddie Murphy). Poco a poco, Curtis empieza a controlar el aspecto físico y la música de las chicas para acabar lanzándolas como The Dreams. Pero los focos no tardan en centrarse en Deena, olvidando e incluso apartando a la menos atractiva Effie. A pesar de que The Dreams se convierte en un auténtico fenómeno de costa a costa, no tardan en darse cuenta de que el precio de la fama y de la fortuna es mucho más elevado de lo que imaginaban.


Lo que se dice:



El film que dirige Bill Condon (Saga Crepúsculo) ha sido bastante bien valorado por la prensa, un hecho que reflejan las páginas española, Filmaffinity, que ofrece una nota media de 6,0, basada en 7,716 votos, una media que ele9,025va la página norteamericana a 6,5, según la valoración de de 69,025 usuarios.

Los críticos la han definido como la mejor película sobre el negocio de la música desde "Grace of My Heart" de Allison Ardend (Philip French, The Guardian); película ardiente, conseguida, abrumadoramente  emotiva (Angie Errigo, Empire); la película es mejor que el musical clásico (David Ansen, Newsweek);  "Puro espectáculo cinematográfico, generoso en alicientes hasta casi la extenuación..un (casi) perfecto objeto de seducción (Jordi Costa (Diario 'El País'). También hay alguna crítica muy mala, como la de A.O. Scott, (The New York Times).

Premios de los certámenes más célebres, incluidos dos Oscars (Mejor actriz secundaria para Jennifer Hudson, y Mejor Sonido (Ver en Filmaffinity).


Crítica:



¿Es Dreamgirls un producto blockbuster o mainstream? Desde luego el guion y la realización son obra de un cineasta que ha sido etiquetado con estos anglicismos, que, en definitiva definen a un creador al que le importa más el balance de caja que la calidad de su obra, siempre que éste sea positivo, una ideología cinematográfica de la que hace gala en la Saga Crepúsculo. Sin embargo en esta ocasión decide denunciar el tratamiento de la música como un producto, haciendo un alegato explícito contra  la verdadera expresión artística que verbaliza Jamie Foxx  (Taylor Curtis Jr.) , manager de Deena Jones (Veyonvé), cuando, al quejarse la madre de la chica de que habla de su hija como si fuera un producto, responde: "Es que lo es". 

En función de este discurso, divide su film en dos partes: la primera en la que los negros cantan y bailan para negros (magnífico Eddie Murphy), y hacen gala de su naturaleza de norteamericanos (no afro), un país en el que llevan casi tanto tiempo como los blancos, y ambos menos que los indios, los verdaderos aborígenes, cuando se erigen en los máximos representantes de la cultura de acción, la aportación máxima de Norteamericana a la cultura occidental (Jazz, Blues, Action Painting, Cine...). Nadie permanece ni quieto ni en su sitio, mientras un coro de tres o cuatro chicas cantan en levantando pasiones en una platea, en la que también triunfa un guitarrista de blues con exceso de peso. Un espectáculo con el que el cine americano deslumbra al mundo entero, incluidos los críticos más escépticos del área occidental.

La irrupción de la TV, y el deseo de extender su música a la clase dominante, la que ostenta el poder, cambia las cosas, y todos, incluidos el manager, el compositor y el grupo, parecen tener claro lo que en ese momento les conviene, mientras la solista, una chica con una gran voz pero cuyo cuerpo no puede competir con el de Beyoncé no acepta descender de su lugar de voz solista y se aleja de todos los que la habían llevado hasta allí, tanto económica como profesionalmente, iniciando su trayecto en el desierto, acompañada de una hija. Poco a poco las chicas se cosifican, se embellecen con postizos y maquillajes, los bailarines se adaptan a coreografías correctas y ajustadas a un diapasón que gobierna un deus ex machina, hasta que empiezan a sentir que ya no tienen ambiciones, carecen de la posibilidad de elegir y son simples floreros de un tipo de espectáculo que ha inspirado los grandes concursos televisivos en los que los concursantes aspiran a una gloria que pocos consiguen, exhibiendo una voz, generalmente adiestrada en un karaoke que, a diferencia de los pequeños, modestos y curiosos locales que vemos en las películas coreanas, a los que los y las clientes acuden  para cantar con una copa de más y poner fin a una noche de excesos, se toman muy en serio. El resultado es un espectáculo brillante, pero sin alma

La adaptación de temas negros a grupos blancos, que apuntan al comienzo del indie en la década de los 60, acaban con la libertad creativa y dan paso a una segunda parte del film brillante, vibrante, pero encorsetado que no hace feliz a nadie, excepto al que considera de buen gusto guardar las emociones. Podéis ver el film en Amazon Prime, que  merece las distinciones con que se ha reconocido el trabajo de Condon.


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