En tierra de hombres. Niki Caro. Crítica



 




LA RAZÓN NO VA DE LA MANO DE LA REALIDAD





CRÍTICA:


En el post en el que incorporaba la ficha técnica, la sinopsis y la valoración que hacen del film los críticos y los espectadores, apunté la opinión de Lou Lumenik (New York Post) que define el film de la realizadora neozelandesa Niki Caro como un clásico drama social de la orgullosa tradición que ha representado en la historia de Estados Unidos y en su cine la lucha de las mujeres por conseguir un trato de igualdad con los hombres en películas como  Norma Rae, Sikwood o Erin Brockowid. Yo me decanto por la primera de estas películas como un honroso precedente de la historia de Josey Aimes, interpretada por Charlize Theron, basada en un hecho real, el de unas mujeres que adquieren conciencia en su lucha por mejorar sus condiciones de vida. Quienes llamaron a este film panfleto creo que hoy la protagonista de 'Monster' (Patty Jenkins) dice: las mujeres que tienen el suelo de su casa limpio y beben agua mineral, mientras dicen que son duras, deben saber que no lo son. La dura soy yo. Esta condición de moverse en compañía de lobos, de codearse diariamente con la esencia cruel del ser humano, el animal que llaman racional, la comparte con la protagonista del último film de esta cineasta, Niki Caro,  'Mother', que ha recibido el apoyo del público, pero ha sido vapuleada por algunos críticos. Sin embargo hace buena la reflexión de Shakespeare en Julio César: " ¡Oh raciocinio, has ido a refugiarte en los irracionales porque los hombres han perdido la razón", una realidad que inspira a  Bill White, el personaje que interpreta Woody Harrelson, un abogado que ha ejercido su profesión en New York, más sofisticado y humano, que incorporamos en el Tag Line.

Este mismo personaje incorpora en el discurso un razonamiento que explica el por qué las masas, con frecuencia, eligen gobernantes que no esconden en sus programas sus proyectos de privatizaciones y liberalización de los servicios sociales, los pilares del bienestar, medidas generalmente unidas a un empeoramiento de las condiciones de trabajo, en pro de un aumento de la riqueza para todos que nunca llega, y White se pregunta qué tiene que hacer uno para que el que tiene el poder no haga daño a los que están desprovistos de él. El análisis que hace Niki Caro no está limitado a la denuncia del maltrato de los diferentes, de la diversidad; un claro ejemplo de ello es el examen que realiza un ginecólogo a Josey, antes de firmar el contrato con la empresa minera, para comprobar si está embarazada, una prueba de la que están exentas las mujeres que desempeñan funciones en el universo laboral llamado de los cuellos blancos (White-Collar Worker, trabajadores con estudios que realizan tareas profesionales, como la abogada de la empresa en el juicio contra el acoso que sufren las mujeres en el trabajo). El análisis de género no se queda en la igualdad de las mujeres, sino que las sitúa en su contexto social; las masas dependientes de un salario funcionan como una manada, dice White, como una grey en la que no debe sobresalir nadie ni por su belleza, su inteligencia, o su triunfo en el ámbito laboral. Siempre deben estar unidas, porque tienen miedo a desperdigarse y ser abatidas antes. Quizá no sea un argumento del todo irreal, porque ya sabemos que se perdona más al pobre de solemnidad que al que ha tenido éxito en la vida y formaba parte del rebaño. Finalmente, ante la lucha que emprende la protagonista, al resultar ganadora por un error de la defensa de la compañía minera, la mitad de los trabajadores, con independencia de que sean mujeres u hombres, apoyan a la mujer en su lucha. Hasta ese momento había sufrido no solo el acoso de sus compañeros de trabajo, sino el de las mujeres de la localidad, que la denostaban con los mismos insultos, haciendo más honda su herida, una actitud que tenía consecuencias en la familia de Josey.

Decíamos al principio que esta historia ficticia estaba basada en un hecho real, en el abuso continuado de los mujeres sobre sus escasas compañeras de trabajo, que bajaban a la mina por necesidad. Gracias a la lucha de estas mujeres, se consiguió aprobar el primer reglamento contra el acoso de cualquier tipo, que las denigraba, las dejaba indefensas frente a los insultos y fechorías de todo tipo, incluido los ataques lascivos y denigrantes, escritos en las paredes, pero también con intrusiones asquerosas en las pertenencias de las mujeres dentro de sus taquillas, y con tocamientos indeseados por éstas. Todos eran testigos, pero, incluso los sindicatos, no estaban dispuestos a mirar la realidad de estas mujeres. El primer reglamento contra estas prácticas es de 1989, apenas hace 33 años y abrió puertas a escala mundial, pero muchos movimientos han olvidado el martirio que sufrieron muchas mujeres en su centro de trabajo. Un film interesante, que podéis ver en Amazon Prime. La atmósfera que crea Niki Caro no es agradable, con secuencias filtradas en tonos fríos y paisajes con altas tasas de contaminación a causa de la presencia de las minas, muy contaminantes; fuera del hogar todo es hostil.


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