2001: Una Odisea del Espacio. Stanley Kubrick.


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De acuerdo con Caparros, ((J.M.Caparrós Lera. Breve Historia del cine americano. De Edison a Spielberg.pág.124 Littera Books) la cinta de Kubrick trata de la relación del hombre con el universo, del evolucionismo y el destino de la Humanidad, de la angustia existencial y del superhombre de Nietzsche, de la vida extraterrestre, del cientifismo racionalista o la evidencia objetiva...y, por ende, de Dios. Pero su contenido último es de difícil intelección y queda abierto para el espectador. Un film alabado por algunos cineasta por ser el primero que gozó de un diseño de producción, y que representa una visión metafísica y religiosa acorde con la mentalidad de la década de los 60 del siglo pasado, que atormentó a los personajes de Bergman.

Ficha técnica:


Título original: 2001: A Space Odyssey.
País: USA/GB.
Año: 1968.
Duración: 140 minutos.

Dirección: Stanley Kubrick.
Guión: Stanley Kubrick y Arthur C.Clarke., basado en  The Sentinel de Arthur C. Clarke.
Dirección de Fotografía: Geoffrey Unsworth y John Alcott. Color.
Música: composiciones de Richard Strauss, Johann Strauss, Aram Khachaturian y Györ Ligety.
Decorados: John Hoesli.
Montaje: Ray Lovejoy.
Efectos especiales: Stanley Kubrick, con la colaboración de Duglas Trumbull.
Trucajes: Wally Veevers.

Compañía productora: MGM.

Casting:


Keir Dullea: David Browman,
Gay Lockwood: Frank Poole,
Willia Sylvester: Dr. Heywood Floyd,
Daniel Richter: Moonwatcher,
Leonard Rossiter: Smyslov,
Margaret Tyzack: Elena,
Sean Sullivan: Michaels.


SINOPSIS:


Todo gira en torno a unos monolitos de extraña significación. La película comienza con unos simios que se encuentran con una de estas enigmáticas construcciones y  tras entrar en contacto con ella aprenden a usar las herramientas. En 2001, un científico va a la luna para examinar otro monolito misterioso y 18  meses después a Júpiter. El ordenador inteligente Hal 9000 mata a toda la tripulación, excepto al astronauta Bowman, que logra desconectarlo.

Stanley Kubrick, junto con Keir Dullea y William Silvester consultó a científicos, diseñadores informáticos y asesores aeronáuticos. Las naves espaciales, sobre todo la Discovery ( un nombre que más tarde adoptó la NASA) eran muy realistas. Aparecen también pantallas planas, biométrica y reconocimiento de voz, cuando en la vida real no eran ni proyectos.


CRÍTICA:


Stanley Kubrick, que comenzó su carrera como fotógrafo,  fue un director meticuloso que precisaba a veces  años para diseñar y dar forma a un nuevo proyecto, experimentando en diferentes géneros. En 2001: Una odisea del espacio, basada en un relato corto de Arthur C.Clarke, trabajó con el escritor para desarrollar un discurso filosófico sobre el espacio, el tiempo y la  posibilidad de vida extraterrestre, según la entrada en la Historia del cine de Blume, interpretación que no comparto y que contradice el discurso visual del realizador. De acuerdo con Caparros, (J.M.Caparrós Lera. Breve Historia del cine americano. De Edison a Spielberg.pág.124 Littera Books) la cinta de Kubrick trata de la relación del hombre con el universo, del evolucionismo y el destino de la Humanidad, de la angustia existencial y del superhombre de Nietzsche, de la vida extraterrestre, del cientifimo racionalista o la evidencia objetiva...y, por ende, de Dios. Pero su contenido último es de difícil intelección y queda abierto para el espectador.

El propio Kubrick interviene en el debate y explica el significado que quiso dar a su película: "El concepto de Dios esta en el corazón del film. Es inevitable que así sea, desde el momento en que crees que el Universo se siente agitado por formas de vida inteligente. Cuando se empieza a  hablar de tales posibilidades, te das cuenta de  que las implicaciones religiosas son inevitables, porque todos los atributos esenciales de esas inteligencias extraterrestres son los atributos que damos a Dios. Lo que tratamos aquí, de hecho, es una definición científica de Dios (Cit. Antonio Castro. Stanley Kubrick, San Sebastián, XXVIII Festival Internacional de Cine. 1980, pg.62). El cineasta sostiene  que para alcanzar el subconsciente de los espectadores es preciso prescindir de palabras y penetrar en el mundo de los sueños y de los mitos. Pero la pasividad receptora del espectador no está garantizada, y de hecho Tim Burton nos da una visión sacrílega y desacralizada del mensaje bíblico de Kubrick al convertir el enigmático monolito en una pastilla de chocolate Wonka, al que aspira uno de los niños más repipis y pretenciosos intelectualmente, prototipo de los de su especie, en Charlie y la fábrica de chocolate (2005).

La metáfora más relevante, que domina la obra entera, se inscribe en la Prehistoria de la Humanidad, cuando los primates adoptan la posición erecta, tras tocar el extraño monolito, y establecen el feed-back mano-cerebro, de acuerdo con la teoría darwiniana, que les permite coger un instrumento con la mano, un hueso, que apela a la memoria colectiva bíblica de hitos sagrados entre los que se encuentra el asesinato de Abel, el pastor, por su hermano Caín, el agricultor, con una quijada de asno. Las imágenes de los simios en torno a una charca ilustran acerca del  origen  criminal de la civilización humana, teñido  de sangre y violencia, estigma humano que le persigue hasta que llegue su final,  axioma que es una constante en el pensamiento de Kubrick. La violencia es un mal endógeno del hombre (La naranja mecánica, El resplandor...), expresado visualmente mediante ese hueso que lanza al espacio el primate, en un raccord visual, y se confunde con una nave espacial muchos siglos después

Llegados a la estación lunar, cuatro millones de años después, nos encontramos de nuevo con el monolito, que emite señales a Júpiter, planeta al que se dirigirá el Discovery, tripulado por unos astronautas, dirigidos por Hal 9000, ese ojo rojo que todo lo ve, un computador inteligente, que se rebela contra el hombre, lo elimina, quedando un único superviviente Bowman, que vuelve a encontrar el totem sagrado, y así sucesivamente, hasta llegar a un lugar donde se cierra el ciclo de la vida y vuelve a empezar, donde reside, como no,  la piedra misteriosa. Este film satisfizo a una generación en la que la Universidad era accesible a unos pocos, procedentes en su mayoría de colegios religiosos privados y las disquisiciones de Bergman en torno a la existencia de Dios influían no sólo en los cineastas europeos, sino también en los norteamericanos. Hoy las cosas han cambiado mucho y, verdaderamente parece que por fin en las nuevas olas, los cineastas han entendido que se puede hacer cine con otro tipo de disquisiciones filosóficas y analizando las contradicciones de hombres corrientes extraidos de las masas.

No tardarían  mucho en emerger una  nueva generación de cineastas, que,  educados en la democracia, más o menos avanzada, según el país,  procediendo de lugares como Modesto,  estaban a punto de revolucionar la forma de ver el mundo y trasladarla a su discurso visual, en el que la máquina y el desarrollo no eran enemigos del hombre, sino instrumentos a su servicio para mejorar las condiciones de vida de la humanidad y favorecer la rebeldía en defensa de los derechos humanos, sin necesidad de un  deus ex machina que lo organizara y dirigiera todo. La sabiduría y el conocimiento no lo insufla un monolito, lo procura la instrucción.  Probablemente para entender las metáforas actuales habremos de recurrir a otro tipo de conocimientos filosóficos, históricos e incluso religiosos, que hagan inteligible el nuevo discurso, o simplemente  podemos optar por sentarnos y disfrutar de una película de ciencia-ficción sin complicarnos la vida, e imaginar lo terrible que sería para cualquiera de nosotros que nuestros ordenadores se rebelaran y nos quitaran la vida. Es otra posibilidad.

La música de  Richard y Johann Strauss, Así hablaba Zaratustra  cuando el simio adquiere conocimiento, y Danubio Azul mientras se ensambla la nave en la estación especial, conseguirán entusiasmar al público más entregado a una historia de ciencia-ficción.


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