Pequeños calvarios. Javier Polo. Cinema Jove.
Fotografía de UPV
COMEDIA CANALLA, TREPIDANTE, A VECES VERTIGINOSA, DESMADRADA, DIVERTIDA... CON UNA ESTRUCTURA CAPITULAR, SEGÚN LA PROPIA DEFINICIÓN DEL DIRECTOR.
FICHA DE IDENTIFICACIÓN (PINCHAD AQUÍ)
El día 26 de junio de 2025 tuve el privilegio de asistir, en el marco del Cinema Jove de Valencia, a la proyección de Javier Polo, un joven cineasta que lucha por abrirse un espacio propio y singular en el cine español, que se sitúa a mitad de camino entre las producciones patrias y un cine más internacional, algo muy evidente en la banda sonora, realizada por Juanma Pastor y Carlos Ortigosa, que incorpora, a su recorrido, temas propios del grupo Johnny B.Zero, en inglés, excepto 'Pequeños Calvarios' , tema de Juanma al que se suma algún otro en español.
El colorido que caracteriza el cine del valenciano, tiene algún precedente en nuestro país, Pedro Almodovar, pero en esta ocasión el foco no se pone en las clases más desfavorecidas, sino en una clase media con sus pequeñas manías, contemplada con un discurso formal más racional, que corresponde a su mirada, en el que predomina la línea recta, muy evidente en el primer relato, en la secuencia en la que dos mujeres hablan, sentadas en un banco, ante una pared pintada en un color rojo brillante, que contrasta con el de de sus uniformes. Un guiño al cine español más internacional, al que incorpora la luz brillante de su tierra natal y su perspectiva de corte más actual con toques de racionalidad.
Si la mirada esperpética y gamberra atraviesa sus relatos ¿podemos concluir que, en este caso, la forma coincide con el fondo? En los aspectos tratados desde luego, pero es en la estructura donde se introduce la mayor carga de profundidad, que corre a cargo del relojero, que actúa como un deus ex machina, respecto a cuya figura, que funciona como conector de los historias autoconclusivas, no vamos a decir nada más que suponga un spoiler, muy temido por el público y, como consecuencia, por los realizadores, un hombre más dependiente que cualquier protagonista de las restantes historias, a pesar de su aspecto desenfadado, representado por una indumentaria que cubre apenas su cuerpo , con una imagen que funciona como conector de los pequeños relatos y acaba por demostrar su dependencia de un 'ser superior', dando pie a la máxima clásica de que el tiempo se agota (tempus fugit).
He visto algún homenaje a comedias norteamericanas, muy significativo, que nos lleva a recordar a cineastas con trastorno bipolar, capitaneados por David O`Russell en 'El lado bueno de las cosas', con imágenes que han quedado fijadas en mi cerebro, una evidencia de la cultura cinematográfica de Javier Polo, que va un poco más allá de las pequeñas manías que a todos nos acorralan, y que pueden tener trasfondos más oscuros. La aparente superficialidad esconde un fondo más tenebroso, como el que representa el último relato, que, al menos a mí, me retrotrae a Buñuel en películas como 'El Ángel Exterminador' o Narciso Ibáñez Serrador en 'Quién puede matar a un niño'.
Javier se nos ha hecho mayor (le quedan dos años para poder participar en Cinema Jove'), aunque ya da signos de una madurez que lo aproximan a un cine más universal, que buena falta nos hace. Tras un debate con la IA hemos llegado a la conclusión de que Javier Polo no sólo va avanzando hacia un cine más internacional, sino que mediante la creación del personaje del relojero como un Deus ex machina. el verdadero conector de las cuatro historias, a imagen de Robert Alman en 'Vidas cruzadas', va conduciendo todo el edificio al alegato final: 'El tiempo se agota'. Puedo concluir, pues, que, con independencia del género elegido (drama, comedia o dramedia), se puede formular una conclusión que a todos nos atañe.
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