Captain fantastic. Matt Ross.




HAY BATALLAS QUE NO SE PUEDEN GANAR
LOS PODEROSOS CONTROLAN  A LOS INDEFENSOS
ASÍ ES COMO FUNCIONA EL MUNDO. ES INJUSTO, INMORAL Y ARBITRARIO




Ficha técnica:



Título original: Captain Fantastic.
País: Estados Unidos.
Año: 2016.
Duración: 116 minutos.

Dirección:Matt Ross.
Guión: Matt Ross
Casting: Jeanne McCarthy, CSA
Dirección de  Foyogtsfía: Stéphane Fontaine, a.f.c.
Música: Alex Somers.; supervisor: Chris Douridas.
Edición: Joseph Krings.
Dirección artística:
Decorador del set:

Diseño de Vestuario: Courtney Hoffman.

Productores: Lynette Howell Taylor, p.g.s., Jamoe Patricoff, p.g.a., Shivani Rawat, Monica Levinson
Productores ejecutivos: Nimitt Mankad, Declan Baldwin.
Diseño  de sonido: Frank Gaeta.
Diseño de producción: Rusell Barnes.
Compañías:  Entertainment One Features. Shivans Pictures, Electric City Entertainment Production.


Intérpretes:


Viggo Mortensen: Ben,
Frank Langella: Jack,
George Mackay: Bodevan,
Samantha Isler: Kielyr,
Annalise Basso: Vespyr,
Nicholas Hamilton: Rellian,
Shree Crooks: Zaja,
Charlie Shotwell: Nai,
Ann Dowd:  Abigail,
Erin Moriarty:
Missi Pyle: Ellen,
Kathryn Hahn: Harper,
Steve Zahn: Dave,
...


Sinopsis:


Ben (Viggo Mortensen) es un hombre que ha pasado diez años en los remotos bosques situados al noroeste, criando a sus hijos. Sin embargo, las circunstancias hacen que tan peculiar familia deba abandonar su modo de vida en la naturaleza y volver a la civilización. Asimilar su nueva situación y adaptarse de nuevo a la sociedad moderna no va a resultar muy sencillo.


Comentario:



ENTRE NOAM CHOMSKY Y  MILTON FRIEDMAN, ENTRE EL DRAMA Y LA COMEDIA


Muchos dudarían a la hora de clasificar este film entre el drama y la comedia, porque, sin ninguna duda, 'Captain Fantastic' tiene elementos de uno y otro género, aunque se impone una reflexión profunda sobre la elección no sólo vital, sino estructural, económica y social, en la que los hijos  del protagonista deben ser educados, y, sin perder de vista que las ideas que nos han de regir en el resto de nuestras vidas arraigan en fases tempranas de la misma. El asunto que  Matt Ross lleva a las pantallas, más allá de algún que otro chiste o chascarrillo, es de gran trascendencia y sitúa en un contexto determinado a una familia burguesa, culta e ilustrada, que ha decidido volver a la naturaleza con todas sus consecuencias...hasta que las cosas se tuercen. Por esta razón nos inclinamos a clasificarla como drama, al que añadimos un epíteto: muy, muy pretencioso, tanto que, consecuentemente, acaba como tiene que acabar.

La decisión de Ben y de su esposa de instalarse en el Boulder, en el estado de Colorado,  responde a una visión naturista de la vida, que, a causa de las formas de existencia elegidas, muchos caerán en la tentación de llamar hippies, pero que han inspirado a muchos hombres desde la antigüedad, cada vez que las cosas han venido mal dadas en la economía de cualquier sistema basado en la convivencia en ciudades desde el esclavismo, y que explican expresiones artísticas como las de Fragonard o Gauguin, que encierran en su propia esencia muchas contradicciones, ya que ciertas vueltas al campo se realizan con todos los avances tecnológicos de la modernidad de  cada momento (ballestas complicadas, libros, ropa confeccionada, por muy alternativa que parezca, etc.). En esta historia simple y sencilla, -un hombre debe asistir con su familia numerosa al entierro de la madre, afectada de un síndrome bipolar afectivo, que ha puesto fin a su vida voluntariamente -, importa más el subtexto, el background, que es en realidad el que intenta provocar la reacción del espectador, como esa imagen, un tanto infantil, en la que Vigo Mortensen aparece desayunando en la puerta de su enorme roulotte , un tanto destartalada por el uso, completamente desnudo a la vista de los viandantes.

De ahí que caiga en constantes contradicciones, como la de cazar la comida que han de consumir cada día, sin excluir la llamada caza mayor de animales, ya que no se pueden permitir el lujo de ser vegetarianos ni beganos en medio de la selva; Ben lleva tatuajes realizados en establecimientos especializados en tattoos, (los motivos con que se adornaban  y adornan para la guerra y otros acontecimientos, o simplemente como adorno, pueblos como los pictos celtas o los indígenas americanos, se utilizaban generalmente en estas únicas ocasiones y no solían ser permanentes); el y sus hijos usan ropa confeccionada, aunque sea de colores chillones, y viajan en un vehículo motorizado que no tiene nada de natural y contamina como los demás. Disponen de libros publicados por editoriales instaladas en las ciudades, que usan papel para elaborar sus volúmenes, declaran sus últimas voluntades ante notario y manifiestan el orgullo y la altivez de quien  cree que imparte y recibe una educación muy superior a la que se proporciona en cualquier institución educativa. Cuando enferman, acuden a los hospitales, una actitud que se hace demasiado explícita en alguna ocasión (no perdáis de vista la clase del padre sobre Nabokov y su novela 'Lolita'). Uno de los mayores conflictos entre la familia urbanita y la que vive en los bosques reside en la forma de enterramiento, -inhumación o incineración -, aunque aquí de nuevo se produce la simbiosis entre tradición (budismo versus cristianismo) y modernidad- En el bosque no hay WCs. Cada cual que se lo plantee como quiera.


Críticas:


Como habíamos anticipado las críticas se iban a debatir entre la atribución del film a diferentes géneros, ya que Matt Ross participa de varios de ellos, confundiendo discursos teóricos y actitudes vitales e ideológicas frente al consumismo ya estandarizadas en la sociedad. El celebrar el consumo de productos dietéticos obtenidos en tiendas naturistas, prohibitivos para las masas que adquieren 'mierda' de las grandes superficies comerciales, es como querer ver a Noam Chomsky detrás de los cientos de sombras de Grey; intento maniqueo y aleccionador de apartar a las masas de las grandes cadenas de fast food, loable, aunque naïf . Jordi Costa, tras realizar un presunto elogio de la película, culmina su escrito para 'El País' con una crítica que coincide con nuestros planteamientos, aunque sea por casualidad, cuando concluye que el film "culmina con un mensaje acorde con su carácter anómalo de revolución controlada, de película para hacer pensar, y al mismo tiempo entretener, a las mayorías reinantes." (1) Más que interesante ( palabra prohibida en el círculo de Ben) yo diría que la película invita al debate; es difícil casar semejante modernidad con comer la carne de animales obtenida mediante la práctica de la caza mayor, piezas a las que los propios comensales acaban de sacrificar, cuando las masas, teóricamente más cultivadas, son beganas. El mérito de Matt Ross reside en hacer patente semejante contradicción. Entre otras cuestiones que en nuestro mundo políticamente serían objeto de debate, como el que se hable con toda sinceridad y naturalidad del suicidio de padres, hermanos o compañeros con niños pequeños, que no exime al personaje de dejar caer algún matiz paradójicamente muy conservador, o enseñar a unos jóvenes que viven en la selva siete idiomas, entre ellos una lengua tan minoritaria como el esperanto. Fascina, sin embargo, la escena en la que los seis hijos de Ben agobian a un agente del orden  mostrándose como una secta religiosa; puesto en fuga el policía, el hijo mayor proclama: "¡l poder al pueblo!, ¡Resiste a la autoridad!'

Tiene razón Juan Manuel Cuéllar cuando busca un referente del film y lo encuentra en 'La costa de los mosquitos' (Peter Wier, 1986), y resume en el titular las críticas que hemos formulado: "Cuando todos tienen razón y no la tiene ninguno."  Y  es que, a medida que avanza la historia se pone en evidencia el virage antisistema  hacia  la moraleja, que  muestra que cualquier extremo es malo, aunque a lo largo de la película queda claro que ·con "la comunicación y el saber escuchar se puede llegar, esta vez sí, al fin del mundo."(2) Nando Salvá llama a esta historia 'resultona impostura', Muy buena la entrada  de Manuel Yáñez Murillo para Fotogramas, aunque no estemos de acuerdo totalmente con el contenido del artículo: " Tratándose de una película próxima a las fórmulas del domesticado cine indie, 'Captain Fantastic' sorprende por su espíritu subversivo." (4) A pesar de todo el film tiene el valor de cuestionar el sistema capitalista desde dentro y ser coherente con sus principios hasta el final, destacando tanto por sus luces como por sus sombras. "No sé nada de la vida que no esté en los libros", le reprocha el hijo, y esa es la mayor evidencia de que es más difícil de lo que parece cargarse el sistema desde dentro; si Ben educó a sus hijos para volver a la naturaleza, a él y a su esposa los criaron en el corazón de la civilización más desarrollada y les inculcaron sus valores culturales y sociales: aprender idiomas, física, química, psicología, historia, literatura, y vestirse para cenar, aunque la ropa sea alternativa. Y, aunque el trastorno obsesivo compulsivo tenga su origen en una carencia de serotonina, no parece lo más adecuado dejar a quien más quieres en un hospital, un símbolo absolutamente antinatural, que, entre otras cosas, priva de libertad a los enfermos, y volver a la selva y esperar a que la enfermedad siga su curso, durante un mes o veinte años, lo cual equivale a un abandono que el personaje resuelve pidiendo perdón al cadáver de su esposa por no haber sabido qué hacer.

La página Filmaffinity, tras sacar la media ponderada de 9,968 votos le otorga una puntuación de 7.5. En Estados Unidos las valoraciones han sido todavía más favorables al film. El Tomatometer de la página Rotten Tomatoes da un índice de aceptación de la prensa del 82%, consultados 182 medios, y del 85 % del público, pulsada la opinión de 18,180 usuarios.

(1) Los hijos de Noam Chomsky. Diario 'El País',  23 de septiembre de 2016.
(2) Cuando todos tienen razón y no la tiene ninguno. Diario 'ABC',
(3) 'Captain Fantastic': resultona impostura. Diario 'El Periódico', 22 de septiembre de 2016.
(4) Para observadores críticos del orden social. Fotogramas.






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