Seven. David Fincher.




Ficha técnica:


Título original: Se7ven.
País: Estados Unidos.
Año: 1995.
Duración: 127 minutos.

Dirección: David Fincher.
Guion:Andrew Kevin Walker.
Casting: Billy Hopkins, Suzanne Smith y Kerry Borden.
Director de Fotografía: Darius Khondji.
Música: Howard Shore.
Edición:  William Hoy, Richard Francis-Bruce.

Diseño de  Vestuario: Michael Kaplan.
Maquillaje: Margaret Prentice.

Productores: Arnold Kopelson y Phyllis Carlyle.
Co-Productores: Nana Greenwald, Sandford Panitch.
Productores ejecutivos: Gianni Nunnari, Dan Kolsrud y Anne Kopelson.
Productores co-ejecutivos: Lynn Harris, Tichard Saperstein.
Diseño de producción: Arthur Max.
Compañías: New Line Cinema para la Turner Company, Arnold Kopelson Production.


Intérpretes:

Brad Pitt: detective Mills.
Morgan Freeman: Teniente Somerset.
Gwyneth Paltrow. Tracy,
Kevin Space: John Doe, el  asesino.
Richard Roundtree: Talbot
R.Lee Ermey: Capitán de la policía.
John C.McGinley: California.
Julie Araskog: Mrs. Gould,
Mark Boone Junior: Greasy F.B.I.Man.
Reginald E.Cathey: Doctor Santiago,
Peter Crombie: Doctor O'Neill.


Sinopsis:


Terrorífico thriller psicológico sobre dos detectives que siguen la pista de un vicioso asesino en serie que elige a sus  víctimas según los siete pecados capitales. El detectie Somerset dirige el caso, con la ayuda del reciñen llegado al distrito, el detectivo Mills.


Comentario.



David Fincher realizó en 1995 un film de gran impacto psicológico en el que se combinan elementos del cine negro, el psyco-thriller y el buddy movie, una reflexión sobre el mundo sórdido y despiadado que vivimos, una distopía actual. El director construye una diégesis opresiva utilizando los recursos cinematográficos más sombríos: decorados con techo combinados con ligeros contrapicados que producen atmósferas agobiantes o amenazan a los coches policiales cuando salen de sus garajes amenazados por las puertas automáticas; coches de policía tomados desde grúas que captan sus desquiciados aparcamientos; paredes desconchadas, luz empobrecida artificialmente, ambientadores de pino colgando multitudinarios de los techos, apartamentos ubicados sobre grandes almacenes abandonados, que contribuyen a este relato de la decadencia material y humana. Todo está preparado para recibir a un asesino despiadado y erudito más que inteligente, afectado por  un desequilibrio mental. Magnífico contrapicado del  primer encuentro de Mills (Brad Pitt) con la locura y la muerte, John Doe (Kevin Space)  en un rincón de los bajos fondos de la ciudad.

Brad Pitt encarna a un personaje interesante, un joven e inseguro detective, cuya mujer, Tracy (Gwyneth Paltrow), busca el apoyo del  hombre mayor, el detective a punto de jubilarse, como confidente, como amigo maduro  al que confesar sus temores y ansiedades propias derivadas de la dificultad de adaptación  al nuevo marco de convivencia, la pérdida de su empleo como profesora en su localidad natal que la recluye en casa y los temores ante su embarazo en esta situación. Actitud con la que pretende evitar que se mine la confianza de su marido que se ha propuesto triunfar en una zona con alto grado de criminalidad como un reto personal. La aspiración masculina  se verá recompensada  en los primeros siete días de trabajo, en los que un asesino en serie, un justiciero de profunda religiosidad,  inicia una campaña de castigo contra la humanidad sumergida en el pecado, eligiendo sus víctimas como representantes de cada uno de los siete pecados capitales, el reverso de las siete virtudes capitales: la gula, la avaricia, la pereza, la lujuria,   la soberbia, la envidia  y finalmente...la ira.   Un hombre culto, que se financia de forma independiente, comete sus crímenes ilustrándose en los escritos de Dante , La  Divina Comedia, Chaucer, Cuentos de Canterbury, Santo Tomás de Aquino, William Shakespeare, El Mercader de Venecia, el Marqués de Sade, que obliga a los inspectores de homicidios a rastrear estas obras clásicas para predecir y si es posible evitar el próximo asesinato.

Pero hay algo que teme el viejo y entrenado detective, algo que le hace tirar el  viejo diapasón que le ha acompañado en un largo trayecto de su vida con el objeto de acompasar el ritmo de sus emociones, para hacer frente a la tragedia inimaginable que espera a la humanidad, capaz de llevarse por delante a cualquier aspirante a héroe y alterar profundamente su destino. Hay algo que me disgusta de este film y que lo equipara a La naranja mecánica de Stanley Kubrick: el psicópata se presenta como un Mesías un ángel justiciero del señor que denuncia que sólo ante un mundo asqueroso como éste nuestra cínica sociedad puede considerar inocentes a las víctimas (prostitutas, obesos, especuladores...) sin echarse a reír. Esa es la cuestión. El tremendo mensaje que deja el film es que  toleramos la perversión únicamente por el temor de sufrir las consecuencias de la represión  de la justicia. Su ejemplo será objeto de análisis, estudio y seguimiento. Fincher da una vuelta de tuerca más a este argumento, cuando una voz en off traslada al espectador la reflexión de  Somerset: "Hernest Hemingway escribió una vez que el mundo es un buen lugar por el que merece la pena luchar". El viejo detective sentencia que está de acuerdo sólo con la segunda parte.

El joven detective Mills debe soportar una terrible lucha interior, pero al final sucumbe, y es precisamente este triunfo del lado oscuro y violento del hombre, que equipara el ataque y la defensa,   al ladrón y a la víctima, lo que se transforma en un mensaje peligroso, equidistante y de algún modo justificador de la  violencia. El que no la ejerce no es por principio, sino simplemente por temor. La elección del cuerpo policial para experimentar y desarrollar este axioma no es casual: las comisarias son pequeñas células sociales, lugares en los que se reúnen todos los colectivos, multirraciales y representativos de la sociedad sometida a examen, en las que concurren delincuentes y representantes de la ley,  entre los que es fácil elegir un prototipo y categorizarlo, ya sea por su carácter, su sensibilidad o sus debilidades,  sin que esto suponga  asociarlo  a una clase o grupo social determinado. De esta forma se sanciona la antigua tesis de que Homo homini lupus est, extremándola, caricaturizándola y, en definitiva, distorsionándola.



Comentarios

Entradas populares