Valor de Ley. Etan y Joel Coen.


Hace falta algo más que media revista de Cahiers du Cinema para fabricar el andamio que sostenga el último pseudowestern de los Hermanos Coen. Comparto el pensamiento de Carlos Losilla en su artículo El discurso del cineasta de que siempre que ha escrito por estas fechas, época en la que se reparten varios premios, se ha arrepentido después de lo dicho. Visto el film me parece demasiado ampuloso hablar de pervivencia del clasicismo, o de esperanza abierta por las posiciones del cine clásico que planean sobre el inconsciente americano.

A mí la película Valor de Ley más que un remake de la de Hataway o una adaptación de la novela de Charles Portis , me parece una mala versión en un medio rural americano de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll, con una adolescente redicha, que responde a la descripción de James Joyce de esas jóvenes que nunca han sido inocentes porque siempre lo han sabido todo, acompañada de su Sombrerero Loco particular, Rooster Cogburn (Jeff Bridges) al que no ha desquiciado la cola de su sombrero, sino la ingestión de alcohol, y un conejo, personificado por un boy scout, un ranger de Texas, muchachote grande y más ignorante que el inquilino de Wonderland. Mattie también cae en su agujero particular ( regreso al utero materno, según A.Quintana, y encuentro con la serpiente,encarnación bíblica del mal) del que sale no con unos arañazos, sino con un brazo menos, porque un viaje con los Coen no es cualquier cosa. Cierto que una joven de catorce años puede saber mucho latín, como demostró Rimbaud al ganar un concurso de composición sobre Yugurta a la misma edad, pero de ahí a conocer los matices jurídicos de los latinajos que emplean jueces y abogados hay un trecho, y lo más increíble todavía chantajeando con su jerga a lo que se supone que son hombres duros que viven en ambientes adversos, envenenados por la malaria. El resultado es un personaje no creíble, inverosímil, que se hace antipático desde los primeros momentos del film; más duro que el silex, se presenta con un criado-negro-por-supuesto a recoger el cadáver de su padre asesinado y no se le mueve un cabello de la frente por dormir con los cadáveres de tres hombres ejecutados ese mismo día en su presencia, en la plaza del pueblo.






El asociar toda la historia con las familias desestructuradas y comparar el film con The Fighter, Black Swan o Winter's Bone, me parece un exceso, y ya puestos ¿Por qué no con los Cuatrocientos golpes de Truffaut? No entiendo el Proverbio que abre el film: "Huye el ímpio sin que nadie se lo impida", cita a mi modo de ver fatua y pretenciosa. Cierto que la protagonista atraviesa todo el film mirando a la muerte de frente ( su padre, los ejecutados, los asesinados en la cabaña , colgados de los árboles...), lo que no parece afectarle demasiado, movida sobre todo por su resolución y deseo de venganza, pero me parece grandilocuente el juicio de Heredero sobre un relato de catarsis y de iniciación vital que entronca con algunas grandes conquistas de la literatura americana (...) con el itinerario de un espectro (...) el de la América del Antiguo Testamento (...) el del old west de los territorios abiertos (...) y todos los fantasmas del western clásico y del crepuscular.

No compartimos con Ángel Quintana (En el reino de las sombras) que Mattie sea una chica temerosa del mal y que sus creencias adquieran otra dimensión cuando atraviese el espejo y se introduzca en el lado oscuro y cruce la frontera; joven resoluta y decidida está animada desde el principio por el deseo de venganza y por la Ley del Talión (de hecho ella misma mata al asesino de su padre), y ni siquiera protesta cuando Cogburn la emprende a violentas patadas con unos niños indios y los hace volar por los aires. Sólo cuando el viejo sherif la deje sola y rompa el contrato se acordará de que existe el pobre, ignorante e infantil ranger LaBoeuf, e intenta negociar con él .

Ángel Quintana pontifica que "La película de los Coen no es una simple historia de venganza, ni un western crepuscular sobre un viejo marshall borracho, sino un relato sobre los fantasmas de la infancia (¿?) que engarza con la tradición del relato fronterizo. El film cuenta la fábula de regeneración y renacimiento a partir de la crónica de un tránsito por el lado oscuro de una frontera convertida en territorio de lo bárbaro y lo salvaje". Y más adelante: "No se trata de articular un relato nostálgico sobre un mundo perdido, sino demostrar desde la madurez, cómo para llegar a la vida adulta es preciso transitar por el mismísimo infierno, poner la inocencia en relación con el mal, observar frontalmente la crueldad de la noche y atreverse a crecer en contacto con las tinieblas".

El film no olvida un homenaje a Sergio Leone y los juegos de El Coronel y El Manco a disparar contra sus sombreros o hacer caer frutas de un árbol para que las recoja un niño (La muerte tenía un precio); en este caso Cogburn y LaBoeuf dispararán a distintos objetos, entre ellos frutas, uno tuerto y otro herido en un costado, en un combate de puntería.

Estoy de acuerdo con Jaime Pena ( Clasicismo y representación) cuando afirma que el film "contrasta con la invisibilidad de la puesta en escena de Hathaway, con la naturalidad, o casi diríamos, la elegancia con las que filmaban los cineastas clásicos, en especial aquellos con menos vocación autoral o que acostumbraban a ser despachados como meros 'artesanos'...con una completa ausencia de artificio".

Los Coen han hecho un western nocturno, nevado, dramático y sombrío, pero no nos sugiere su bosque el de los cuentos de hadas del que surgen los monstruos de la infancia. En definitiva creo que la verdadera obra de arte no la han hecho los Coen sino los colaboradores de Cahiers du Cinema con su director al frente. Respetamos la revista y su nivel intelectual , pero no siempre compartimos sus críticas; este es el caso en que nos han defraudado profundamente. Si verdaderamente la pretensión de los realizadores era hacer ese film iniciatico en el que una joven pasa de la edad de la inocencia a la edad adulta, a través del contacto con la cruel realidad de la vida en esas zonas fronterizas, no lo han logrado. En su lugar nos muestran una chica marisabidilla y redicha, muy bien tratada, incluso por los peores bandidos, que chantajea a los avaros y especuladores y que arrastra a dos hombres duros a una misión imposible, acabando por resolverla ella misma, una vez desanimados los hombres duros. En éste viaje pierde un brazo y se convierte en una solterona, que dice la única frase inteligente del film: "No me he casado porque no he tenido tiempo para perderlo".

Algo verdaderamente sorprendente es que Rooster Cogburn, muy hecho polvo cuando salva a la niña, sobreviva veinticinco años más y encima trabaje en un circo,cuando apenas se tenía en pie en el tiempo en que inició la destarifada aventura.



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