Ficha técnica:
Título original: Bulets or Ballots.
País USA.
Año: 1936.
Duración: 81 minutos.
Dirección: William Keighley.
Guión: Seton I.Miller, según un argumento de Martin Mooney y Seton I.Miller.
Dirección artística: Carl Jules Wey.
Dirección de Fotografía: Hal Mohr.
Música: Heinz Roemheld.
Montaje: Jack Killifer
Productor: Lou Edelman
Compañías productoras: Warner Bros.
Intérpretes:
Edward G. Robinson: Johnny Blake.
Joan Blondell: Lee Moran.
Barton MacLane: A. Kruger.
Humprey Bogart : Bugs Ferner.
Dick Purcell: Driscoll.
George E. Stone: Wires.
Joseph King: Capitán McLaren.
Henry O'Neill: Bryant.
Henry Kolker: Hollister.
Sinopsis.
Las crisis económicas favorecen el desarrollo de los negocios ilegales y los juegos de azar, en los que los hombres esperan encontrar el contrapeso a sus miserias. Muchas medidas que se toman para combatir ciertos excesos se revelan como muy perniciosas. Este es el caso de la Ley Volstead, llamada popularmente Ley Seca, que tuvo como consecuencia el florecimiento del crimen organizado con la Mafia latinoamericana a la cabeza. El 21 de marzo de 1933, el presidente Franklin D. Roosevelt firmó la Ley Cullen-Harrison, que legalizaba la venta de vino y cerveza que tuviera hasta 3,2% de alcohol, quitando a los mafiosos la oportunidad de seguir realizando sus lucrativos negocios.
Los delincuentes por supuesto no desaparecieron, sino que se transformaron en racketeers, que ejercían un chantaje violento (rackets) sobre los distribuidores de productos alimenticios, obligando a restaurantes y comercios, loterías y casas de juegos, a pagar un servicio de protección y a proveerse de suministros en las organizaciones criminales, ejercicio denominado rackeering, término acuñado por el Employer's Association of Chicago en junio de 1927, en relación con la influenncia de la mafia en el Sindicato de Transportistas. La historia no se repite, ya que el hombre evoluciona, pero los riesgos no dejan de ser los mismo: el control sobre bebidas, juego y alimentos se ejerce ahora sobre drogas y otras sustancias adictivas; el juego se realiza en casinos virtuales, en los que se sigue 'desplumando' a ludópatas o desesperados que buscan cambiar su suerte en momentos en los que reina la desesperanza y la carencia de oportunidades de un empleo digno. Éste es el contexto que representa Bullets or ballots.
Comentario.
William Keighley es un antecesor didáctico de cierto cine actual que pretende desvelar las prácticas espurias de otro juego pernicioso: la bolsa. Introduce a su público en el universo de los racketeers y advierte de los peligros a que se enfrenta en plena Gran Depresión, entre ellos la posibilidad de que exista un enemigo interior, creador de un poder en la sombra. Opta por una forma de expresión, el procedural, subgénero del cine negro, en el que la policía combate el crimen y triunfa, como en aquellos seriales españoles de la época cuyo lema era: "El criminal nunca gana". La policía actúa casi al margen de la ley, con infiltrados y espias, uno de los cuales es Johnny Blake, interpretado por Edward G. Robinson, un funcionario cínico y justiciero, que arriesga su vida en la lucha contra el hampa.
Antonio José Navarro (Bullets or ballots. William Keighley, 1936. Dirigido por ..., diciembre 2011) define a William Keighley como un realizador no tan personal como Raoul Walsh o Fritz Lang, pero de una narrativa con fuerza y con brío, un dominio notable de la cámara, y un discurso alarmista . Sus mujerres son hawksianas, duras, decididas, solteras, sin ataduras con los hombres, entre ellas el personaje de Lee Morgan (Joan Blondell), o solidaria con los pobres como Nellie LaFleur (Louise Beavers).
Vivimos tiempos revueltos en los que resulta muy conveniente recuperar ciertos filmes de género, ya sea policiaco o de ciencia ficción, cuya lenguaje de gran libertad expresiva permite agazaparse tras lo imaginado o fantástico, y deja a la posteridad crónicas sociales y económicas de una frescura y veracidad que, en ocasiones, supera los testimonios escritos de la prensa, maniatada por intereses de los grupos fácticos, o de ese poder en la sombra de que habla Keighley. La revista Dirigido por... está llevando a cabo una labor divulgativa del cine negro muy loable.
Comentario.
William Keighley es un antecesor didáctico de cierto cine actual que pretende desvelar las prácticas espurias de otro juego pernicioso: la bolsa. Introduce a su público en el universo de los racketeers y advierte de los peligros a que se enfrenta en plena Gran Depresión, entre ellos la posibilidad de que exista un enemigo interior, creador de un poder en la sombra. Opta por una forma de expresión, el procedural, subgénero del cine negro, en el que la policía combate el crimen y triunfa, como en aquellos seriales españoles de la época cuyo lema era: "El criminal nunca gana". La policía actúa casi al margen de la ley, con infiltrados y espias, uno de los cuales es Johnny Blake, interpretado por Edward G. Robinson, un funcionario cínico y justiciero, que arriesga su vida en la lucha contra el hampa.
Antonio José Navarro (Bullets or ballots. William Keighley, 1936. Dirigido por ..., diciembre 2011) define a William Keighley como un realizador no tan personal como Raoul Walsh o Fritz Lang, pero de una narrativa con fuerza y con brío, un dominio notable de la cámara, y un discurso alarmista . Sus mujerres son hawksianas, duras, decididas, solteras, sin ataduras con los hombres, entre ellas el personaje de Lee Morgan (Joan Blondell), o solidaria con los pobres como Nellie LaFleur (Louise Beavers).
Vivimos tiempos revueltos en los que resulta muy conveniente recuperar ciertos filmes de género, ya sea policiaco o de ciencia ficción, cuya lenguaje de gran libertad expresiva permite agazaparse tras lo imaginado o fantástico, y deja a la posteridad crónicas sociales y económicas de una frescura y veracidad que, en ocasiones, supera los testimonios escritos de la prensa, maniatada por intereses de los grupos fácticos, o de ese poder en la sombra de que habla Keighley. La revista Dirigido por... está llevando a cabo una labor divulgativa del cine negro muy loable.
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