Oliver Stone. Wall Street (1987)





Hace unos días hablábamos de la importancia del DVD como instrumento para forjar una crítica cinematográfica y del valor interpretativo de los making of. En este caso y considerando el cine como esa ventana abierta al mundo (Claude Chabrol) , la utilización de la moviola nos permite ahondar en las causas de la crisis económica global en la que estamos hundidos y de la que no se saldrá sin grandes esfuerzos colectivos,gracias al profundo análisis del gran cineasta Oliver Stone y su film Wall Street, realizado en 1987 (hace 23 años) que no fue atendido debidamente.

Imbuido de la inclinación documentalista de su director, el film comienza, mientras van apareciendo los títulos de crédito, con una crónica del amanecer en la ciudad de Nueva York, el despertar de una ciudad, en cuyo skyline aún emergen las Torres Gemelas, con sus populosas avenidas repletas de funcionarios y oficinistas que como autómatas se dirigen a sus puestos de trabajo; Bud Fox, ( Charlie Sheen) es un joven agente de cambio y bolsa, hijo de un sindicalista que trabaja en unas aerolíneas, cuyo sueño es conocer al gran hombre de negocios Gordon Gekko, ( Michael Douglas ) con el objetivo de que llegue un día en que se cumpla su sueño: estar al otro lado del teléfono, lugar de los especuladores. Aunque gana un sueldo suculento, es insuficiente para vivir en la gran urbe y pagar su crédito universitario, detalle interesante, pues en EE.UU. donde todo está privatizado, te prestan dinero para tu formación y luego pasas media vida devolviéndolo. Los antiguos romanos tenían claro que un sistema corrupto era aquel en el que los intereses privados primaban sobre los públicos. El padre-sindicalista tiene claro que el dinero es sólo un valor de cambio:" El dinero es eso que necesitas por si no te mueres mañana".

Abundantes contrapicados y amplísimos despachos acobardan al individuo y contrastan con la imagen de Bud Fox subiendo por las escaleras del Tribunal de Justicia que le va a juzgar mientras la cámara se aleja y se eleva hasta convertirlo en un pequeño insecto que se confunde con los demás. El espejismo ha terminado para él, como ha terminado para gran parte de la población mundial, que ha despertado de su gran resaca. Oliver Stone advierte al ciudadano de buenas intenciones de que en este mundo no caben los principios morales o éticos, cuando Gekko le dice a Bud si es tan ingenuo que cree que lo que diferencia a dos hombres, apostados en la acera, un mendigo y un hombre de negocios, es tan sólo la suerte; el propio jefe le previene acerca de los atajos, ya que los que buscan el dinero fácil suben y bajan con el mercado alcista, mientras los operadores fuertes se mueven en el bajista, y el dinero, obtenido con mayor honradez, se destina a la ciencia y la investigación. Pero el joven se deja arrastrar por la codicia y busca una amante de lujo y un piso en el East Side, donde vive la gente más adinerada.

Pero el cinismo de Gekko es un aviso para navegantes: ya en 1987 América era una potencia de segundo orden, con un déficit comercial y fiscal incontrolable, en el que las directivas de las empresas que cotizaban en bolsa apenas controlaban un 3% de sus compañías, mientras los accionistas eran manipulados por los burócratas, que costeaban sus elevadísimos sueldos, comilonas, aviones privados y otras zarandajas con gran parte del déficit que presentan las empresas. El especulador se presenta ante los accionistas como su liberador. A continuación expone la teoría que ha hecho famoso el film:"La codicia es buena, necesaria y funciona, abre caminos y capta la esencia del espíritu evolucionista; la ambición es positiva en todas sus formas, ya sea por la vida,el dinero, el amor o la sabiduría". Salvará a esa gran empresa en quiebra que son los EE.UU. ¿Sabíamos ésto cuando poníamos los pies en la mesa del Presidente o hacíamos de tontos útiles ? Me viene a la memoría la canción de Carlos Gardel: "Silencio en la noche, ya todo está en calma, silencio en la noche, la ambición descansa".

La relación entre los dos hombres salta hecha pedazos cuando Gekko, pasándose de frenada, especula con la empresa donde trabaja el padre de Bud para hundirla, con el único argumento de que era hundible; el hombre de negocios disecciona (recordamos de nuevo, en 1987) la mentalidad que ha llevado a la ruina de la humanidad: Los ricos sacan un conejo de la chistera y crean una ilusión, que se vuelve realidad, y cuanto más real se vuelve con más avaros cuenta. Capitalismo absoluto. Pero, el 1% de los ricos posee la mitad de la riqueza ( en la secuela Oliver Stone cuantifica en un 44% la inflación económica,compuesta unicamente de aire ); pero luego nos cuenta lo peor: sólo un tercio de la riqueza real procede del trabajo, los otros dos tercios restantes proceden de las herencias. Intereses sobre intereses acumulados para viudas e hijos tontos. Los primeros son puros especuladores, mientras, el 90% de los americanos no tiene nada o casi nada. Los primeros hacen las normas, manipulan las noticias, compran a los creadores de opinión, deciden la guerra o la paz y hasta el precio de un papel. Termina con una tremenda pregunta: ¿No serás tan ingenuo como para creer que vives en una democracia ? Es el mercado libre, del que ambos forman parte porque tienen ese instinto asesino; todas las guerras se ganan antes de librarlas, con la condición de que al frente haya hombres listos, hambrientos y sin sentimientos.

Otra cuestión que plantea es el complejo de los norteamericanos, republicanos a la antigua, que jamás obtendrán el título de Sir,como sus congéneres ingleses. Lo malo es que para hacer dinero violan todas las leyes que la sociedad se ha dado y deberán rendir cuentas ante ella; pero que nadie se engañe, para lograr que la justicia actúe, la sociedad debe contar con el apoyo de otro 'lobo de los negocios'. El jefe, humilde y a la vez más honesto le dice a Bud en su despedida: "Lo malo del dinero es que te obliga a hacer cosas que no quieres".

Un detalle curioso, que evidencia que nada escapa al ojo atento del director, es la provisionalidad de la vida en la cumbre de la ola; cuando Bud decora su casa en el East Side, su amante, de profesión decoradora de lujo, elige ladrillo cara vista, pero todo es papel pintado, disimulado por los obreros con pinturas y otros elementos prefabricados, que dan muy buena apariencia, a pesar de su falsedad. Entrar o salir de la cárcel es incluso signo de distinción, una gabela que han de pagar los ricos por su intrepidez y libertad feudal.

En su secuela, Wall Street, el dinero nunca duerme, Oliver Stone cierra el ciclo y podemos ver con claridad las consecuencias de la receta económica de Gekko, aquella de que la avaricia es buena. Otro lobo de los negocios inventa una nueva, la del principio moral, según el cual no se debe dejar dinero a aquellos ciudadanos que han demostrado que no son responsables y se han empeñado en algo que no podían pagar, movidos por la codicia; cuando se pinche definitivamente la burbuja, el siguiente lema será: "Sálvese el que pueda".

Lo más sorprendente es que fue un cineasta y no un experto en economía el que advirtió a los ciudadanos de que estaban ubicacos en el cráter del Vesuvio. ¿Tendrá que hacer Oliver Stone otra secuela ?



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