Pachinko. Capítulo 7 de la Temporada 1, que consta de 8 episodios.
Ficha de identificación, sinopsis, lo que se dice (pinchad aquí)
REFERENTES DE KOGONADA PARA CONSTRUIR SU SÉPTIMO EPISODIO DE PACHINKO E INTRODUCIR AL ESPECTADOR EN LA TRAMA PRINCIPAL, LA QUE SUSTENTA TODO EL RELATO.
Se ha hablado mucho sobre la posmodernidad y la aplicación del término a ciertos ámbitos de la cultura nipona * y especialmente en torno a lo que denominan periodo Edo (Edo es el antiguo nombre de Tokio, que se extendió entre 1603 y 1868, y se caracterizó por el descentramiento, la inclinación al pastiche y la parodia, aspectos que han interesado a deconstructivistas como Derrida, especialmente la importancia que se ha dado al espacio por parte de directores como Ozu, Mizoguchi o Kurosawa, pero de todo lo analizado solo nos sirve para poder tener algún instrumento que nos permita analizar lo que hemos visto esta tarde y no sólo hacer teoría, Un aspecto importante, tanto en Oriente (donde nace el sol), como en Occidente (donde muere) nos conmueve la espectralidad de los relatos. Según Paula López Montero en los relatos de Kurosawa, Godard Hawks o Tanizaki se observa una mirada diferente a los fantasmas de cada latitud geográfica: los fantasmas de Oriente poseen toda su corporeidad y no son despojados de sus sombras ( se aconseja ver en tono relajado Hi Bye , Mama!, Yu Ye-won, 2020), mientras los occidentales se representan transparentes, destacando la ausencia de cuerpo, En Tinazaki, las tinieblas sensibles a la vista producían una especie de bruma palpitante y provocaban alucinaciones y eran más inquietantes que las propias tinieblas exteriores.
Pero ¿a dónde queremos llegar con todo esto? El capítulo 7 nos ha situado de nuevo ante Kogonada, y hemos podido experimentar dos sensaciones: el placer de ver trabajar de nuevo a Lee Min-ho, en papeles parecidos, representando un papel secundario, en el que no brillaba por su espontaneidad y masculinidad suave y colorista, sino por su pelo y cara descuidados, más atento al personaje que a su apariencia; ahora repite la jugada. A ello se une un estilo oscuro, opaco, apenas visible por unas cuantas luces artificiales que transportan los actores secundarios, que representa fielmente ese mundo de las sombras que transitó por toda la filmografía del maestro de directores Akira Kurosawa, que puebla muchos de sus relatos de seres fantasmagóricos, y que inició una tradición que han imitado cineastas posteriores, muchos de ellos autores de animé como Isao Takahata y Katsuhiro Otomo, aunque también Miyazaki, que se enfrentan a los asuntos del alma. Estas son dos novedades que pronostican que la serie no decaiga, sino que augura episodios brillantes, no tan dispersos como los anteriores, en los que un bucle continuo nos introducía en el contexto y presentaba a los personajes de las cuatro generaciones de una misma familia, y construía una epopeya épica en la que el símbolismo del arroz representaba el aroma de la tierra coreana.
*El espacio como el espejo del alma o formas de habitar en el no-lugar. Cinedivergente.com
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