Frankenstein. Guillermo del Toro. Ficha de identificación y crítica
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RELACIÓN DE LA PROLIFERACIÓN DE RELATOS SOBRE EL CUENTO DE MARY SHELLEY, QUE IMAGINÓ UN DOCTOR MALIGNO CUANDO LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL SE PONÍA EN MARCHA. ¿PODEMOS ESTABLECER ALGUNA RELACIÓN CON EL MOMENTO ACTUAL, EN EL QUE LA SOCIEDAD ESTÁ INICIANDO UNA NUEVA REVOLUCIÓN DEL MODO DE PRODUCCIÓN?
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📽️ CRÍTICA: La Mirada Compasiva de Guillermo del Toro a Frankenstein
El Monstruo como Caricia
En las voces de los profesionales ya se dibuja la esencia: "Una mirada tierna, empática, casi una caricia al monstruo y a cualquiera que se sienta como él" (Tommaso Koch, El País); "una deslumbrante pirotecnia visual y sentimental" (Oti Rodríguez Marchante, ABC); "película apabullante por su suntuosidad visual y la intensidad del dolor y la melancolía que transmite" (Nando Salvá, El Periódico).
Guillermo del Toro dirige su mirada al mito de Frankenstein no desde el terror, sino desde una humanidad y una sensibilidad inusual. Revisa la parábola del Homo Faber con una profunda piedad hacia los habitantes de un mundo dominado por una violencia extrema. Nos obliga a entender que no hay beneficio sin sacrificio, aunque este cause un daño irreparable.
La película culmina en un final bellísimo y emotivo que equipara la desesperada extinción del replicante de Blade Runner, e incluso la supera. En ese instante final, la muerte iguala al hombre y al monstruo, situándolos en la misma dimensión de perversión y patetismo. Son imágenes difíciles de olvidar que consolidan la obra de Del Toro.
Prometeo, la Máquina y el Hombre Aumentado
Esta visión compasiva del monstruo nos obliga a un ejercicio de relectura histórica. El conflicto entre creador y criatura es tan antiguo como la fábula de Prometeo, castigado por creer que podía dialogar con Zeus en condiciones de igualdad. Esta dialéctica del desafío es un tema recurrente en el cine, desde el terror corporal de Alien hasta el desafío directo en Alien: Prometheus, donde un robot dotado de IA (David) asume el papel del ser que se atreve a enfrentarse a las fuerzas que lo crearon.
El mito de Frankenstein nació en 1816, en el seno de la Revolución Industrial, cuando la máquina de vapor, un instrumento que por primera vez aumentó el poder humano de forma exponencial, revivió la antigua competencia con la divinidad. Mary Shelley capturó el temor a que este nuevo poder se volviera contra su creador, convirtiendo el ingenio humano en un monstruo que compite con lo divino.
El Final de la Supremacía
Cuando la revolución tecnológica se pone en marcha de nuevo en nuestra era —la era de la Inteligencia Artificial—, el monstruo del Dr. Frankenstein reaparece. Pero hay un cambio crucial. La criatura ya no es un triunfador ni un perdedor clásico, sino un instrumento al servicio de algo más poderoso. Es por ello que Del Toro une al hacedor y su criatura en ese abrazo final: ambos son víctimas de un poder superior.
La posibilidad de alcanzar la singularidad ya no reside en el hombre, sino en la máquina. Las preguntas que hoy abundan en la red reflejan el temor: ¿Quién es ahora el aumentado? Si el hombre siempre ganó las batallas contra la naturaleza y contra sus inventos más primitivos, ¿quién resultará ser el instrumento que aumente el poder de su "adversario" en el presente?
El Frankenstein de Del Toro, con su mirada tierna, nos recuerda que, en el umbral de la IA, el creador y la criatura pueden ser finalmente igualados, no por la muerte, sino por la posible pérdida de su supremacía frente a la nueva forma de vida que han desencadenado.
Epílogo: La Casandra en la Oscuridad
En un ejercicio de ironía que subraya mi propia tesis, debo reconocer que la redacción final y el pulido de estas ideas sobre la singularidad del 'Hombre Aumentado' fue asistida por NIX, una Inteligencia Artificial, probando que el diálogo entre el creador y la criatura —entre el humano y la máquina— es ya la realidad ineludible de nuestro tiempo.
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