Deep Shock. Davide Melini. Ficha de identificación y crítica.
Materiales cedidos por el director para este post
¡¡¡EL GIALLO ESTÁ LISTO PARA SU REGRESO!!!
Ficha de identificación:
Título original: Deep Shock
País: Reino Unido
Año: 2019
Duración: 29 minutos y 19 segundos
Equipo técnico:
Guion y dirección: Davide Melini ("Lion", "La madre del mal", "Penny Dreadful", "Into the Badlands")
Producido por LV Hair LTD
Distribución: Amazon Prime en Estados Unidos e Inglaterra
Productores: Luca Vannella ("Avengers", "Thor", "Harry Potter", "Apocalypto", "En el corazón del mar"); Alexis Continente ("Asesinato en el Oriente Express", "Transformers: el último caballero", "Thor"); Vincenzo Mastrantonio ("Titanic", "Moulin Rouge", "La pasión de Cristo", "Romeo y Julieta de William Shakespeare"); Bobby Holland Hanton ("El caballero oscuro; La leyenda renace", "Juego de tronos", "Assassin's Creed", "007 - Quantum of Solace"); Ferdinando Merolla ("Troya", "Gangs of New York", "Hannibal, el origen del mal"); Roberto Paglialunga ("To Roma with Love"); Fabel Aguilera ("The sweet hand of the White Rose", "Lion")
Jefe de producción: Pablo Lavado
Casting: Carlos Bahos
Director de Fotografía: Juanma Postigo
Diseño de Producción: Carlos Borja Luise, Carlos Javier López
Diseño de Vestuario: Patricia Gabas
Maquillaje y Peluquería: Daniele Nastasi, Niamh Glynn
Efectos Especiales de Maquillaje: Sarah O'Brien
Montaje: Daniel Salinas
Música: Giulio de Gaetano
Sonido: Christian Valente
Reparto artístico:
Muireann Bird: Sarah Taylor
Francesc Pagés: Marius Silver
George Bracebridge: Jonathan McRoberts
Lorna Larkin: Caroline Taylor
Erica Prior: Helen Taylor
Luis Fernández de Eribe: John Taylor
Sinopsis:
Sara no consigue superar del todo las muertes de su abuelo y su hermana mayor. El trauma y la falta de sueño le hacen adentrarse en un viaje extraño de apariciones y asesinatos provocados aparentemente por su mente.
Crítica:
En una conversación muy enriquecedora con el joven cineasta de 42 años, Davide Melini, un realizador multipremiado más allá de los Pirineos y de los Alpes, precisamente los países con los que mantiene unos lazos afectivos más estrechos, -Italia, por ser el país en que vio la luz, y España, porque aquí ha formado su hogar y está criando a sus hijos -, sentí una profunda pena por el desprecio que nuestras huestes muestran hacia la herencia cultural de sus antepasados (más allá de Buero Vallejo y su 'Historia de una escalera'; parecen sentir una gran estima por los patios de vecinos). Por esta razón hacemos hincapié en la necesidad de que nuestros lectores lean con atención la lista de productores del corto, y sienta cierto pudor por dejar el destino de nuestro cine en manos de quienes han sido siempre la vanguardia de este modo de representación, Estados Unidos, y que ahora están salvando las salas con sus malhadadas producciones mainestream y blockbusters, tan denostadas por los críticos de los grandes rotativos. François Truffaut, cuya evocación es siempre un ejercicio amable y saludable, el crítico de cine de la revista Cahiers du Cinema , que creció como tantos otros en torno a Bazin y junto a Claude Chabrol elevó la obra de Alfred Hitchcock al lugar que se merecía; cineastas que tenían muy interiorizado el espíritu de su generación y la fraternidad entre los realizadores de la nueva ola, que repercutió en directores jóvenes que estuvieron a punto de asaltar la Meca del cine de Hollywood y transformarla en la Meca de los Autores (Tomás Ferández Valentí), agrupados en torno a Francis Ford Coppola, el mayor de todos ellos, George Lucas, Steven Spielberg, Martin Scorsese o Brian De Palma; El director de 'Los cuatrocientos golpes' realiza un emotivo homenaje a todos aquellos que colaboran en la realización de un film, -ahora parecen repetir la operación de reconocimiento a todos aquellos que han hecho posible el hecho cinematográfico en el Festival de Azrou-Ifrane, (Marruecos), que premia a uno de los actores de Deep Shock, Luís Fernández de Erice, y a una veintena de realizadores que cuidaron su equipo, entre ellos a Davide Melini, al tiempo que reafirman lo que en cierta ocasión dijo Pier Paolo Pasolini: Hablar de cine americano es una redundancia, Ahora el cine americano arranca el corto de nuestro director italiano, dolido por el ninguneo de los países a los que le unen sus mayores afectos, de las garras de la mediocridad, la sociedad líquida, la transversalidad y el adanismo. Algunos debieran reflexionar; Melini se ha ganado el respeto de sus colegas americanos, colaborando con ellos, como asistente de dirección en dos series de éxito, -"Penny Dreadful", "Into the Badlands"-, y a cambio, como sus colegas de la Nouvelle Vague, ha recibido todo el apoyo y la consideración de los productores reseñados.
El trabajo de Melini se sustenta en dos pilares: la tradición literaria británica y sus adaptaciones cinematográficas, entre cuyos magnos representantes están Arthur Donan Coyle y Agatha Christie, prestando atención a su método inductivo, el imperio de la razón, que parte de lo particular a lo general, de la presencia de un indicio, un hilo del que poder tirar para llegar a descubrir al asesino. Paralelamente, en otra dimensión circula la herencia del italiano, el legado de los grandes cineastas del giallo, nombre que el género adquiere por adaptar historias procedentes de novelas pulp de color amarillo, populares, que los cineastas italianos han dotado de una gran belleza, inspirada en las ciudades-museo que convierten Italia en un templo a la perfección en cualquier forma de representación, y que, a la vez potencia el senso, la to-be-look-at-ness, la sermiradaidad de que habla Laura Mulvey (Placer visual y cine narrativo) de mujeres de ojos transparentes que van a ser castigadas por inducir a la scoptofilia de los hombres, y fragmentadas (no teóricamente por medio de la selección de planos, como hace Brian de Palma en ¡Femme Fatale'), sino cortadas a pedazos con enormes cuchillos de afiladas hojas cortantes. La belleza, la desnudez, la violencia y la abundancia de fetiches convierten al giallo no solo en un género caracterizado por cultivar los filmes de horror, sino en manifestaciones de la belleza a la manera italiana. Hasta tal punto resulta impresionante el trabajo de Dario Argento y Mario Bava, entre otros muchos, que dejaron una profunda huella en compañeros norteamericanos responsables del nacimiento del slasher (Carpenter, Cronenberg, Craven, Sean S.Cunnimgham), que más tarde derivó en el sangriento splater, autores que se apropiaron del uso de objetos fetichistas (muñecos, espejos rotos, gatos negros, impermeables y guantes negros, sombreros, que se convierten en emblemáticos del género), e incluso puestas en escenas como la de las velas que se alinean en el suelo, o las pelotas que descienden misteriosamente de pisos superiores, que utilizaron cineastas como Medek en 'Al final de la escalera'. Melini insiste en estar atentos a los signos de relatos que circulan paralelos y que comienzan a manifestarse desde los primeros minutos del desarrollo de la historia, como ocurriera en la resolución del crimen de Profondo Rosso de Dario Argento, y que llegarán al nudo de la historia, interrelacionados, casi al mismo tiempo.
La razón humana, y la alienación que camina por universos paralelos donde se forja la enajenación mental, con base en los relatos de otro británico, Edgar A.Poe, que odiaba a su padrastro y siempre abreviaba su apellido, y que, de alguna manera, fue el precursor del nacimiento del psicoanálisis. Esta en la base de este relato, en el que la casa, donde reside lo consciente, y que sólo al final la veremos en su verdadera ubicación, una información muy relevante, es el lugar donde reside la razón; cualquier hecho traumático, como en este caso la pérdida del abuelo y las hermanas, hacen emerger de la profundidad, del sótano, (La Casa Usher) los fantasmas informes que allí residen, y que al ascender adoptan la forma de nuestros fantasmas y dejan libres creencias atávicas, cuyo mayor enemigo es la religión (Dos contra el Demonio). Hoy están muy de moda este tipo de relatos en películas como 'Hereditary' de Ari Aster, que se sirven de unas imágenes que perturban nuestra razón; pueden haberse resuelto los hechos criminales que se ajustan a un motivo comprensible por la mente humana y que no exigen grandes incursiones a otras dimensiones, pero pocos tienen en cuenta los daños que producen en la mente hechos traumáticos que los individuos no superan con las herramientas normales, necesitando el apoyo en toda una imaginería creada a lo largo de generaciones y en el poder de una serie de objetos, de fetiches, que los representan en el mundo material.
Nada de esto es baladí. No son pocos los que precisan de la ayuda de profesionales que les acompañen en ciertos viajes que pueden conducir o no a su curación. Pero combinar en un relato el positivismo científico británico, la presencia de indicios que pueden resolver una investigación criminal, y la belleza de un discurso que camina por la otra orilla y que provoca el terror más despiadado, no es una tarea tan fácil, como hablar de la historia de una escalera, pero no cómo lo hiciera en su tiempo Buero Vallejo, sino como lo hacen las insoportables series de nuestra televisión. Quien desee recuperar su cultura, no debe dejar de lado películas como la de Davide Melini, que hay que ver de dos formas: primero apagando la luz para sentir el miedo, tanto humano como sobrenatural (consejo del director); después pasar a diseccionarla, no solo para entenderla, sino para entendernos nosotros mismos. Si el arte no tiene función, no es arte; Deep Shock no sólo nos entretiene, nos hace gritar y pasar miedo, sino que nos hace reflexionar sobre las secuelas de una mente dañada por hechos traumáticos, un hecho tras el cual está una de las peores cualidades del hombre: la avaricia y la ambición.
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