El copyright de las imágenes pertenece a sus autores
y/o las compañías productoras y distribuidoras
UN CUENTO DEMASIADO CRUEL PARA LOS NIÑOS SOBREPROTEGIDOS DE LA ACTUALIDAD. EN EL SIGLO XIX, MUCHOS NIÑOS MENORES DE 16 AÑOS TRABAJABAN DURANTE LARGAS JORNADAS, A VECES DE 16 HORAS, Y NO SE ESCANDALIZABAN AL LEER SOBRE SU PROPIA VIDA. UN FILM SOBRE PINOCHO, REALIZADO POR GUILLERMO DEL TORO, NO PUEDE SER MARCADO CON LA ETIQUETA DE 'NARRACIÓN FAMILIAR' TAL Y COMO HOY MUCHOS ENTIENDEN A LA FAMILIA.
Ficha de identificación:
Título original: Guillermo del Toro's Pinocchio
País: Estados Unidos; co-producción Estados Unidos/México/Francia
Año: 2022
Duración: 117 minutos
Género: cine fantástico animado
Dirección: Guillermo del Toro y Mark Gustafson
Guion: Guillermo del Toro y Patrick McHale, basado en el libro de Pinocho de ; supervisor: Steven Gizicki
Casting: Mary Hidalgo
Música: Alexandre Desplat; letras de Roeban Katz, Guillermo del Toro y Patrick McHale
Directores de personajes: Ian Mackinnon, Peter Saunders, Georgina Hayns
Edición: Holly Klein, Ken Schretzmann
Directores artístico: Andy Berry, Gillian Hunt, Samantha Levy, Molly Light, Laura Savage, Zach Sheehan
Decoración del set: Jesse Greeg, Gillian Hunt, Samantha Levy, Molly Light, Laura Savage, Zach Sheehan
Productores: Guillermo del Toro, p.g.a., Lisa Henson, Gary Ungar, p.g.a., Alex Bulkley, p.g.a., Corey Campodonico
Productor ejecutivo: Jason Lust
Diseño de producción: Guy Davis, Curt Enderle
Compañías productoras: Jim Henson Company, Netflix, Necropia Entertainment, ShadowMachine Films, Pathé, Double Dare You, Netflix Animation; distribución : Netflix. Solo se puede ver en la plataforma que produce, financia y distribuye.
Voces:
Ewan McGregor: Grillo
David Bradley: Geppeto
Gregory Mann: Pinocchio
Burn Gorman: sacerdote
Ron Perlman: Alcalde
John Tuturro: Doctor
Finn Wolfhard: Canlewick
Cate Blanchett: Spazzatura
Chritopher Waltz: Conde Volpe
Tilda Swinton: Duende de madera
Anthea Greco: esposa del alcalde
Tom Kenny: Mussolini
Alfie Tempest: Carlo
Francesca Fanti: Gemela
Rio Mangini: sombrerero
Benjamin Bali: chico conficente
SINOPSIS:
Versión cinematográfica de un personaje de la literatura italiana y universal, una marioneta de madera, protagonista de la historia 'Las aventuras de Pinocho' de Carlo Collodi, seudónimo del florentino Carlo Collodi, y publicado en un periódico italiano entre 1882 y 1883, con los títulos de Historia de un títere' y 'Las aventuras de Pinocho'. Debido a la crueldad del relato, muchos consideran que no es apropiado para niños, aunque su autor lo publicó. El film está ambientado en la Italia de 1930, en vísperas de la Segunda Guera Mundial, y en su versión original cuenta con un elenco de primeras figuras actorales, como podéis comprobar en la ficha de identificación.
LO QUE SE DICE:
El film ha sido muy bien valorada por el público, como ponen en evidencia las notas medias de páginas como la norteamericana Imdb, que publica un 7,9, basada en el voto de 12,000 usuarios, mientras la española Filmaffinity la rebaja a 7,3, de acuerdo con la valoración de 1,236 usuarios. La página Rotten Tomatoes da un índice de aceptación de la prensa del 98%, basado en 188 reseñas, y del 84% de la audiencia.
Los críticos españoles discrepan de la idoneidad del film financiado por Netflix como un relato familiar apropiado para las vacaciones navideñas. Javier Ocaña se queja de que se incluyan lo que llama 'canciones feas' (¿?), tienen dificultades para encuadrarla en un género determinado y se extrañan de la decisión estilística de los personajes , una clara inclinación, no original, aunque sí en animación, por el steampunk, retrofuturista, ligeramente en este caso ciberpunk, un movimiento artístico y sociocultural, no solo literario, que molesta también a Oti Rodriguez Marchante (ABC) que habla de fusiones y confusiones estéticas con las que del Toro levanta su Pinocho, lastrado, según Quim Casas (El periódico de España) por sosas escenas musicales y algo complaciente. Las mujeres ven la película desde una óptica bien diferente: Mireia Mullor (Fotogramas) sostiene que la película de Guillermo del Toro mantiene un equilibrio que la hace apta para todas las edades sin abandonar los momentos más macabros ni la crítica política...es una reinvención visual; Marta Medina (El Confidencial ) la define como una joya , eso sí artesana, de animación y Leslie Felperin (The Hollywood Reporter) defiende que el guion contiene creaciones originales efectivas, potentes y brillantes.
El uso innecesario del adjetivo artesanal está también en la cultura indie (Rafael Motomayor, IndieWire). Otros debaten en torno a si es más o menos dura y cruel que el texto de Collodi. Pero también hay quien la valora no bien, muy bien, como Paul Bradshaw (NME), que tras aconsejar olvidarse de Disney, dice que el maestro de Hollywood de lo macabro ha hecho una obra maestra en stop-motion; desarmante en lo emocional y espléndida en lo visual (Meagan Navarro, Bloody Disgusting); animación en stop-motion soberbia e insólita (Mark Kermode, The Guardian); impresionante animación en stop-motion, la obra de un autor (la primera vez que veo escrita esta definición fuera de los círculos de quienes sobrevaloran el cine de los márgenes, que hoy ya no tiene sentido) que trabaja con los mejores talentos para convertir su sueño de hacer una adaptación de 'Pinocho' a la realidad (Mel Valentin, Screen Anarchy); una historia que equilibra el humor, el espíritu y la música (...) las canciones son deliberadamente antiguas (Jimmy0, JOBLO).
CRÍTICA:
Guillermo del Toro defiende su opción estilística, la
stop-motion como forma de arte, diferente a la digital, animado con la pretensión de que en el resultado final se pudiera observar la imperfección y la naturaleza material de una animación hecha a mano, un precioso trabajo artesanal de talla, pintura y escultura, con la sofisticación del movimiento, con la incorporación de los adelantos que experimentan las marionetas. Como iremos viendo, no sólo se ha hecho un gran trabajo, sino que éste ha exigido un gran esfuerzo de los equipos de diseñadores y animadores, unos títeres a los que dan vida una serie de actores de primera línea, que se mueven en una atmósfera creada por Alexandre Desplat. El trabajo de los diseñadores de personajes ha sido muy complejo, ya que se han usado títeres de distintos tamaños para diferentes finalidades , especialmente la ubicación de los personajes dentro del plano (
Pinocho de Guillermo del Toro. Así se hizo. Netflix ). Los personajes se adecúan a la estética steampunk moderada, retrofuturista, que hoy se expande más allá del género literario, y llama la atención desde el primer minuto de proyección. Pinocho no lleva ropa, ni la originaria de los tiempos de Collodi, ni el pantalón con tirantes de los tiroleses. Es un sencillo muñeco de madera.
Estoy de acuerdo con la afirmación de que el relato es crudo y triste, especialmente en las primeras secuencias, pero en este trabajo de investigación que estoy haciendo sobre el género de comedia navideña, he observado que hay un equilibrio entre la glorificación de la vida, el triunfo del color y la luz, y la advertencia de que somos mortales. En todas ellas, salvo rarísimas excepciones, está presenta la muerte, la pérdida de un ser querido de alguno de los protagonistas, por muy superficial y mal calificada por los críticos que sea la serie o la película, especialmente por ser comedias intrascendentes, familiares, que los padres no se ocupan de vigilar para evitar que las vean los niños. Por eso, aunque es duro, quizá más al tratar el tema en un film de animación, que, como hemos dicho antes era quizás un poco demasiado cruel para niños de hoy, no alcanza la aspereza de la muy bien valorada 'La tumba de las luciérnagas' de Takahata. Desde que entra en acción Pinocho, el hijo que sustituye al desaparecido, al que una duende dota de vida con esa intención, cambia el tono. Pinocho es el recién creado, cuando Gepetto usa el tronco de un árbol germinado junto a la tumba de Carlo, por lo tanto hecho de madera, inocente, en el sentido latino del que no conoce, no solo por su reciente incorporación al reino de los humanos, sino por su distinta naturaleza, lo que lo hace osado, malhablado, dado a las malas compañías, desobediente y mentiroso. Una bonita forma de representar ese 'no saber' de los inocentes, que lo lleva primero a halagar a Mussolini y más tarde, con la misma frescura y despreocupación a denostarlo escatológicamente (¿Es esta la canción con letra fea? Creo que los niños a eso, precisamente, están acostumbrados).
La mayor libertad de su adaptación la ponen en práctica los dos guionistas cuando deciden ubicar este cuento cien años después del original, y hacerlo coincidir con el fascismo italiano, ridiculizando al Duce, representado con un cabezón y un tronco enorme, que se ajusta mal al resto, como si solo tuviera las partes del cuerpo que vemos en las imágenes de los Jefes de Estado que aparecen en los sellos. No podemos pasar por alto que los cuentos del siglo XIX y principios del XX, desde Alicia, pasando por los relatos de Dickens , de Hans Christian Andersen o los Hermanos Grim eran mucho más duros que las versiones edulcoradas que se han hecho posteriormente para los niños burgueses. Los niños-obreros o sin techo de la época, protagonistas de Dickens, que formaban parte de Cortes de los Milagros y convivían con truhanes, prostitutas, ladrones e incluso asesinos, y trabajaban en las fábricas desde la preadolescencia, estaban más capacitados para enfrentarse al sindicato del crimen entero que la mayor parte de hombres y mujeres de ahora. Cualquier amante de la literatura es consciente de esta realidad.
Yo recomiendo encarecidamente este film que se puede ver solo en Netflix. Es una superproducción, y no es difícil darse cuenta, sólo con leer los créditos lo advierte hasta el menos avisado. La plataforma más frecuentada ha decidido contratar lo mejor del universo hollywoodiense, que una familia puede ver por un módico precio; si el cine era, según Noël Burch, el entretenimiento de los pobres, las nuevas plataformas le abren las ventanas que pedía Godard. El cine público de sala oscura, como advierte
Jordan Peele en
NOPE no puede competir, no sólo con las plataformas de
streaming, sino con los miles de teléfonos móviles que vemos en todos los lugares públicos y captan cualquier dato de interés que, o bien pasará al archivo de imágenes del usuario o se utilizará con otro fín.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Deja tu comentario aquí!