Página en blanco. Stanley Donen.








Ficha técnica:


Título original: The grass is greener.
País: Reino Unido.
Año: 1960.
Duración: 100 minutos aprox.
Dirección Stanley Donen.
Guión:  Hugh Williams y Margaret Vyner, basado en su obra.
Dirección de Fotografía: Christopher Challis, A.S.C.
Música  y letras: Noel Coward; arreglos: Douglas Gamley y Len Stevens; dirección: Muir Matheson.
Edición: James Clark.
Vestuario: Jean Simmons: Christian Dios; Deborah Kerr: Hardy Amies.
Maquillaje: John O'Gorman, Eric Allwright.
Peluquería: Gordon Bond.
Productores asociados: James Ware.
Republic Pictures, Universal International, Grandon Production,



Intérpretes:


Gary Grant: Victor Rhyall,
Deborah Kerr: Hilary Rhyall,
Robert Mitchum: Charles Delacro,
Jean Simmons: Hattie Duran,
Moray Watson: Trevor Sellers, el mayprdomo.
Producción: Stanley Donen.




Sinopsis:


Linley Hall es una aristocrática mansión inglesa, propiedad de los duques de  Rhyall, que está abierta a los visitantes. Cierto día entra en las habitaciones particulares Charles Delacro (Robert Mitchum), un turista americano que se enamora de la duquesa Hilary.

Comentario:


Las primeras imágenes, en las que se inscriben los títulos de crédito son de una ñoñería insultante, digna de un anuncio de Benetton, con la diferencia de que esta marca vende ropa para los niños. La cursilería de estos infantes sentados en la hierba, alguna  niña con los zapatos y el sombrero de mamá, o el grupito  enseñando de espaldas sus desnudos y tiernos culitos, son demasiado cursis y ridículos  como anticipo de un film de Donen, Stanley, ( el de  Bodas reales, Cantando bajo la lluvia o Siete novias para siete hermanos, Charada...) por mucho que quieran formar parte de una diégesis aristocrática.

Comienza la década de los 60 en la que se iba a producir la revolución sexual más profunda hasta el momento de la humanidad y Stanley Donen quiere poner un parche en la institución del matrimonio que comenzaba a mostrar profundas fisuras. Hasta ese  momento cientos de películas norteamericanas nos mostraban a parejas que iban a los estados donde existía ley de divorcio para burlar las del suyo propio, pero ahora el asunto daba síntomas de extenderse. Página en blanco no es una película de género, ni muestra un enfrentamiento entre  sexos o entre hombres o mujeres entre sí, sino una guerra sutil para quedarse con la pieza en juego y vencer al contrario. En este caso la cacería se organiza en torno a Lady Hilary  Rhyall, (Deborah Kerr),  la mujer de un lord inglés que debe recluirse en habitaciones de su castillo, dejando el resto a disposición de la población inglesa y los turistas; en su vida cotidiana, todas al final lo son, aparece un millonario americano , Charles Delacro (Robert Mitchum), cargado de dólares lo que le dota de gran carisma, que regala abrigos de visón, invita a cenas caras y se aloja en el Savoy, lo que quiebra la débil fortaleza de la ilustre dama, siempre tras las 'almenas' de su fortaleza, cutivando champiñones.

La fría, elegante y dulce dama tiene una amiga un tanto 'ligera',concepto eufemístico muy usado en su clase para evitar palabras más fuertes, que ve la ocasión de pescar en río revuelto, pero siempre en tono amigable y a cara descubierta. La pelea más barriobajera se organiza en torno al dichoso visón, que valía en  1960 tres mil libras esterlinas, precio que hacía revolcarse a una dama en el fango. Pero el patán norteamericano, cámara de fotografías en ristre, y dotado de otras 'virtudes' que describe muy bien su amante británica, no puede competir en pedigree con su enemigo británico, siempre acompañado de su leal yservil mayordomo, que al final no sólo consigue que su mujer cumpla con sus votos matrimoniales, sino que lo haga a gusto. La comparación  del amante con la muñeca de su hija  es desoladora para ambos hombres.

Una canción que abre y cierra el film describe cómo son las cosas en la metrópoli británica: "Las majestuosas casas de Inglaterra que se mantienen tan hermosas, para probar que las clases altas todavía tienen el poder., aunque tengan que ser reconstruidas se hipotequen hasta el cuello y quiten el dorado hasta el pan de jengibre. Ciertamente apaga la diversión del hijo mayor. Pero no reventaremos, guardaremos al máximo el dinero. Los campos deportivos de Eton nos han hecho terriblemente bravos, y si el Van Dycks tiene que irse, y empreñamos el piano Bechstein, seguiremos manteniendo las majestuosas casas de Inglaterra".

La letra de esta canción da buenos motivos al espectador para reflexionar sobre su papel en la sala de proyecciones y en su vida real. ¿Será verdad que gran parte de la población disfruta de la experiencia vicaria? ¿Que aunque sean un poco 'puercos', como los describe Victor Rhyall (Gary Grant, y convertidos en piaras de turistas llenen los espacios por los que pasan de restos de comida basura y no respeten la privacidad de los señoriales ocupantes, son felices sólo pensando que, aunque sea en sueños, disfrutarán personalmente de esos salones? La película se ve bien porque ni sonidos ni músicas estridentes dañan los nobles y sensibles oídos de quien cree formar parte de un mundo que se acaba, y las situaciones se pueden dar en un palacio o en un chabola, aunque no así la solución de los conflictos, aquí contenidos y en otros lares melodramáticos, pero yo no diría que los diálogos son sagaces y divertidos, sino manidos y muy repetidos en el cine.

Página en blanco es una película de transición en la historia de las mentalidades, rodeada de cierto glamour, en las que lo que llaman 'clase' (que al fin y al cabo sólo es dinero, acumulado durante más tiempo) y las nuevas ricos comienzan  un nuevo proceso de fusión, repetidos a lo largo de la Historia, cada vez que un grupo asciende al poder apoyado en su riqueza. La última imagen en la que el americano y sus dólares salen fracasados del combate (un duelo puro y duro en 1960), el retrovisor nos muestra el feliz reencuentro de la familia, el matrimonio y los hijos que regresan de sus vacaciones. Se lo podía haber ahorrado, aunque sólo fuera por un poco de honestidad.

 Por cierto, me parece oportuno reseñar que el empresario americano es de origen francés, y su nombre en realidad es Delacroix, como el del pintor que nos dejó el famoso cuadro de la libertad guiando al pueblo, al que su abuelo quitó el -ix  (sí, el de Asterix, Vercingetorix, Dumnorix..., nombre galo con el que Goscinny bautizó a sus personajes Asterix, Panoramix, Idefix, Obelix...) , para evitar su sonoridad en Estados Unidos. De este modo el protagonista sube algún escalón en su respetabilidad. Así eran las cosas cuando hizo su película Stanley Donnen.

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