The Believer (El creyente). Reflexión sobre un film que muestra cómo ha cambiado el mundo en 10 años.

 







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El creyente está basada en la historia real del asesinato de un joven skinhead, militante antifascista y especialmente antisemita, que escondía a sus camaradas sus orígenes judíos y al que sentenció una entrevista publicada por un periodista del New York Times, que revelaba estos orígenes. El film está estructurado atendiendo a dos hechos fundamentales, (los recuerdos del pasado y la evocación de acontecimientos no vividos personalmente, como el asesinato de un niño de tres años por un soldado alemán, filmado en blanco y negro, con él como protagonista) que en realidad se reducen a un solo, la mansedumbre del pueblo judío que  no fue capaz de rebelarse ante el holocausto, y que se expresa mediante recurrentes flashbacks que se remontan a los tiempos en los que Danny, pre-adolescente, se cuestionaba por que Abraham, al subir al monte Moriah, decidió obedecer a Dios y matar a su hijo Isaac, determinando el destino de su pueblo, condenado a vagar eternamente. Esta pregunta se la han hecho mucho judíos adultos, como Polanski en 'El pianista', pero al entrar a formar parte de las creencias de un joven, que, sea cual sea formación ideológica y política, se caracteriza por la rebeldía, se convierte en una bomba de relojería que puede estallar en cualquier dirección, si no se domina bien la artillería. El film fue premiado den Sundance en 20001.




CRÍTICA: 


La era tecnológica está cambiando no sólo nuestros modos de vida, sino nuestros parámetros de pensamiento. Tan solo hace apenas nueve años hice un comentario de este film que traduce un sentimiento que subyacía en la cultura occidental y se extendía a otras culturas, dividiendo a los creyentes en un ser supremo que rige nuestros destinos. Hoy no sé qué pensar al respecto.  Mientras algunos países han encontrado su vía de desarrollo, otros se hunden en la depresión y el resentimiento. Ahora  preocupa cómo nos afectará el metaverso y qué tendrá que hacer la humanidad para sobrevivir. El 31 de agosto de 2014 escribí esto en cinelodeon; se puede observar que lo que tanto preocupó  a cineastas como Bergman y que llevó a Spielberg a realizar Munich, hoy apenas ocupa un débil segmento del pensamiento universal. Hoy todo el espacio de reflexión parece estar ocupado por la defensa de la diversidad, cuando probablemente estemos en la chimenea de un volcán a  punto de estallar.


"Cuando miro y veo las paredes sobre las que descansan los estantes de mi videoteca repletos de películas, que encierran en sus pequeños estuches cientos de historias contadas por hombres con sensibilidades muy diferentes, siento que me alejo de mi realidad cotidiana, que apenas me llegan los discursos manipulados de quienes nos quieren moldear en pro de sus intereses. Porque el film de Henry Bean, descansa sobre un subtexto cuyo verdadero background, por si alguien se despista,  es el poder. En este caso lo que se halla en la fondo del discurso emerge de forma explícita a la superficie a través de un texto de Catulo: "Odio y amor, ¿ quién puede decir por qué? La historia de cualquier constructo humano gira en torno al poder, y pocas veces se ha elaborado un discurso, a través de los diálogos de los personajes, profundizando tanto en torno a su naturaleza. La historia pivota en torno al semitismo y el antisemitismo dentro de la familia judía y se sustenta en el propio mito de Abraham, dispuesto a cumplir la orden de Jehová de matar a su propio hijo Isaac, que dividirá para siempre a los seguidores de las diferentes religiones que tienen entre sus libros sagrados el Antiguo Testamento: unos lo tomarán como una prueba de fe, (cuando Ryan Gosling le pega una paliza  descomunal a un judÍo en un parking, mientras le zumba, le espeta: "No esperes que Dios te envíe un cordero para que sufra los golpes en tu lugar"); para otros, no se trata de una prueba de la fe en Dios, sino de la manifestación de su poder. Es una cuestión de poder sin ambages: desde el momento en que Ibrahim/Abraham coge el cuchillo se somete al poder de Dios.

Como hace Beppo Grillo, líder del movimiento italiano 'Cinco Estrellas' (Movimento 5 Stelle, MSS en Italiano), al dividir la sociedad de forma poco clara en 'la casta' y ¿los que no son la casta?, ( supongo que privilegiados y no privilegiados), Danny distingue dentro del movimiento racista moderno (ya vamos complicando las cosas, que parecían tan simples), una jerarquía de razas, que van de abajo a arriba y no de izquierda a derecha: los blancos arriba; los negros abajo y los asiáticos, árabes y latinos en medio. Estos jóvenes que se mueven por las pantallas de cine (American Story X) y que resultan tan atractivos entre sus espectadores, muchachos reales de todas las clases sociales, saben que lo que te da el poder es la fuerza bruta (así la impuso Dios en el monte Moriah), y por esta razón cultivan sus cuerpos y los llenan de emblemas fascistas, porque Hitler es para ellos el último azote de la divinidad, su último representante ante los corderos, que según ellos, jamás puso Gehová en lugar de Isaac, sino que el padre acabó, en el mayor acto de sometimiento de la historia, matando a su hijo. Los jerarcas de la modernidad, que han sustituido a cualquier dios por el mercado, ya no aceptan estos actos salvajes, ni está dispuesta a defender el holocausto, y le proponen al joven defender con el mismo ahínco la exención de los impuestos de los valientes que no se amedrenta ante nada.

El protagonista, que pertenece a los que reniegan de Abraham  y de su pueblo, y se avergüenzan de la mansedumbre con la que acudieron a las cámaras de gas,  considera judíos a los intelectuales que han infectado a la población mundial con la enfermedad de la abstracción, la base de la ciencia; judío ricos, triunfadores, que  controlan los bancos de inversión y minan la vida tradicional haciendo perder a los hombres su propia esencia unida a la tierra .El  asesinato de estos a los que el llama 'judíos', alegraría a las gentes, a condición de que no se divulgara su  verdadera condición para evitar relacionar los crímenes con los hechos del pasado que ensangrentaron  a Europa, rechazados por todos. Cree firmemente que Marx, Freud y Einstein solo han aportado al mundo el comunismo, la sexualidad y la bomba atómica; los hebreos instalados en Israel, los que operan como los tiranos, no son judíon, están enraizados, arraigados al suelo y son nacionalistas no cosmopolitas, ni laicos, y por tanto no son sus enemigos. La primera secuencia del film es, semántica y significativamente,  muy parecida al espíritu que impregnará, años más tarde el film de Steven Spielberg, Munich, (2005),  en el que denuncia a los jerarcas de la violencia, que jamás se manchan las manos de sangre, aunque son los autores intelectuales de todos los crímenes, tienen infiltrados en los mejores periódicos (New York Times, Rolling Stone...), pero que 'jamás se sentarán a la misma mesa que los ejecutores materiales de sus órdenes, pertenecientes o no al Mosad. ¿Quién son la Sra. Moebius y su hija y quiénes son los que se reúnen en su casa, entre ellos infiltrados de la policía? La empanada mental que lleva este joven tan locuaz es de un considerable tamaño, y llega un momento de inflexión en el que el film se lanza por unos derroteros muy confusos, a pesar de que muchos tengamos la convicción de que  las enseñanzas que se recibieron en la niñez y la adolescencia dejarán su impronta en el individuo  toda su vida. Danny estudió con profundidad la Torá y aprendió a no mezclar las cosas, no sólo lo profano y lo sagrado, sino la leche y la carne, algo que hace muy diferentes los restaurantes judíos de los demás. Danny descubrirá pronto que sobran matones, y faltan líderes con facilidad de palabra que muevan a las masas en la dirección que imponen los lobbys.

Un film que profundiza más que otros en las razones que pueden llevar a un joven a castigar a los de su clase o revolverse contra sus correligionarios, y que, por razones difíciles de entender en la práctica, se juega la vida, mientras otros ven como matan a sus hijos y son incapaces de revolverse contra los asesinos, usando la fuerza, aunque lo que les reste de vida no merezca este nombre. Recordemos 'La decisión de  Sophie" de Alan J.Pakula (1982). Es una importante reflexión que muchos se debieran de hacer, y que 'El creyente' propicia."


El film está disponible en Filmin.

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