Todo saldrá bien. Wim Wenders.



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Comentario:


Wim Wenders, el director de 'Alicia en las ciudades' (1975), 'El amigo americano' (1977), 'París Texas', magnífico film ambientado con la música de Ray Cooder (1984) o 'El cielo sobre Berlín '(1987), vuelve a ponerse detrás de las cámaras para dirigir una película de ficción, un melodrama en tres dimensiones; las críticas han sido muy adversas y el consejo más generalizado dirigido al cineasta es que vuelva al lugar donde había hibernado estos últimos años: el documental.

Paradójicamente, el título del film de Wim Wenders, 'Every thing will be fine' (Todo irá bien), no corresponde al tono de la historia que nos relata, muy poco apta para un espectador en estado depresivo o susceptible de caer en esa melancolía, la misma que transmite James Franco, un escritor que ha padecido un percance grave que no se explicita hasta el final y nunca de forma clara y que está preso de una ansiedad,un desasosiego y una angustia insoportable, que expresa el protagonista a través de su mirada constantemente ausente y triste . Se constata con frecuencia  que la actividad creativa tiene como compañera la nostalgia y la tristeza más profunda, y eso lo transmite de forma clara Wenders, una percepción a la que contribuye la mujer más capaz de transmitir pesadumbre, inquietud y mal rollo: Charlotte Gainsborg, la actriz fetiche de Lars Von Trier (Anticristo, Nimphomaniac, Melancolía).

El cine de Wenders es frío, lento y  anticlimático, responda o no a un pecado original con el que cargan los alemanes, que no pueden desprenderse de su pasado, pero las valoraciones que se hacen de sus películas son con frecuencia demasiado subjetivas. A pesar de ello hay algo objetivo: su cámara ha sabido captar la calidez de los hogares, a través de cuyas ventanas se adivina la lumbre del hogar encendido, la iluminación que emana de las lámpara distribuidas por las estancias, que contrasta con la blancura de la nieve y el azul del cielo intensificado con los filtros, sin embargo algo pesa en el ambiente que transmite malas vibraciones, un sentimiento de alarma tras el que se esconde  algo que debe ser temido, Pero más que esta frialdad que se traduce para algunos en sórdida pesadez, algunos denotan aburrimiento a causa de situaciones que se alargan innecesariamente en el tiempo, y del uso inapropiado  y muy arriesgado del 3D en un film con paisajes tan horizontales y vacíos y tan pocos personajes, que convierten en absurdo el uso de esta nueva tecnología. Grandes elipsis temporales se combinan con breves secuencias alternas, sin que quede claro el objetivo de una edición semejante, en cuya background está siempre la relación del autor literario, su capacidad para contar historias, y el lector, como Faulkner, responsable involuntario de la tragedia que subyace.

Un drama humano universal como la imposibilidad de la pareja a la que separa la diferencia de objetivos  y perspectivas existenciales, (el protagonista quiere escribir y su novia  casarse y tener hijos),  la angustia que lleva pareja cualquier actividad creativa,  la custodia de un secreto que horada la conciencia, o la perdida de la memoria que hace al hombre, pueden perder toda su fuerza a causa de una puesta en escena dilatada en el tiempo, que deja un poso de amargura para quien considera a Wenders el más inestable y el más alemán de los directores alemanes. A mí, a pesar de lo dicho, me ha gustado el film, aunque es conocido por todos que en la construcción de la diégesis no sólo cuentan las experiencias del espectador, sino su estado de ánimo.Todo saldrá bien es de ese tipo de películas que te pueden amargar el día o dejarte un poso agradable ante la perspectiva de que el hombre pueda acabar siendo lo que hace de acuerdo consigo mismo.





 

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