Bahía de sangre. Mario Bava.



Ficha técnica:

Título original: Reazione a catena/Ecología deldelito.
País: Italia.
Año: 1971.
Duración: 84 minutos.
Director: Mario Bava.
Productor: Giusseppe Zaccanello.
Guión: Mario Bava, Philippo Ottoni y Joseph McLee (Giusseppe Zaccanello), según un argumento de Dardano Sacchetti y Franco Barberi.
Fotografía: Mario Bava..
Dirección artística: Sergio Canevari.
Música: Stelvio Cipriani.
Montaje: Carlo Reali.
Compañía productora: Nuova Linea Cinematográfica.

Intérpretes:

Claudine Auger (Renata)
Luigi Pistilli: Albert.
Claudio Volonté: Simon.
Anna María Rossati: Laura.
Chris Avram: Fank Ventura.
Leopoldo Trieste: Paolo Fossati.
Laura Berti: Anna Fossati.
Beatrice Skay (Brunhilda.
Isa Miranda: Condesa Federica Donati.
Paola Montenero: Denise.


Sinopsis:

Una anciana, postrada en una silla de ruedas, es asesinada por motivos económicos: la posesión de una bahía codiciada por los especuladores inmobiliarios, que despierta la avaricia de los posibles herederos, unos burgueses enloquecidos en pos de la suculenta herencia, hecho que cierra el círculo de la maldad y de la carninería más atroz y carente de sentido (lógico y moral) que se pueda imaginar. El contexto putrefacto de enfrentamientos carroñeros que se produce en este medio influirá en los más jóvenes, que acabarán imitando las acciones de los padres ."¡Qué bien juegan a hacerse el muerto!", exclaman los hijos de Renta y Alberto, tras asesinar a sus padres con una escopeta de caza. Este subrayado de Antonio José Navarro refleja mejor que nada el espíritu del film de Mario Bava.

Comentario.

En el momento actual en que la primera crisis global azota al hombre, que anda muy desorientado sin saber qué puede hacer para ayudarse a sí mismo a escapar de los peores pronósticos que lanzan los que la han generado y creen tener las espaldas cubiertas, parece que se realiza la profecía de Danny Boyle en 28 días después, hecha en el año 2002, cuando la única crisis que se atisbaba era la de las industrias audiovisuales (música y cine). "No volverás a leer un libros que no se haya escrito, ni a oir una canción que no se haya escuchado o ver una película que no se haya visto". Ante la mediocridad que se va expandiendo, y en la que lo que 'vende' más es peinarse o pintarse ante un espejo, siempre que la caprichosa 'Ocasión' haya pasado por tu lado, los productores vuelven sus ojos hacia uno de los máximos representantes del giallo italiano, Dario Argento, y le pone cine millones de dólares en la mano para que realice una versión en 3D de Drácula.

Las revistas especializadas se frotan las manos (¡Por fin algo que pinta bien!) y preparan dossieres sobre un género menor, que convivió con la mejor época del cine italiano, que militaba en distintos bandos de la política de autor, con nombres como Antonioni, Passolini, Rosellini, Fellini...; el giallo, si bien no estuvo a la altura, en general, de los cineastas citados, dio alguna obra notable como Profondo rosso (Dario Argento), que sentó las bases de shlaser norteamericano y del posterior splattter o gore, satirizado y llevado a sus extremos por Peter Jackson en Braindead (Tu madre se ha comido a mi perro).

Mario Bava fue, en cierta medida, un maestro para Dario Argento, y en el cine sanguinolento de ambos hay implícita una profunda crítica social, muy presente en el cine que se hacía en su país. Mario Bava practica una dialéctica negativa, nada roussoniana, en la que el mal es congénito y nadie es inocente, ni siquiera la anciana que se resiste a vender su finca para que sea urbanizada. Una trama argumental minimalista realizada con un despligue estilístico maximalista (Antonio José Navarro), un exceso de baño sangriento que se materializa en 13 asesinatos, de uno de los cuales se hizo un cameo en Viernes 13 de Cunningham (1980), el de los jóvenes ensartados con una lanza mientras hacen el amor.

Pero esta orgía de sangre no habría sido tan efectiva si no hubiera sido por la saña con que se muestran los crímenes y sus efectos, la duración y ralentización de las imágenes que las dotan de gran efectividad y que dan al film profundidad cinematográfica (A.J.Navarro), y un hondo calado en la reflexión sobre la condición humana y la relación entre la locura y el crimen, como elemento dinamizador y autodestructivo de la sociedad.

Se aconseja leer el artículo de Antonio José Navarro en Dirigido por..., (julio-agosto, 2011) que demuestra que, al fin y al cabo, y pese a la pesimista predicción de Danny Boyle, sigue habiendo gente que crea desde la crítica o la realización, nos permite que la vida sea más llevadera, y nos abre nuevas ventanas para la comprensión del mundo en que vivimos. Cada uno a lo suyo.


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