La guerra de los mundos. Byron Haskins.






Ficha técnica:


Título original: The War od the Worlds.
País: Estados Unidos.
Año: 1953.
Duración: 85 minutos.

Dirección: Byron Haskins.
Guión: Narré Lyndon, basado en la novela de H.G.Wells.
Dirección de Fotografía: George Barnes.
Música: Leith Stevens.
Edición: Everett Douglas.
Dirección artística: Albert Nozaki, Hal Pereira.
Decoración del set: Sam Comer, Emile Kuri.

Diseño de Vestuario: Edith Head.
Departamento de maquillaje: Wally Westmore.

Productores: George Pal.
Productor ejecutivo: Cecil B.DeMille.
Compañía productora: Paramount Pictures.


Intérpretes:



Gene Barry : Dr. Clayton Forrester,
Ann Robinson : Sylvia Van Buren,
Les Tremayne : Maj. Gen. Mann,
Robert Cornthwaite : Dr. Pryor,
Sandro Giglio : Dr. Bilderbeck,
Lewis Martin : Pastor Dr. Matthew Collins,
Houseley Stevenson Jr.: ... Gen, ayudante de Mann,
Todos los créditos en Imdb.


Sinopsis:


Cerca de un pequeño pueblo de Estados Unidos cae algo que, a primera vista, parece ser un meteorito. Los vecinos acuden al lugar del acontecimiento y descubren que un extraño objeto de que emerge una especie de ojo que empieza a disparar un rayo mortal. Es una nave marciana que, junto con otras muchas, ha llegado a la Tierra para conquistarla. La invasión está teniendo lugar simultáneamente en todo el planeta y ni siquiera la bomba atómica podría detenerla. La humanidad está perdida. 

Curiosamente el film gozó de tres nominaciones al premio Óscar de 1953, otorgado a los Mejores Efectos Especiales.


Críticas:


No hay críticas a esta película, con excepción de la que realiza la página Filmaffinity, que aporta informaciones de todos conocidas: "Adaptación del clásico de H.G. Wells sobre una invasión alienígena de la Tierra, que traslada la acción de la novela del Londres de 1890 a la California de los años más calientes de la Guerra Fría. Archipopular hoy en día por la adaptación que Spielberg y Tom Cruise hicieron en el año 2005, la historia de la conquista planetaria por parte de los marcianos ya era ampliamente conocida gracias al programa de radio que Orson Welles hizo en 1938, una adaptación radiofónica que provocó el pánico y la histeria al creer la gente que New Jersey y Nueva York estaban siendo invadidas de verdad. Puro cine de serie B que se llevó el Oscar a los efectos especiales.


Comentario:


Si algo demuestra el film de Byron Haskins, tomando como referencia el que hizo más de cincuenta años después Steven Spielberg, es la evolución que ha experimentado la tecnología en la creación de un mundo imaginario y la importancia que tiene en las artes audiovisuales la construcción de un relato fantástico, en especial si nos enfrentamos a una película de ciencia ficción, y la responsabilidad que asume el equipo de dirección. Cuando se hizo esta película los recursos eran muy pobres, por lo que las imágenes muestran, sobre todo, las consecuencias de los ataques alienígenas, (ruinas de edificios emblemáticos) incapaces de representar el más pequeño amago de acción. Cuando el protagonista reprocha ante los restos de una nave los estragos que han hecho los  invasores en su familia y su religión está haciendo un discurso literal, -su compañero de hazañas es un sacerdote -, y el hecho de que se ubique en plena guerra fría apenas tiene traducción en el texto o el background.

Siempre es difícil y da pie a grandes polémicas la adaptación de un texto literario. Muchos no son partidarios de realizar este ejercicio porque fían más en la imaginación creativa del lector para generar sus propios universos, mientras que el cine traduce las fantasías de sus realizadores, ya sean guionistas, directores o fotógrafos. Pero no nos cansaremos de decir que son medios de comunicación y representación diferentes, al igual que ocurre con la pintura, y supone un error invadir terrenos que no son propios. La película de Byron Haskins  es probable que causara impacto en un público de 1953, pero con el tiempo ha perdido toda efectividad, una situación que se agrava porque el guionista no ha sabido construir un subtexto que hubiera podido funcionar a modo de metáfora perdurable en el tiempo y que otros supieron hacer, como ocurrió con Robert Wise en 'Ultimatum a la Tierra' (1951), que dispuso todavía de menos recursos.

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