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CUANDO EN 2011 ESCRIBIMOS ESTE POST INTRODUJIMOS UN TAGLINE MUY BREVE Y SIGNIFICATIVO, QUE DEFINE PERFECTAMENTE LA PELÍCULA DE TIM BURTON: NO TAN NAÏF. COMO NO PODÍA SER DE OTRA MANERA.


Hoy estamos haciendo un repaso a las películas que nos entusiasmaron, en su momento,  intentando combatir la depresión que invade nuestra cultura, y dándolas a conocer a quienes a lo mejor no habían nacido. La película , un cuento cuyo protagonista es un hombre tan grande que no puede vivir en su pueblo y tiene que volar a otras latitudes a través de su imaginación, es un relato en el que Tim Burton confunde la realidad y la ficción deliberadamente. Tenéis este título en Netflix, HBO y Amazon Prime. Un poco de ilusión y fe en sí mismo no le viene mal a nadie.

Ficha técnica:


Título: Big Fish 

País: Estados Unidos

Año: 2003.

Duración: 125 minutos.



Dirección: Tim Burton.
Guion: John August, basado en La novela Daniel Wallace.
Música: Danny Elfman.
Fotografía Philippe Rousselot
Montaje: Chris Lebenzon.
Dirección artística : Roy Barnes, Jean-Michel Ducourty, Robert Fechtman, Jack Johnson, Richard L.Johnson.

Producción: Bruce Cohen, Dan Jinks, Richard D. Zanuck.
Diseño de producción: Dennis Gassner.
Distribución: Columbia Pictures.

Ficha técnica:


Ewan McGregor: Edward Bloom joven,
Albert Finney: Edward Bloom viejo,
Jessica Lange: Sandra Bloom,
Alison Lohman: Sandra Bloom,
Billy Crudup: Will Bloom,
Steve Buscemi: Norther Winslow,
Danny DeVito: Amos Calloway,
Helena Bonham Carter: Jenny joven/Jenny mayor/Bruja,
Matthew McGrory.el Gigante Karl.


Sinopsis: 


Edward Bloom fue un hombre de extraordinaria imaginación. Contaba historias sorprendentes de su vida que fascinaba a todos los que encontraba a su alrededor. Sin embargo toda su fantástica existencia representaba un misterio para su hijo William, quien ahora trata de reconstruir una imagen fiel de su padre, intentando separar lo real y lo ficticio, de los cuentos que desde niño le oyó contar.



Crítica.



Big Fish es un bello relato acerca del desencuentro entre un padre y su hijo y la postrera reconciliación. Supone una terapia para el propio Tim Burton, cuya familia era poco habladora y esta circunstancia ilustra su inclinación a contar historias. Él nunca se ha considerado un storyteller; su personaje por el contrario cuenta historias tantas veces que al final él es esas historias, que a la vez sirven como catalizador para que William encuentre la paz con su padre. Esta relación amor/odio paterno-filial preside la historia de dos desconocidos que se conocían demasiado.

Si él nunca se ha considerado un buen contador de historia, la crítica a su vez le ha acusado precisamente de no ser un buen storyteller,  y de ser excesivamente visual; mas como él afirma y yo comparto, el cine es un medio visual, y hay muchas formas de representar la realidad. Construye la diégesis con una yuxtaposición de realidad/no realidad, en la que los personajes se conectan entre sí, muchas veces sin palabras. Surge la duda de qué es lo real cuando a menudo seleccionamos nuestros recuerdos, olvidando los malos momentos, o hablamos de personajes del pasado como si hubiéramos convivido con ellos, sin tener en cuenta que todo lo que se escribe tiene una dosis de ficción. El circo, por el que nunca ha sentido atracción el director por una extraña mezcla de sentimientos, es el escenario que le permite realizar su personal parada de los monstruos, de influencia felliniana. El film es multirreferencial, vuelve su mirada al mundo rural y hace un particular homenaje al film Deliberance en el poblado de Espectro, una comunidad en bancarrota, a cuya entrada cuelgan los zapatos de sus habitantes, porque nunca nadie se marcha de allí. Edward lo compra, pero sigue su viaje: es un pez demasiado grande para lagos tan pequeños, y su constante viajar le enseñará los misterios de la vida. El agua simboliza este viaje de la vida en movimiento constante y el misterio de lo que esconden sus profundidades, como ocurre con un iceberg.

La película se aleja de los trabajos habituales de Tim Burton, que siente atracción por los personajes foráneos, inadaptados o incomprendidos; Edward Bloom es todo lo contrario, un hombre extrovertido y un adorable contador de historias, que como una muñeca rusa esconden otra dentro de sí. Un hombre que había disfrutado llevando a la pantalla adaptaciones de cómics o remakes sentía la necesidad de hacer algo que desafiara esa descripción.

También introduce una crítica a las estafas de Wall Street, cuando tras el robo de un banco por un poeta de su pueblo (Bucemi), instalado en Espectro, descubren que la caja fuerte está vacía por la especulación inmobiliaria. Sigue el consejo de Bloom y se traslada a Wall Street a robar a lo grande. Recompensa a su 'asesor' con una prima que le permite construir su hogar. El propio Bloom compra todo Espectro y lo remoza, incluida la casa de la niña/bruja/joven/vieja. El hijo acaba comprendiendo el universo de su padre, repleto de gigantes, enanos, sirenas, enormes peces... Entrañable la secuencia de Bloom y su mujer en la bañera, en la que se muestran el gran amor que sienten sin pronunciar una sola palabra.

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