Minari: Historia de mi familia. Lee Isaac Chung. Crítica.

 




Ficha técnica, intérpretes, sinopsis, lo que se dice (Pinchad aquí).


Crítica:



Tras la Guerra de Corea, una familia huye de su país persiguiendo el sueño americano y tras una breve estancia en una ciudad, se instala en Arkansas y monta su propia granja, haciendo gala de un espíritu de sacrificio y emprendimiento, en un mundo blanco en decadencia, más supersticioso que religioso, sin cultura ni formación para una vida saludable, con exceso de peso; una ventana abierta a la white trash americana mirada con espíritu crítico por Lee Isaac Chung, cuyos protagonistas designan a sus vecinos como paletos. Una evocación nostálgica de la tierra que dejaron atrás, simbolizada por el minari, una planta que crece y se expande sin los cuidados que exigen los cultivos del campo, que puede ser utilizado por ricos y pobres y tiene beneficios para la salud.

Un relato tranquilo, que contrapone el esfuerzo del padre para sacar a su familia adelante, cuya cotidianidad se ve truncada por la abuela que se reúne con la pareja y sus dos hijos, una mujer desinhibida, que usa calzoncillos, no hace galletas, es tolerante, mal hablada, y llega a la casa  como un rey mago, cargada de productos caros coreanos y dinero para apoyar a la familia, dejándoles como herencia una gran extensión de minari que puede enriquecer su kimchi.

El film es una alegoría de los comienzos del hombre en una tierra nueva y una epifanía de tintes metafísicos, malikiana y trascendente, una atmósfera que crea una música espiritual reforzada por una cámara que se eleva al cielo constantemente. La familia de Daid y Monica descubren que el sueño americano no es tal como ellos lo habían soñado, que los comienzos son duros, y que los caminos de Arkansas están plagados de aldeanos, buena gente, cuya máxima diversión y espacio de socialización es la Iglesia, centrando la atención en un vecino depauperado, que trabaja para los coreanos, y los fines de semana arrastra una inmensa cruz por los caminos polvorientos del lugar, emulando a Cristo. cuya veneración ha abrazado la esposa de Daid,. un hombre que confía más en sus conocimientos y su intuición, pero acaba aceptando finalmente la introducción en sus campos  de un zahorí. Cuando abandonaron su país, éste sufría las consecuencias de la posguerra, pero ahora las circunstancias han cambiado y se intuye cierto lamento por su decisión de abandonarlo.


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