S**o en Nueva York. Crítica II. Temporada 3.

 





A MEDIDA QUE AVANZA LA SERIE Y LAS PROTAGONISTAS VAN GANANDO AÑOS Y DISMINUYEN SUS POSIBILIDADES EL RELATO SE TORNA OSCURO Y MUY DISTÓPICO.


Si al principio las protagonistas aparecían como mujeres que habían roto el techo de cristal, lo que las igualaba en oportunidades al sexo opuesto, comienzan a salir sus fisuras y quedar en descubierto sus fragilidades. El interés en torno a las cuatro protagonistas va decayendo ya que se reduce exclusivamente a su actividad sex**l. Sabemos a qué se dedican; una es abogado, la otra columnista, otra relaciones públicas y la última está al frente de una sala de exposiciones, pero apenas la cámara entra en alguna ocasión en sus lugares de trabajo por breve tiempo, y en teoría parecen todas hermanas de Afrodita que nació de la espuma del mar; son libres, no tienen ataduras, ni obligaciones sentimentales con nadie, excepto entre ellas mismas, lo que las convierte en una rara avis y a la larga de un arquetipo de mujer de una larga soltería. Tanto que las mujeres que leen la columna de Carrie le piden un curso de entrenamiento y descubren que no sólo no han estado casadas nunca, no tienen hijos y los ligues les duran menos que un caramelo en la puerta de una escuela, una disfunción que haría exclamar de horror a más de un psicólogo, dispuesto a indagar en lo que subyace en su psique.

Poco a poco la historia no solo alcanza tintes misóginos insoportables. Si en las primeras temporadas las familias no aparecían en la pantalla, salvo la madre de Mr.Big, a la que éste llevaba a misa los domingos, ahora comienzan a hacerse presentes cada vez que una de ellas entra en contacto con un hombre con independencia de su edad, y son miradas de manera muy negativa, como causantes de todos los traumas que desarrollan sus hijos (varones-desde-luego), ya sea por pertenecer a familias distinguidas (todos)  o tener una perspectiva profesional poco optimista. Pero estas  chicas, en cuyo estatus social de procedencia apenas se profundiza, cuidan muy bien sus ovarios y sus óvulos para garantizarse un posible matrimonio cuando comiencen a ser desplazadas en las fiestas por las teenagers, veinteañeras y que todavía no han cumplido los treinta y salta la alarma, y empiezan a competir con los gays. Si no hubiera hombres, no nos harían sufrir...dice Charlotte, que llega a cuestionarse si las responsables no serían ellas.

Poco a poco Carrie comenzará a entender que entre sus escasos recursos  los más sólidos son Mr.Big y su madre episcopaliana. Y es que, cuando se acercan a la edad en la que la mayoría de sus competidoras son madres o han conocido el matrimonio, se reducen sus posibilidades y acaban dedicando su tiempo a buscar más trapitos en tiendas de ropa de 5 dólares. Las mujeres con las que se relacionan de la clase media alta no quieren ni oír hablar de sus adicciones, consideradas de mal gusto, sobre todo a la hora de la comida o del té. Si borramos a las madres de las mujeres por voluntad propia, a la de los hombres, por presión social (este asunto esta tratado de forma seria y contundente en 'No hay boda sin caos' ), a los  gays y lesbianas, , por ejercer en la calle ¿qué nos queda? Las cuatro amigas, una de las cuales, la relaciones públicas más potente económicamente y que ha sobrepasado los 45 años, paga 7,000$ por el alquiler del piso; todas ellas siguen  buscando sus contactos en locales de noche, clasificados  según  los gustos de sus clientes.

Lo cierto es que la serie defrauda a medida que avanza, como defraudan los movimientos transversales que se imponen a sí mismos e imponen al resto su modo de ver la vida, tanto en el aspecto estético, al igual que ocurre en la serie ubicada en Manhattan, como en su forma de concebir el s**o. Incluso a mujeres como éstas, libres e independientes, que abandonaron su familia a los 20 años, y se olvidaron de las madres, pero también de los padres, les llega el momento de reconocer que la soledad impuesta, lejos de seres queridos, pesa, y vuelven la mirada al pasado para buscar en los rescoldos de hogueras del pasado, cuando no habían cumplido 30 años. A partir de ahí comienzan un trayecto que estaba cantado, un descenso de la pendiente, emblematizado por la última imagen borrosa del Edificio Chrisler, el más emblemático de Manhattan, tras la desaparición de los Torres del World Trade Center... que da paso a la temporada 4.

La temporada 4 comienza con el reconocimiento de que las mujeres solteras, las casadas, las que tienen hijos de cualquier sexo (no es indiferente y por eso lo señalo), las madres y las hijas o hijos, se ven obligados a representar su propia comedia con el objetivo de esconder su decepcionante realidad. 

Comentarios

Entradas populares