Paraiso. Andrei Konchalovsky. Crítica.

 





JULES: PARA EL AMOR Y EL DESEO INTENTO ENCONTRAR UNA EXPLICACIÓN LÓGICA
HELMUNT: ME EVADO DE LA REALIDAD LEYENDO LITERATURA RUSA
OLGA: ¿POR QUÉ ESCRIBIRÍA ALGUIEN A UNA MUJER QUE NO CONTESTA


Andrei Konchalovsky hace su particular reflexión en una historia que algunos han calificado como 'La lista de Shindler' rusa, dando la vuelta a la forma de narrar y argumentar del cineasta americano y, buscando el impacto en sus espectadores desgranando progresivamente las ideas y las decisiones de sus protagonistas que van a representar el holocausto de los judíos rusos y la participación de los resistentes franceses en la derrota del nacionalsocialismo. Dedica su película a las víctimas de los excesos alemanes, Si Spielberg optó por mostrar los horrores de los crímenes contra la humanidad, y especialmente contra su propio pueblo (el del director de ET), simbolizados por esa niña que sigue su cámara que filma en blanco y negro, pero que premonitoriamente viste con un abrigo rojo que, finalmente la hace muy visible entre los cuerpos amontonados de las víctimas, Konchalovsky opta por obligar a su público a agudizar el ingenio mediante técnicas de alejamiento que los críticos han relacionado con el teatro de Bertolt Brecht, aunque existe una tradición, la ostranenie, muy arraigada en los formalistas rusos que intentan crear en los destinatarios de sus mensajes el sentimiento de que están alienados, sin apenas imágenes del sufrimiento del pueblo ruso en los campos de exterminio.

La acción se sitúa en el Campo de Fresnes desde 1942 hasta casi el final de la contienda y está filmada en blanco y negro; los alemanes en su derrota murieron matando. Los recuerdos, las predicciones, se van tejiendo con las imágenes frontales de estos tres personajes (Jules, Helmunt y Olga) que, rota la cuarta pared, sentados ante una mesa y mirando al frente, despistan al espectador ¿Quién es su interlocutor? ¿Quién está en el contraplano? ¿Quién está filmando, ya que se ven pelos en las imágenes y algún ruido discordante de una cámara de la época? Sólo al final lo sabremos. Estos personajes se hacen responsables ante Dios y ante la Historia, y no parece que estén muy dispuestos a reconocer ningún error ante la Humanidad. Saltos de ejes, elipsis, lo que parece unas veces un Flasback y otras un flahsforward, viajes de la comisaria a la mansión del que parece un honrado de familia, y acciones que muestran que provocar guerras es abrir la Caja de Pandora y crear una atmósfera en la que nadie está seguro, y en la que algunas mujeres, en secuencias que evocan a Sharon Stone en Instinto básico, se ofrecen a los carniceros con la esperanza de salvar su pellejo y el de otras personas vinculadas a ellas. Pero también en la que los partisanos pueden matar a un padre delante de su hijo menor.

Como es habitual en los cineastas que coincidieron en un momento determinado en Rusia (Andrei Konchalovsky fue co-guionista del otro Andrei, Tarkovsky, en la película Andrei Rublev, e incluso compartieron al músico fetiche del director de 'Nostalgia', Vasili Artemyev) buscaron crear la ilusión de profundidad mediante la alternancia de planos de luz y planos de sombra, una luz que escapa hacia el final del encuadre, en el que ocurren cosas que apenas soportarían un primer plano. Los personajes más relevantes, con la excepción del comisario colaboracionista, que quiere resultados y no le importa cómo éstos se obtengan, pertenecen a la aristocracia alemana, a pesar del populismo de que hace gala Himmler que, aunque cree que la nobleza está destinada a la degeneración, cree conveniente que luche junto con las hombres decentes, los pequeños y medianos empresarios, los boni de entonces e incluso de hoy, los panaderos, los farmacéuticos, los tenderos, que igual que  él creen, aunque sea de forma no tan elaborada,  la guerra es la vida misma, en su manifestación más vívida. Morir por la patria y por la causa, es un gran honor. 

En el ámbito de las ideas, como ocurre hoy (Konchalovsky hizo su película en 2016 , a los 80 años) el nazismo miraba a Occidente (donde se pone el sol), y dejaba a su espalda a Oriente (donde nace), y su proyecto era vengarse de Rusia, pactar con Inglaterra y aniquilar alos EE.UU. y a los banqueros judíos. En el desarrollo dialéctico de sus ensoñaciones queda patente el error que cometieron quienes hablaban de la banalidad del mal (Hannah Arendt murió sin reconciliarse con los suyos). No parece que esté tan claro, al menos en Rusia, que el ideario y las prácticas que se pergeñaban en el búnker del poder alemán sólo eran conocidas en parte por cada uno de sus ejecutores. Himmler y Helmunt hablan con normalidad de los problemas que las cámaras de gas generan a los crematorios, en jornadas en las que se gasean a 10.000 personas, según los planes de la solución final. La mayor parte de estos hombres  se libraron de ser juzgados en Nuremberg, (sólo se sentaron en el banquillo 24 y se condenó a muerte a 12). Incluso  Adolf Eichmann declaró en Jerusalén que sólo cumplía órdenes. Pero todo esto se cuenta como de pasada, en una rápida conversación, a pesar de que más tarde el aristócrata Helmunt confiese que ya que el reasentamiento de los judíos no era posible, solo quedaba el exterminio; un noble que admiraba a los bolcheviques que eran capaces de morir por su causa, crear un paraíso en la Tierra y amaba a Brahms, o a Chejov (¿el personaje o Konchalovsky, también de familia noble?) .

Pero los idealistas no lo eran tanto. Gracias a su poder y su dinero crearon la que llamaron Nueva Germania en Paraguay, y con salvoconductos de la Cruz Roja, muchos se instalaron en Suiza o en España, como denuncia la serie Jaguar, que se exhibe en Netflix. Su lema era que 'No hay cielo sin infierno', y lo cumplieron a rajatabla. No voy a desvelar nada más. Hay que esperar a las últimas imágenes y veremos que existen también conexiones de esta aristocracia rusa que hizo la revolución con las inquietudes metafísicas de cineastas nórdicos como Bergman. Hay quien dice que a pesar del empleo de estas técnicas narrativas el film sigue siendo emocionante. Yo no lo comparto; Konchalovsky ha cuidado tanto la forma que se le ha escapado el background de la tragedia que desgarró a Europa en el siglo XX y  a la que todavía le duelen las cicatrices. Pero cómo diría un amigo muy querido para mí, el amor, la mujer, la querida y deseada por todos, la noble del área soviética, la judía, también tiene un lugar destacado en el alma de un director que se ha casado múltiples veces, y que a sus 85 años es el marido de una periodista de 48. La pasión y el deseo no parecen haberse amortiguado para este cineasta de élite con el transcurso del tiempo. ¿Recupera la inocencia cada vez que se enamora?



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