Alquimia de Almas. Fin de la serie; segunda temporada en diciembre.
SUSTITUCIÓN DE LA MISOGAMIA POR LA CASTIDAD, UNA FORMA DE RESERVAR FUERZAS PARA CONTROLAR AL QUE QUIERE HACERSE CON EL PODER, UN RECURSO QUE NO ESCAQUEA LA IRONÍA FINA Y EL MAS QUE PROBABLE MALENTENDIDO, QUE SE MANTIENE HASTA EL FINAL DE LA PRIMERA TEMPORADA.
Ha terminado la primera temporada de Alquimia de Almas, una serie en la que Park Joon.hwa ha sabido conjugar de forma sobresaliente las dos funciones fundamentales que se atribuyen al cien: informar, como cualquier otro medio de representación, y entretener, hasta el extremo de permitir que el espectador disfrute de cada capítulo, aunque éste no sea conclusivo, dejando un final absolutamente abierto que cuenta con la condescendencia de un público capaz de esperar hasta diciembre para ver cómo va resolviendo todas las líneas dramáticas que ha abierto. Los personajes no sólo son empáticos, sino que han sido bien diseñados de forma que comuniquen las diferencias entre las cuatro casas más importantes de este ficticio país, y justifiquen las brechas que se abren entre ellos y con el palacio real que esconden una lucha encarnizada por el poder. Tres jóvenes diferentes, hábiles con las armas dos, dotado de valores ocultos un tercero y miembro de una saga intrigante y con relaciones oscuras con las cloacas de la monarquía, dirigidas por un villano amenazante que mantiene en vilo al público por su falta de escrúpulos y su disposición a utilizar todos los instrumentos de que dispone para obtener el poder en una guerra sucia contra todos los demás, incluido el rey y su heredero. La magia cubre con un velo oscuro toda la escena, en la que pululan mutantes, que se descontrolan y petrifican, hechiceros y hechiceras, chamanes y asesinos de toda calaña. La vida de un habitante humilde de este mundo imaginario vale menos que un alfiler.
Como dijimos en posts anteriores los primeros episodios exigen toda nuestra atención porque son aquellos en los que se presenta a los personajes y se plantea el tema que va a centrar el relato, que gira en torno a la lucha por el poder en el ámbito de Siongrim, el lugar donde residen los magos, dotados de poderes extrasensoriales , la gente guapa del reino, y en el que chocan los intereses de estos y el monarca del lugar. Cuatro familias, a las que llaman las 4 Estaciones, que se reparten la relación de lo que hay más allá del mundo sensible y pelean con espadas que se cargan de una energía azul, como sus ojos: la familia Park, cuyo heredero es Park Dang-gu (Yoo In-soo); la familia Seo, cuyo heredero era Seo Yul (Hwang Min-hyun), noble como un atardecer; la familia Jang, cuyo heredero era Jang UK, deslumbrante como la niebla invernal, y la familia Jin Ho-gyeong (Park Eun-hye), cuya hija Jin Cho ha estado prometida dos veces con Jang UK. Frente a ellos el príncipe heredero de Daeho, y como válido Jin Mu (Jo Jae-yoon).
Lo que puede costar más de entender para un occidental es la interpretación de lo que los pueblos en su origen vieron (cuando levantamos la cabeza todos vemos el mismo cielo, si la bajamos el mismo suelo, y sentimos la misma lluvia y el mismo viento), y que se traduce mediante una narración fantástica muy oriental en la descripción de los cuatro elementos que constituyen el universo tangible según Empédocles: la tierra, el agua, el aire y el fuego, que están en el relato que hace la serie del nacimiento de Daheo. La energía del cielo domina el viento, las nubes y la lluvia; esta energía llegó al suelo y creó una nueva fuerza, originándose un país en el lago Gyeoncheondaheo que materializaba esa energía, Daeho, por el enorme lago que contenía. Los humanos con el poder de controlar la gran energía se llamaban magos, y esta es su historia, en un lugar que no existe ni en los libros ni en los mapas. Hombres y mujeres que caminan sobre las aguas y las copas de los árboles. Veinte años después entra en escena Naksu, llamada así porque vaya donde vaya ruedan cabezas, una asesina en las sombras que mata a magos en la ciudad, dando opción a sus realizadores de jugar con el wuxia ¿Una conjunción de las creencias aristocráticas y el chamanismo? ¿Del Jin y el Choi, protagonistas de la historia? A estos personajes se suman los mutantes que, cuando se descontrolan se convierten en rocas; se forma una grieta cuando los cuerpos chocan con las almas que llevan, que les hace perder su energía. Los humanos no pueden cambiar de cuerpo...Esta mitología hay que ir asimilándola para entender mejor el desarrollo del relato.
La pareja formada por Jung So-min, en el papel de Mu-deok, y Lee Jae-wook, en el papel Jang Uk, el hijo póstumo de un padre que lo ha privado de la posibilidad de ejercer la magia, son los personajes más atractivos y divertidos de la serie; las notas de humor son constantes y suponen un contrapeso a la densidad de información de un universo en el que se entremezclan largos diálogos, con nombres de lugares y personas, que aunque, después de ver horas y horas de cine coreano y ya nos vamos familiarizando con ellos, todavía entrañan cierta dificultad. Hay momentos bastante divertidos, y los actores son verdaderamente notables. A todo ello se une un tratamiento visual elegante e imaginativo, que atrae pero no empalaga. La nueva política de Netflix, como hemos señalado en posts anteriores impone un nuevo ritmo de análisis del film, especialmente para aquellos que no solo ven el cine como un entretenimiento, sino como una forma de conocer el mundo, no como un turista, sino entrando en los hogares, en las instituciones, en las costumbres, a través de doramas, nombre que se dio en primer lugar en Japón a películas, teleseries, videos y obras audiovisuales en general, a las que se aplica la denominación de imagen real, acción real o acción en vivo, cuando se obtienen de la filmación directa de actores o elementos reales, recurriendo al rodaje tradicional en estudio o exteriores, frente al animé tradicional. Algunos hispanohablantes prefieren llamar a este cine live action, un término que se utiliza cuando se produce la adaptación del animé a la imagen real. En Corea son conocidas también como Kdramas.
En episodios anteriores, tras la presentación de los personajes que van a protagonizar la historia, y que son los popes de la espiritualidad coreana, los magos de Songrim, hemos seguido la meta marcada por sus realizadores del origen y fin del mundo con un ánimo ligado al confuncianismo, un sistema de pensamiento con implicaciones religiosas, rituales y morales, unas creencias en las que todo es dominado por la energía del cielo, el viento, las nubes y la lluvia. En este relato de ficción, toda esta energía llegó al suelo y creó una nueva fuerza, originándose un país, Daheo situados en el lago Gyeoncheondaheo que materializaba esa energía, por el enorme lago que contenía. Los humanos con el poder de controlar la gran energía eran los magos, y esta es su historia, en un lugar que no existe ni en los libros ni en los mapas. Hombres y mujeres (sobre todo hombres) que caminan sobre las aguas y las copas de los árboles. Este pequeño país imaginario sufrió una sequía inusual y el lago se secó por completo. Los magos llevaron a cabo el ritual para volver a llenarlo de energía, como consecuencia del cual se produjo una enorme granizada, de la cual una piedra no se derritió, se convirtió en fuego, luego otra vez en piedra, en agua, y finalmente en hielo. En el proceso se produjo un polvo negro, un eyector, usado en la alquimia de almas. El poder de este polvo era asombroso, ya que podía resucitar a los muertos, invocar a las almas, cambiarlas de un cuerpo a otro, expulsar el alma de los vivos y robar su energía. Ese poder infinito provocó el caos, ya que todos querían poseer el hielo que produjo el eyector; en Daheo se produjo un baño de sangre y el país se convirtió en un infierno, una batalla a la que puso fin el maestro Seo Gyeong, fundador de Songrim.
A este somero relato que orienta algo para seguir la historia se unen mutantes de almas, espejos de la añoranza, que te devuelven una ilusión de quién eres, algo verdaderamente importante, también en la mitología greco-oriental, ya que los humanos y el resto de animales, no pueden verse con sus propios ojos a sí mismos (la mitología ha creado seres policéfalos , algunas veces se dan en el mundo real), sólo a través de un espejo, así que la percepción que tiene de sí mismo no es más que una ilusión. Lo mismo ocurre con cómo te ven los demás; solo ven lo que quieren ver, y crean la ilusión que les conviene; de lugares sagrados como Jinjowon, donde se guardan reliquias y artefactos, capaces de crear estas y otras ilusiones, habilidades como el Gwansu, o el tansu, jerarquías como las del danju, cartas de entretenimiento y una metáfora de la ceguera que vas entendiendo poco a poco, y que parece dar pistas más certeras en un libro que carece de escritura aparente, pero que el protagonista debe leer. Todo un universo desconocido para un espectador occidental que va desarrollándose ante sus ojos y que alcanza momentos brillantes en las luchas de estilo wuxia con espadas que si no son laser como las de Star Wars, se cargan de una energía azul, que no se canaliza en tubos, sino que recorre las espadas desde la empuñadura hasta la punta se manera muy espectacular. Todo el relato hasta su Ecuador esta organizado en torno al amor entre Jang UK y su maestra, que adopta el papel de sirvienta y no es lo que parece. Una amor sugerido por la actitud de los amantes, pero no confesado verbalmente, sino transmitido intensamente a través de imágenes contundentes, una forma de narrar muy característica del cine de Corea del Sur, lo que lo hace sumamente atractivo: el amor entre el Joven Amo UK y su sirvienta Mu-deok, que no es lo que parece, algo de lo que es conocedor el espectador desde el primer momento, y que van descubriendo en la ficción los cuatro jóvenes magos más poderosos.
La pareja formada por Jung So-min, en el papel de Mu-deok, y Lee Jae-wook, en el papel Jang Uk, el hijo póstumo de un padre que lo ha privado de la posibilidad de ejercer la magia, son los personajes más atractivos y divertidos de la serie; las notas de humor son constantes, y suponen un contrapeso a la densidad de información de un universo en el que se entremezclan largos diálogos, con nombres de lugares y personas, que, aunque, después de ver horas y horas de cine coreano ya nos vamos familiarizando con ellos, todavía entrañan cierta dificultad. Hay momentos bastante divertidos, como el hecho de que los que se quieran formar para entrar en Songrim deben elegir entre su entrenamiento estricto y severo o la libido, que perderán mediante el consumo de hierbas castas, y son los hombres los que se retraen antes de tomar una decisión; este requisito da lugar a las consabidas bromas de la impotencia de ellos (curioso, varones castos, impotentes como consecuencia en la rumorología, y mujeres ciegas). Los actores, y muy especialmente Jung So-min, son verdaderamente notables. A todo ello se une un tratamiento visual elegante e imaginativo, que atrae pero no empalaga. Vamos avanzando en el análisis de los personajes, sus categorías y la relación entre ellos, pero todavía no sabemos a dónde nos quiere conducir Park Joon-hwa, la estructura de la serie y el hilo argumental, así como el uso desplazado del lenguaje y las metáforas y todo tipo de metonimias que incorpora (la ceguera, el sacrificio de la libido durante el entrenamiento, la relación entre un mago y una mutante. etc); de momento el que algunos personajes caminen por las copas de los árboles y especialmente por las aguas tiene algunas reminiscencias religiosas para los occidentales.
Seguirá en diciembre en Netflix.
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