El concierto.Radu Mihaileanu.
Ficha técnica:
Título original: Le concert.
Año: 2009.
Duración: 119 minutos.
País: Francia.
Dirección: Radu Mihaileanu.
Guión: Radu Mihaileanu, basado en la obra de Héctor Cabello Reyes y Thyerri Degrandl.
Fotografía: Laurent Daillana, A.F.C.
Música original: Armand Amar. Concierto para piano y orchesta, Opus 35 de Thaikovsky.
Producción: Alain Attal.
Les Productions du Trésor, Oï Oï Oï Productions, France 3 Cinéma, Castel Films, Panache Productions, RTBF (Televisión Belga), Bim Distribuzione, Europa Corp, Canal Plus Cinéma, France3, Eurimages La Region, Ile de France, Belgacom, Fondi d'Action Sacem.
Intérpretes:
Aleksei Guskou, Dimitri Nazarov, Melanie Laurent, François Berléand, Miou Miou, Valeri Barinou, Anna Kamenkova Pavlova, Lionel Abelanski, Laurent Bateau, Vlad Ivanov, Alexander Komissarov, Roger Dumas, Guillaume Gallienne.
Sinopsis.
Durante la época comunista, Andrei Filipov era el mejor director de orquesta de la Unión Soviética, al cargo de la célebre orquesta del Boshoi. Al negarse a despedir a los músico judíos, es degradado a hombre de la limpieza, Años más tarde cae en sus manos un fax dirigido al director del Bolshoi, en el que el teatro de El Chátelet de París les invita a dar un concierto en la capital francesa, y se le ocurre la idea de suplantar a la famosa orquesta y resolver un problema pendiente.
La música de Thaikovsky constituye el background de una bonita metáfora, en tono de comedia, de la desestructuración de un estado, la desregulación económica y la acumulación precapitalista, en un escenario perfecto para esta reflexión, la Unión Soviética en la época de la Perestroika, en la que surgieron los empresarios mafiosos que controlaban las materias primas y energéticas necesarias para el desarrollo de una industria capitalista. Músicos del Bolshoi, depurados`por Brézhnev, bien por su condición de judíos, bien por negarse a desperdirlos por esta razón, como el director del Bolshoi Andrei Filipov, desempeñaban trabajos para los que no se exigía cualificación profesional, como limpiadores, conductores de ambulancias...Pero el ojo indiscreto de la cámara tampoco respeta la grandeur de la France y satiriza y ridiculiza al mundillo de la cultura, sus miserias y restricciones, y la posición de los críticos. El partido comunista ruso o francés habían quedado reducido a una posición testimonial que se objetiva en una sala de congresos en París practicamente vacía. Se vivían momentos en que el hombre creía en un desarrollo sostenible y permanente y ya se empezaban a mostrar síntomas de dificultades económicas.
Son ilustrativas las fiestas y las bodas de los nuevos ricos rusos, para las que se contrataban grandes teatros que se llenaban de figurantes, como signo de ostentación de riqueza y poder; Rusia fue un país que pasó de la sociedad feudal de los zares a la dictadura del proletariado, saltándose la revolución burguesa, lo que proporciona al espectador un buen observatorio de cómo se acumulan las fortunas y del perfil de los nuevos burgueses a finales del siglo XX. Como contrapartida el pueblo estaba corrompido, asalvajado y se movía en el mercado negro como pez en el agua; logra momentos divertidos cuando los componentes de la orquesta del pseudo-Bolshoi encuentran todo tipo de trabajos a las pocas horas de poner el pie en suelo francés.. Mihaileanu nos traslada un mensaje, simbolizado por la orquesta variopinta de Andrei Filipov:: una buena melodía sólo se consigue con la participación de todos los sectores sociales, que en su singularidad tienen mucho que aportar al enriquecimiento de la obra colectiva y común.
Un film que demuestra que no sólo se llora de tristeza. La belleza de la música de Thaikovsky desata los sentimientos más nobles del ser humano. Andrei buscaba aprehender su alma y su espíritu, no hacer una exhibición de técnica. La película de Michaileanu atrapa, entretiene, informa y enriquece al espectador, dejando simplemente que la cámara observe y hable, usando el color para semantizar los contenidos y el flahsback para ayudarnos a comprender la angustia del director y de la violinista interpretada por Melnie Laurent (Malditos bastardos de Quentin Tarantino).
Comentario.
La música de Thaikovsky constituye el background de una bonita metáfora, en tono de comedia, de la desestructuración de un estado, la desregulación económica y la acumulación precapitalista, en un escenario perfecto para esta reflexión, la Unión Soviética en la época de la Perestroika, en la que surgieron los empresarios mafiosos que controlaban las materias primas y energéticas necesarias para el desarrollo de una industria capitalista. Músicos del Bolshoi, depurados`por Brézhnev, bien por su condición de judíos, bien por negarse a desperdirlos por esta razón, como el director del Bolshoi Andrei Filipov, desempeñaban trabajos para los que no se exigía cualificación profesional, como limpiadores, conductores de ambulancias...Pero el ojo indiscreto de la cámara tampoco respeta la grandeur de la France y satiriza y ridiculiza al mundillo de la cultura, sus miserias y restricciones, y la posición de los críticos. El partido comunista ruso o francés habían quedado reducido a una posición testimonial que se objetiva en una sala de congresos en París practicamente vacía. Se vivían momentos en que el hombre creía en un desarrollo sostenible y permanente y ya se empezaban a mostrar síntomas de dificultades económicas.
Son ilustrativas las fiestas y las bodas de los nuevos ricos rusos, para las que se contrataban grandes teatros que se llenaban de figurantes, como signo de ostentación de riqueza y poder; Rusia fue un país que pasó de la sociedad feudal de los zares a la dictadura del proletariado, saltándose la revolución burguesa, lo que proporciona al espectador un buen observatorio de cómo se acumulan las fortunas y del perfil de los nuevos burgueses a finales del siglo XX. Como contrapartida el pueblo estaba corrompido, asalvajado y se movía en el mercado negro como pez en el agua; logra momentos divertidos cuando los componentes de la orquesta del pseudo-Bolshoi encuentran todo tipo de trabajos a las pocas horas de poner el pie en suelo francés.. Mihaileanu nos traslada un mensaje, simbolizado por la orquesta variopinta de Andrei Filipov:: una buena melodía sólo se consigue con la participación de todos los sectores sociales, que en su singularidad tienen mucho que aportar al enriquecimiento de la obra colectiva y común.
Un film que demuestra que no sólo se llora de tristeza. La belleza de la música de Thaikovsky desata los sentimientos más nobles del ser humano. Andrei buscaba aprehender su alma y su espíritu, no hacer una exhibición de técnica. La película de Michaileanu atrapa, entretiene, informa y enriquece al espectador, dejando simplemente que la cámara observe y hable, usando el color para semantizar los contenidos y el flahsback para ayudarnos a comprender la angustia del director y de la violinista interpretada por Melnie Laurent (Malditos bastardos de Quentin Tarantino).
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