Novecento. Bernardo Bertolucci. Actualización del post del 16 de mayo de 2012, hace casi diez años.

 



Ficha de identificación: 

Título original:  Novecento (1900)
País: Italia.
Año: 1976.
Duración: 314 minutos.

Dirección: Bernardo Bertolucci.
Guion: Franco Arcalli, Giuseppe Bertolucci, Bernardo Bertolucci.
Asistentes de dirección: Massimo Arcalli, Giovanni Soldati y Claudio Taddei. 
Director de Fotografía: Vittorio Storaro (A.I.C.), en technicolor.
Música: Ennio Morricone.
Director de escena: Ezio Frigerio.
Edición: Enzo Ocone.
Montaje: Franco Arcalli.
Ambientación: Maria Paola Maino.
Operador máquina: Enrico Umetelli, Enzo Tossi (C.S.C.)
Vestuario: Gitt Magrini, Sartoria Veste y Sartoria Tirelli. 
Género histórico; adaptación de cine clásico a la situación actual.

Director de Producción: Paolo de Andreis,
Producción: Alberto Grimaldi.
Diseño de Producción: Mario Di Biase (A.O.D.C.)

Pea (Produzioni Europee Associate); Les Productions Artistes Associes S.A, Artemis Film GMBH, Berlino Actualmente en la Plataforma Prime Video.


Intérpretes:


Robert De Niro: Alfredo Berlinghieri,
Gerard Depardieu: Olmo Dalcò,
Dominique Sanda: Ada Fiastri Paulhan,
Francesca Bertini: Sister Desolata,
Laura Betti: Regina,
Werner Bruhns: Ottavio Berlinghieri,
Stefania Casini: Neve,
Sterling Hayden:  Leo Dalcò,
Anna Henkel: Anita,
Ellen  Schwiers: Amelia,
Alida Valli: Signora Pioppi,
Donald Sutherland: Atila,
Burt Lancaster: Patriarca de los Berlinghieri.,



Sinopsis:


El año 1901 nacen el mismo día en una finca en el norte de Italia el hijo de un terrateniente y el hijo de un bracero. La película narra la vida de ambos y sus respectivas familias durante ochenta años. Es un relato apasionante de la amistad de dos hombres pertenecientes a clases sociales diferentes, cuya evolución les lleva a seguir ideologías opuestas. Tanto Alfredo (Robert De Niro) como Olmo (Gerard Depardieu) crecen en Italia con el comunismo, el socialismo y el fascismo, pero la política es sólo uno de los muchos componentes de sus vidas. La extraordinaria fotografía de Vittorio Storato y la majestuosa partitura de Ennio Morricone subrayan la belleza de este film imprescindible en el que brilla un reparto internacional que incluye, además de a De Niro y Depardieu a unos Donald Sutherland, Burt Lancaster y Laura Betti en estado de gracia.


Cuando el escándalo  provocado por El último tango en París seguía vivo internacionalmente, Bernardo Bertolucci inició la producción de este film también polémico. El ambicioso reto de plasmar la historia de Italia, desde la muerte de Verdi en 1901 hasta  1945 con el final de la Segunda Guerra Mundial, implicó en la producción  a tres países, preacuerdos de distribución internacional de majors, grandes ligas norteamericanas y cerca de cuatro años de trabajo. El resultado final fue un film de cinco horas, una circunstancia que obligó a dividirlo en dos partes para su exhibición. Una exhibición que fue arbitrariamente 'aligerada' en los diferentes países en los que se autorizó su estreno. Hoy, ante el desarrollo inesperado de series asiáticas, que puede ir de las 16 o 18 horas surcoreanas, a las más de 50 chinas, el problema que se planteó en su momento parece responder a un mundo que caminaba demasiado deprisa y al que las crisis económicas, bélicas, humanitarias y sanitarias globales han obligado a ralentizar su marcha y se tener que preocuparse de un futuro incierto.

Crítica: 


Bertolucci realizó este film en un mundo bastante diferente al que ahora vivimos, cuando el Alcalde de Roma era Giulio Carlo Argan, que  escribió  una de las mejores Historias del Arte Moderno y Contemporáneo conocidas, y que pertenecía al PCI (Partido Comunista Italiano), en el que también militaba el director. Se ha dicho que realizaba sus películas en espacios intrascendentes y grises, pero en Novecento  sus representaciones y ambientaciones  evocan a los campesinos de Millet y a los movimientos de masas descritos por Émile Zola. La imagen de la manifestación no violenta de mujeres que se enfrentan a los militares y su resistencia pacífica tendidas en el suelo se ha incorporado al imaginario colectivo, se ha reproducido cientos de veces en la ficción y en la realidad y ha ilustrado las portadas de textos clásicos.

La película narra la evolución ideológica hacia ambos extremos del arco partidista  de dos jóvenes nacidos el mismo día: Alfredo, (Robert De Niro), el hijo del patrón, y Olmo, (Gerard Depardieu),  un bastardo de padre desconocido. Bertolucci hacía películas, como  El último tango en París (1973),cuya proyección estaba muy restringida y  provocaba emigraciones de espectadores hacía paísecon mayor libertad de expresión que el nuestro, sometido a una dictadura. El film parte del análisis del  nacimiento y  desarrollo de movimientos como el socialismo, el comunismo y el fascismo, unos inspirados en la esperanza de mejorar la vida de los hombres, otros basados en el rencor por su posición en la escalera social (Social Ladder). La burguesía liberal dejaba hacer a los fascistas, pero procuraba apartarse de ellos, diferencia que separa a los hermanos Ottavio y Giovanni Berlinghieri, y los distancia de la  crueldad  de Atila, dominado por el resentimiento, un sentimiento que George Lucas convirtió en protagonista de su célebre saga de Star Wars, que llevó a Anakin Skywalker al lado oscuro, oculto tras una máscara que escondía sus profundas heridas, una consecuencia del dolor del que se siente apartado y ninguneado, que la sociedad posmoderna y líquida actual está muy lejos de saber interpretar, como han puesto en evidencia las últimas entregas de la franquicia.

Muchos espectadores entienden mejor la actitud de los resentidos que provocan enormes desgracias a la humanidad si adopta una forma pretendidamente real, llegando incluso a mostrar cierto enfado cuando la literatura y el cine de ficción construyen hermosas metáforas a imágenes semejantes a las de los antiguos mitos grecolatinos, poblando el nuevo universo de mitos renovados. La primera parte de Novecento es más dinámica y atractiva, mejor realizada que la segunda, y posee el encanto de una burguesía que no ha perdido la inocencia, que se siente la protagonista de la Revolución Francesa y las que le precedieron y siguieron, que vive despreocupada sin entender bien que se encuentra al lado de un volcán que ella misma ha creado y que está a punto de estallar. Ignoramos si el hombre actual ha aprendido algo de su propia y terrible historia, pero acontecimientos recientes generan serias dudas; tras la Guerra de Vietnam, en la que ya se experimentó la guerra que ahora llaman híbrida (Hybrid War, HW), surgió un potente movimiento pacifista (Haz el amor y no la guerra) en 1967, que tomó fuerza en San Francisco. Bertolucci narra la génesis de movimientos políticos enfrentados que todavía ignoraban a dónde les iban a conducir, por lo que la primera parte de las dos películas de la saga se caracteriza por unas formas brillantes y despreocupadas, hasta que Atila se viste con el uniforme nazi. La diégesis mas cercana a una screwball, glamurosa y desprejuiciada de los dueños de la finca, comienza a proyectar oscuras sombras. 

Muchos directores del momento, entre ellos Joseph Losey, en su película 'El sirviente' (The Servant, 1963), desentrañaron y desvelaron una siniestra realidad. Hombres y mujeres débiles, los Eloi de H.G.Wells, se rodeaban de siniestros sirvientes, los Morlocks, los que se ensuciaban las manos, que los alimentaban para finalmente devorarlos, como ocurre con el refinado aristócrata londinense, Tony Mounset  (Richard Vernon), que contrata a un perspicaz mayordomo, con una facilidad innata para seducir, con el objetivo de que dirija su recién adquirida mansión, quien presentará al hombre rico a su aparente novia, que en realidad es su hermana; entre ambos acabarán domeñando su voluntad. Hoy, quizá más que nunca, con la excusa de adecuar los estudios superiores, que en  otros tiempos exigían un gran esfuerzo de quien se adentraba en materias complejas, a las nuevas profesiones y convertir los másteres en formación profesional de lujo, han acabado convirtiendo a estos jóvenes despreocupados en miembros destacados de la sociedad líquida, que define Zygmun Bauman ( Tiempos líquidos, Vida líquida, Modernidad líquida ), y rehenes de las trampas de la diversidad (Daniel Bernabé), que los convierten en presas fáciles del resentimiento. Estos relatos cinematográficos de las décadas de los 60 y 70 del siglo XIX, abandonados por densos y complicados, podrían ayudar a una sociedad víctima de Hackers, grupos con intereses espurios e infinidad de trolls que siembran la controversia y el enfrentamiento en cualquier plataforma pública a la caza de novatos, como novatos eran los burgueses dulcemente acunados antes del nacimiento del fascismo, personajes que Bertolucci diseñó magistralmente.

El film está disponible en Amazon Prime.


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