Las inclemencias del amor. Cha Young-won. Cambio de política de Netflix.

 



EL IMPERATIVO CATEGÓRICO DE LA MISOGAMIA: "NO QUIERO EL MATRIMONIO, PERO QUIERO AMARTE PARA SIEMPRE" ; "PERDÓN POR PEDIRTE AMOR, AUNQUE NO PUEDA PROMETERTE QUE NOS VAMOS A CASAR".


Cuando irrumpió en nuestras vidas la primera pandemia global que se ha extendido por el mundo de forma fugaz, fuimos recluidos por nuestros gobiernos en nuestros hogares, y el estado se hizo cargo del sostenimiento de las familias cuyos trabajos no eran esenciales. Yo había comenzado a ver series coreanas, pero ante la imposibilidad de salir de casa, excepto para abastecer a mi familia de lo necesario, entré de lleno en los kdramas, el producto más atractivo de la Hallyu Wave coreana, que tenía fascinada a una gran parte de la población mundial y que ha cristalizado en la serie mejor valorada por los críticos y protagonizada por el llamado Rey del Movimiento, Lee Min-ho, que a su vez parece ser la más cara de la historia: Pachinko. Pero todo no empieza o acaba en unos cuantos actores que seducen al público, sino que su capacidad para seguir creando ídolos es inagotable. En este caso aparece en  escena un chico muy joven, Song Park (28 años, que ha hecho series tan importantes como Navillera o Aún así), un actor hierático, capaz de cambiar el gesto e iluminarlo con una sonrisa, lo que lo hace tan impredecible como el tiempo, otro protagonista de esta historia, cuyas variaciones y cambios premonitorios (señales, sensación térmica, cambios de estación, visibilidad, lluvias torrenciales localizadas, efecto isla calor,  índice de malestar, temporada seca de lluvias (Changana), zona de variación...) son bucles que se suceden sin un criterio fijo que pueda garantizar la infalibilidad del pronóstico, tanto de los hombres como del tiempo.

Como oponente una ejecutiva de un Centro Meteorológico estatal, una mujer lógica, como la de la serie china 'La vida racional', moderada, sensata, fría, equidistante, que no sabe entender lo que le ofrece un hombre bastante más joven que ella: iniciar una relación cuya meta sea el amor y no el matrimonio. Ella contrarresta la oferta con una convivencia basada en el miedo al fracaso, al dolor, cuya mayor exigencia es la moderación, porque no entiende que el matrimonio no sea el desenlace natural de cualquier historia. Cada uno de los personajes, protagonistas y secundarios, se van refutando sus argumentaciones. La madre, acostumbrada a inmiscuirse en la vida de sus hijas y concertarles citas a ciegas, no ve necesario que exista el amor en el matrimonio de entrada; el hombre y la mujer deben ajustar sus diferencias mientras viven juntos; el matrimonio no es la unión de dos personas perfectas, sino que se unen porque son perfectos el uno para el otro. El resultado es una pareja casada, pero los jóvenes actuales calculan la eficiencia y huyen de esta institución, conscientes de que los malentendidos los sitúan fuera de sintonía, del mismo modo que un tifón se transforma al atravesar una masa de aire frío y se produce la tragedia. A la par las imágenes nos muestran la vida de una mujer que trabaja fuera y dentro del hogar y que se agota mientras el marido se va transformando en un hijo más; no hace falta decir que se muestra contraria al matrimonio.

En los capítulos 11 y 12 comienzo a entender por qué funcionan tan bien estas series, que a la manera de la Nouvelle Vague optan por un cine de encuadre, buscando que este tenga la máxima información, y sirviéndose de tópicos creados por sus cineastas, como los móviles flexibles o los ídolos. Las parejas se sitúan de forma hierática, como en los jeroglíficos egipcios, representados uno frente al otro, creando imágenes rígidas y solemnes, sencillas y estilizadas, predecibles como el clima, con el objetivo de generar una gran tensión en el público expectante respecto a quién será el que de el primer paso hacia el compromiso. Aunque, a diferencia de otros relatos que extreman esta estrategia, la relación carnal no tarda mucho en llegar, aunque no de forma explícita, hay que esperar al último episodio para ver cómo se resuelve el conflicto entre los amantes. En cuanto al fondo, estas historias interesan porque las cámaras de los cineastas se orientan hacia los problemas cotidianos y convierten al hombre corriente en su verdadero objetivo, tratando temas que a todos nos conciernen, y, lo que es más importante, ayudando a los espectadores a realizar un ejercicio de introspección, ya que "hay cosas de nosotros que no sabemos hasta que las expresamos". Yo no había oído nunca en mi entorno hablar de misogamia, y me toca explicar el concepto cada vez que hablo con alguien interesado en esto, pero cuanto más veo, más oigo e incluso más leo (la mayor parte de estas películas está en versión original), más empiezo a saber de mi misma y sentir que lo que percibo de estos personajes se asemeja bastante a lo que yo he sentido desde muy joven. ¿Yo también soy misógama? Cuando hablamos de los argumentos que dan los personajes de estas historias, más de una o uno reacciona expresando la misma precaución y temor a pasar toda la vida con la misma persona, unida con un yugo de hierro, con independencia del dolor que esta unión forzada les cause. Hoy hablamos de misogamia, pero no es el único tema que nos concierne de los que abordan estos relatos; cada episodio, de más de una hora de duración incorpora reflexiones que lo convierten en enriquecedor y satisfactorio en sí mismo.


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