La vendedora de rosas. Victor Gaviria.



Ficha técnica:

Título original: La vendedora de rosas.
País Colombia.
Año: 1998.
Duración: 104 minutos.
Dirección: Victor Gaviria.
Guión Victor Gaviria, Carlos Henao, Diana Ospina.
Dirección de Fotografía: Rodrigo Lalinde.
Música: Luis F. Franco.
Edición: Victor  Gaviria.
Compañía productora: Producciones Filmamento

Intérpretes:

Leidy Tabares, Marta Correa, Mileider Gil, Diana Murillo, Geovanny Quiroz

Premios:  1998: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película).

Sinopsis:

Nochebuena en  las calle de Medellín, donde los niños venden flores, se drogan y se prostituyen. Algunos de los actores ocasionales de la película, vivían realmente como se describe en el film y  murieron antes del cambio de siglo debido a su perra vida . Para mayor estupor, la protagonista principal de la película -la niña de 12 años- fue detenida como autora de un presunto asesinato. 

Comentario.
La primera crisis económica global  está cuestionando  muchas costumbres del primer mundo, incluidas algunas tan entrañables para los niños como la de Papá Noel o los Reyes Magos, fechas en las que se les hacen regalos y se fomenta una ilusión sobrenatural, la creencia de que alguien que no es de este mundo cumplirá sus deseos mientras duermen. Ante la catástrofe económica que puede hacer retroceder al hombre en derechos conquistados a lo largo de cincuenta años y minar su estado del bienestar  se han detectado dos direcciones cinematográficas navideñas: la de Arthur Cristmas: operación rgalo, dirigida por Sarah Smith, o Rare Export, un cuento gamberro de Navidad, del finlandés Jalmari Helander. La primera sigue la tónica tradicional de sensibilizar a un público bienintencionado con la idea de que la Factoría de Santa se ha olvidado de dejar una bicicleta a una niña; la segunda, localizada en Finlandia, donde se encuentra la  Montaña de Korvatuntur, lugar en el que Santa Claus tiene su cuartel general, es absolutamente radical y sólo ve una solución para mantener la institución: democratizarla.

Estos días la cadena TCM está proyectando La vendedora de rosas de Victor Gaviria, una película que alguien ha tildado de indispensable, etiqueta corriente en las críticas de cine. Lo que es en realidad  es una crónica estremecedora de cómo pasan el día 24 de dciembre los niños que viven en las calles de Medellin, drogándose con pegamento en las calles, prostituyéndose y  empleando un lenguaje grosero e impropio para su edad, no por el hecho de reflejar  una buena o mala educación, sino por el contenido significativo que encierra de una triste experiencia acumulada a  tan corta edad. La vida de los chicos es tanto o más dura que la de las chicas, por el arraigo de un machismo  exacerbado que les obliga a mostrar constantemente su hombría, aunque en ello les vaya la vida. Hombres adultos se acercan por estas calles sembradas de dolor y miseria e intentan abusar de los niños a cambio de chucherías y baratijas de colores, que les dejan tan impresionados como a todos los niños del mundo: plásticos rosas brillantes, azules, kitsh... Cuando comentábamos en el blog Rare Export decíamos que los rednecks finlandeses, en medio de su pobreza gozaban de un modo de vida superior, el film de Gaviria nos da la razón.

El interior de los hogares es casi tan inhóspito como las calles: Familias desestructuradas, en las que la madre, que mantiene el hogar, ha rehecho su vida con adultos que proceden también de las calles, que beben, se drogan, viven de ellas y las maltratan. La protagonista, como todas las niñas de su edad, vende flores a aquellos que gozan de un estatus superior, se pelean por los chicos, y  tienen como sustento emocional  a las abuelas. La pobreza es destructiva, pero si se une a ella la droga es apocalíptica; las mujeres mayores representan esos tiempos en que la pobreza se vivía con más dignidad. Las  de ahora esperan el momento de que llegue a casa el cadáver de sus hijos. Demoledora.

El regalo más apetecible en Nochebuena es ese bote de pegamento que acortará sus vidas.Aunque está hablada en español se subtitula para hacer comprensible al espectador la jerga de estos grupos.


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