Instinto básico. Paul Verhoeven. Crítica.

 





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LA FEMME FATALE DE VEHOOEVEN




Paul Verhoeven ha intentado realizar un thriller, Instinto básico, inspirado en Brian de Palma o Hitchcock, en el que efectivamente el belleza de Sharon Stone emula la de Kim Novak en las películas del cineasta británico, pero la arrolladora personalidad de la actriz y el afán de explotar sus posibiliades por parte de Verhoeven acabaron focalizando la atención en este aspecto y desvirtuando una idea que en principio era buena; la diferencia con Alfred Hitchcock, es que éste siempre utilizó mujeres muy guapas en sus filmes, pero supo mantener el equilibrio entre la trama y el espectáculo. Aquí, el holandés nos presenta un club de mujeres empoderadas, ricas, inteligentes, guapas, intrépidas homicidas de la carretera, que producen el rechazo del espectador, en una distopía en la que las féminas asumen el rol de los hombres y no sólo abusan de ellos en todos los sentidos imaginables, sino que acaban cometiendo crímenes de género, en los que las víctimas son hombres en situaciones más precarias que las de ellas, o seres indefensos como los niños. 

Para sus fechorías utilizan el sexo como anzuelo, pero a diferencia de Despentes, que prácticamente hace lo mismo, la mirada que proyecta sobre ellas es la del hombre y el objeto deseado está dentro de todos los cánones masculinos: mujeres glamurosas, inteligentes, que viven en casas muy lujosas y se desplazan en coches carísimos. Frente a ellas un grupo de policías, con bajos salarios, casas modestas, coches antiguos y escasa formación intelectual, pero que se mueven instintivamente, con impulsos primarios, muchos de ellos, y especialmente el protagonista mermados psíquica y físicamente, por el consumo de drogas, alcohol y tabaco. Auténticos desempoderados. El personaje encarnado por Sharon Stone brilla con luz propia, es un auténtico placer para la mirada masculina, satisface todas sus fantasías, connota una sermiradaidad, y representa el leitmotif del espectáculo er**ico, provocando la escoptofilia y el voyeurismo, mientras el espectador se identifica con el personaje masculino, que no es un personaje erótico, sino un ser potente y completo, aunque aquí debilitado por sus flaquezas, que, en cierta medida, lo igualan instintivamente con ella. 

Pero no es un objeto bello ni erótico, es un ser que actúa, que pierde amigos entrañables en su lucha por perseguir el crimen, lo que te acerca emocionalmente a él, si bien es un ser excesivo, de arma floja e instintos bajos; el arma de ella es la seducción, porque puede, y un picahielos, de los que usan en sus fiestas los ociosos. Catherine Tramell es escritora de best-sellers, en los que anuncia sus crímenes y el modus operandi del asesino. No es extraño que el filme fuese duramente criticado por colectivos de lesbianas, que se mueven en terrenos más cotidianos y que representan a mujeres desempoderadas, que generalmente se encuentran ante una sociedad que mira con indiferencia sus dramas y que no despiertan la líbido de supuestos policías eficaces pero débiles ante la carne. A pesar de lo dicho, habría que recordar con Teresa de Lauretis que no es conveniente hablar de la Mujer, sino de las mujeres, sin olvidar factores como la clase social, el origen o la raza; lo que ocurre es que aquí el director ha imaginado una auténtica muñeca, aunque eso si, díscola, y es precisamente esta característica la que resulta más atractiva para el hombre, que goza venciendo la resistencia de una fiera. 

 "No sabemos que quería hacer Verhoeven, pero el resultado ha sido un producto erótico más, ad usum hominis, y, lo quiera o no, siempre será recordada, no como VértigoLa ventana indiscreta Los pájaros, sino por el interrogatorio de la protagonista y su cruce de piernas ante un grupo de policías mediocres y babeantes. No conocemos qué le pudo ocurrir al director en su Holanda natal, para tener que huir prácticamente de ella, pues es muy difícil analizar la idiosincrasia de un país desde la mentalidad de otro, pero si bien en su etapa americana realizó películas como Robocop o Starship Troopes, que estaban bien construidas y tenían cierto interés, aunque también fueron incomprendidas, en este caso hace un thriller que, aunque muy provocativo en apariencia, responde plenamente al modo de representación convencional, en el que las mujeres tienen como arma principal su poder de seducción e***ica sobre los hombres y además las dota de un marco ideal para sus propósitos. 

La mujer filmada en un plano cenital, desde un gran espejo que nos devuelve la imagen especular de un crimen en un marco de lujo, con pañuelos de Hermès incluidos, que la emblematiza y mantiene la incógnita sobre la autoría, es un homenaje a Hitchcock, y prolonga la acción más allá de la diégesis. La cámara hace cómplice al espectador de que el relato continúa en la extradiégesis, mostrándole un picahielos bajo la cama de los protagonistas. En un ejercicio de autocomplacencia masculina, mata a las menos agraciadas del club y salva a la auténtica perversa, cerebro del grupo y constructora de historias de asesinatos en serie, que, como una Circe, atrapa a su Odiseo particular en una trama que queda muy abierta, con un final previsible que se producirá fuera de campo, tarde o temprano . A diferencia del héroe mítico, el policía ha quedado atrapado definitivamente y vive en el mundo de los justos, confiado y seguro de sus dotes masculinas. Como hemos dicho la cinta está bien filmada y editada y mantiene el interés, pero el carácter extravagante, desmedido y provocador de su autor acaba desequilibrando el film y derivándolo hacia un género más distante del que se proponía y que no pudo, no supo o no quiso prever. El resultado fue el encumbramiento de la verdadera estrella del film, y su incorporación a la galería de mitos sexuales de la historia del cine.

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