Dash & Lily. Crítica.
Ficha de identificación. sinopsis, lo que se dice (Pinchad aquí)
CRÍTICA:
El film, a diferencia de otras películas indies, es muy colorido y brillante, pero a semejanza con las de su género es fatuo, arrogante y pretencioso, y tanto él como ella, con espíritu navideño o carente de él, revelan, finalmente, su pertenencia a una clase media alta, que se pone de relieve en las casas que habitan, minimalistas o un stone brown gentrificado de Brooklyn, vestido pricipescamente. Un árbol de Navidad andante ella, un 'lord' estirado, gruñón e ilustrado, que lee a Proust y va de bajona en las fiestas de fin de año él, en un New York menos iluminados (con excepción de la casa del 'Cascanueces') del que representan muchos films del subgénero de comedia navideña, y un escenario central: bibliotecas y museos. Al final, lo que resultaba más interesante del film, la forma en que puede saltar la chispa entre dos personas y encender la llama de esa emoción tan difícil de analizar como es el amor, ni siquiera tiene algo que ver con ellos, sino con un gay entrenado en el deporte de dejar que surja el sentimiento,
De nuevo en este pretencioso film se cruzan la Janucá judía (algo nos tenía que enseñar este ejercicio de ver tanto film del que algunos llaman subgénero navideño) y la Navidad, y se logra, en cierta medida, la simbiosis de ambas festividades, en un contexto menos iluminado y con ausencia del brilli brilli, excepto en la protagonista que no puede ser una persona más entregada a la parte comercial-festiva de la fiesta, que se vive de manera especialmente intensa en la ciudad de Nueva-York. Las galletas se cruzan de pasada en la vida de los protagonistas secundarios, y las cenas se viven en restaurante (recordemos que hablamos de clases medias altas ilustradas, con apariencia hispter de sus retoños que controlan muy bien sus sentimientos, para no hundirse ni subirse demasiado, atrapados en el espíritu indie, a diferencia de los films mainestream o blockbuster ( parece que la pandemia ha acabado con estos conceptos) de neoyorkinos que se dejan arrastrar por su pasión por la luz y el color artificial, aunque también por el olor de los elementos que entran en juego y el sonido de la Navidad.
Se puede ver, distrae e informa sobre una forma de ser joven, aunque aporta menos datos sobre lo que se ha dado en llamar espíritu navideño, que tanto nos divierte y escandaliza a la par, porque quizá es más cutre y, a la vez, más auténtico.
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