Amor en la ciudad. Park Shin-woo. Crítica.

 


UNA BUENA COMEDIA COREANA QUE SE APROXIMA A LA COMEDIA DE SITUACIÓN NORTEAMERICANA CON SUS RASGOS PARTICULARES.


Ficha técnica, intérpretes, sinopsis, lo que se dice (Pinchad aquí)


Crítica:


Hay algo en lo que Occidente se está equivocando en un momento histórico en el que se juega la mayor partida de go de la historia, cuyo triunfador cogerá, si se da el caso, la antorcha que lo llevará a la hegemonía mundial. Corea del Sur es un país pequeño, una república presidencialista (como EE.UU o Francia), con una población de 51,502,000 habitantes, aproximadamente, que se amontonan en  100,339 km2, y que no puede competir con los grandes gigantes de Occidente, Estados Unidos, y de Oriente, Rusia y China, pero que, sin embargo, los está adelantando en muchos terrenos y, especialmente en la educación y los esfuerzos por entender el papel que juegan los jóvenes (hay que tener en cuenta que en este país la mayoría de edad se alcanza en torno a los 20 años, y que los chicos están obligados a realizar un servicio militar entre los 18 y los 28 años, un periodo en el que cada uno decide sus prioridades; hacer una carrera y cumplir sus obligaciones cuando ya ha conseguido el  éxito en su trayectoria profesional o adelantar el alistamiento y estar libre a una edad más temprana). De este modo, un joven de 30 o 32 años es prácticamente un 'imberbe' (aunque tenga barba), y a los 40 se integra plenamente en la sociedad adulta.

Se habla mucho, y con desprecio, por parte de aquellos que, como advertía James Joyce en Ulises, nunca han sido inocentes porque siempre lo han sabido todo, y todavía aparcan en el limbo del 'blockbuster', (una espacio conocido para ningunear el trabajo de otro), a la generación de barbudos que cambió el cine para siempre, y ahora tienen un asidero en el 'romance empalagoso' de una sociedad emergente como la coreana. Sin embargo, no se percatan de que el lenguaje político dominante en nuestros lares, como ha demostrado un estudio muy reciente del politólogo Pablo Simon (Informe de Juventud de España 2020, realizado bajo el amparo del Instituto de la Juventud) gira en torno a la Igualdad de Género, no a los movimientos feministas, la precariedad laboral ,  y el cambio climático situándose en el centro del debate político y social global. Y este es el reto que asumía Kim Sung-yoon, tras su opera prima , 'Está bien no estar bien', en la que  elevaba a su protagonistaa la categoría de icono del hombre resiliente' de una sociedad líquida y transversal (transversales fueron los sans-culottes en la Revolución francesa, en la que intervinieron defendiendo unos intereses que no les afectaban para nada), que analiza profundamente Zygmunt Bauman en su  libro, en el que defendió los conceptos de modernidad, sociedad y amor líquido, en un momento en el que la realidad de nuestros abuelos, -amor y trabajo para toda la vida -, se ha desvanecido y la humanidad avanza  hacia un mundo más precario, provisional e incluso agotador . (Pero, ¿Qué es la modernidad líquida? Justo Barranco, diario La Vanguardia, 9 de enero de 2017). Un mundo en el que ya nadie puede sentirse seguro si no pertenece a ese 1%  que domina el 82% de la riqueza.

Kim Sung-yoom organiza su discurso con un lenguaje audiovisual moderno y sofisticado, a la manera de un falso documental, en el que sus protagonistas rompen la cuarta pared y se dirigen a los espectadores, los interpelan y exigen respuestas. Cada uno de ellos es presentado como un icono de las posibles individualidades de la sociedad moderna y su relación personal con el sentimiento amoroso y su supervivencia como individuo, algunos  a muy corto plazo: el enamoradizo que sueña con una pasión que dure toda la vida, la mujer independiente que defiende hasta el extremo su privacidad, generando incluso malentendidos a los que no sabe enfrentarse, las parejas estables y las que optan por la relación ocasional y sin ataduras. El tono es de dramedia, en ocasiones irónico y muy divertido, introduciendo algún giro que pende sobre el desarrollo de la acción más de un episodio. Uno de los personajes más atractivos es Park Jae-won, (interpretado por el atractivo Ji Chang-woo ), el que se enamora 'para siempre' y que, consciente de que la naturaleza no es amable y de que el hombre debe cuidarla y construir cimientos sólidos, no sólo vive en una zona tradicional de Seúl, en una vivienda unifamiliar construida con madera resistente a los movimientos de la Tierra (es arquitecto e hijo de quien fundó la Compañía en la que es Jefe de equipo), sino que convence a sus clientes para optar por casas que no duren tan solo veinte años (el promedio en Corea), sino que se transmitan generación tras generación. La ruptura inexplicable con su amante lo enloquece. En el otro extremo, la joven Suh Rin-yi (Tan Joo-yeon) no hace planes ni a medio ni a largo plazo; quiere vivir cada día con lo que le dan trabajos tan precarios como pasear a un perro de una familia pudiente o trabajar algunas horas en un supermercado. No quiere estudiar en la Universidad (el fin del curriculum académico de la mayor parte de los coreanos), ni buscar un empleo estable, y rompe con quien pretenda aconsejarle y advertirle que esa forma de vida no será sostenible cuando tenga 40 años, ya se trate de su madre o del novio con el que ha convivido cinco años. Siempre habrá un amigo que te deje una cama o un sofá en su casa, si durante tres años no has conseguido publicar ni un artículo , como ocurre con Kang Geon (Ryu Kyung-soo), que paradójicamente tiene tarjeta de crédito que funciona.

Un film que nos muestra a una sociedad global que funciona con parámetros parecidos en cualquier lugar del planeta, y que en los países emergentes, a los que imaginan algunos occidentales infectando al mundo con una pandemia  por verse obligados a comer pangolines, está alcanzando niveles de comodidad que los hermanan con los jóvenes que protagonizan las comedias de situación, realizadas por norteamericanos,  que tanto gustan a los críticos de cualquier parte del mundo. Menos comedida en el acercamiento sexual entre los jóvenes que otras series coreanas, regulado por el artículos 32 del Código Penal Coreano, en el que nadie puede tener un acercamiento sin tener el consentimiento de la pareja (hecho que se explícita en Itaewon Class), aunque alguno advierte que no es preciso firmas un contrato, un tema candente en muchos países de Occidente que están todavía elaborando sus reglas del juego de relación sexual en las parejas de cualquier orientación.

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