La suegra que te parió. Alex Cabral. Ficha de identificación. Crítica.

 


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LOS BRASILEÑOS APUESTAN POR TRATAR EL EMPODERAMIENTO DE LAS SUEGRAS; EL SEXO, EL GÉNERO Y LA EDAD LAS HACEN IMBATIBLES.



Ficha de identificación:


Título original: A sogra que te pariu
País: Brasil
Año: 2022
Temporada 1; episodios 12; duración 25 minutos
Género: Comedia de situación

Ficha técnico-artística:

Dirección: Alex Cabral
Guion: Wagner Trindade,  Rodrigo Sant'anna
Dirección de Fotografía: Marcelo 'Guru' Duarte
Música: Fabiano Krieger, Lucas Marcier


Compañías productoras: Os Suburbanos; distribuye Netflix


Reparto:



Rodrigo Sant'anna: Doña Isadir
Rafael Zulu: Carlos
Lidi Lisboa: Alice
Bárbara Sut: Márcia
Pedro Ottoni: Jonas
Daniela Fontan: Marinez
Solange Teixeira: Fátima
Ney Lima: Cezinha


SINOPSIS:



Cuando comienza la pandemia, Doña Isadir no se lo piensa dos veces antes de alquilar su apartamento en Cachambi, en la Zona Norte de Río de Janeiro, para estar más cerca de su familia.


LO QUE SE DICE:


No hay mucha información de esta serie que emite Netflix, más allá de una nota media que publica la página norteamericana Imdb, un 4,3, basada en el voto de 133 usuarios.


CRÍTICA:


Los brasileños han tenido el valor de meterse en este  jardín en el que se mueven con bastante incomodidad amplios sectores de la sociedad; el de la igualdad efectiva de hombres y mujeres, dejando de lado las madres heroínas y sacrificadas cuyo prototipo creo Máximo Gorki en su novela 'La madre' de la que se han hecho algunas adaptaciones, no demasiadas, las primeras en la URSS, entre ellas la célebre, en versión de cine mudo en blanco y negro, realizada en 1926 por Vsevolod Pudovkin, y la que algunos críticos denominan apaño stalinista, dirigida por Mark Donski. Aquí la madre, sabiendo que forma parte de los grupos en riesgo de marginación, por ser mujer y de edad avanzada, y apoyándose en colectivos también en peligro de segregación, se declara abiertamente enemiga de su nuera, apoyándose en los nietos, los criados y algunos amigos lgtbi, y forma un frente de empoderados por el nuevo trato que les dan las leyes. Lo primero que hace es lo mismo que la protagonista de 'Vida y amores de una maligna' de Fay Weldon, se va de casa, pero no la quema, la alquila a una pareja de homosexuales, a sabiendas de que el deshaucio es mas conflictivo por la organización de estos grupos,y haciéndoles firmar un contrato cuando están borrachos, lo que entorpece más aún la ruptura del convenio de alquiler; cuando comienza a extenderse la pandemia del COVID, hace las maletas, arrienda la casa, como hemos dicho, obtiene unos beneficios que invierte en dólares, y se apalanca en casa del hijo, sin ahorrarse un solo pensamiento negativo hacia su mujer, que tampoco se queda manca. Un diálogo de sordos que eterniza la situación. La abuela no es de las que representan los pintores del siglo XIX, tejiendo o charlando son sus vecinas sentadas en sillas de enea en la puerta de su casa y con una pañuelo tan negro como el resto de su indumentaria cubriendo su cabeza; es una instagramer, una youtuber, una seguidora de las plataformas de streaming, y mucho más liberal que su propio hijo respecto a las costumbres de los que habitan el hogar o son amigos de la casa, incluidos sus nietos y los novios de estos...

Es una auténtica sitcom, con risas incluidas, y para que la parodia de la suegra sea más efectiva, la representa un hombre, Rodrigo Sant'anna, mucho más apto para representar ese papel tan desenfadado y falto de prejuicios al que muchas mujeres, machacadas durante siglos, oponen cierta resistencia. No son solo los movimientos ridículos que buscan la risa fácil, sino el atuendo, el cabello con una raíz canosa que ocupa media cabellera, y la actitud invasiva y arrolladora de un hombre, pero no de cualquiera, sino de uno libre de complejos como este actor. No se ha valorado bien la serie porque es deliberadamente cutre y bizarra, sin embargo puede que refleje mejor la situación actual, la de una sociedad líquida que huye de contextualizaciones históricas y trascendentes, y  acaba limitando sus discursos a poco más de lo que vemos en la serie, aunque eso sí, con unas formas indies, contenidas, con espíritu de bajona y sin mostrar los sentimientos para no venirse demasiado abajo, ni subirse demasiado arriba (valga la redundancia). Al final queda lo que queda: una sociedad en la que ciertos colectivos han adquirido un poder extraordinario, y sólo los que no tienen un hogar y deben mendigar hasta la comida, protagonizan las historias que la literatura y el cine han representado hasta ahora. No es a estos a los que se dirige esta serie distendida, que pone de relieve el empoderamiento social de algunos individuos, en este caso la desprestigiada suegra que viene a por lo suyo. Y sin dar miedo, lo que la hace más poderosa.

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