El cortador de cesped. Brett Leonard.





Ficha técnica:

Título original: The Lawnmower  Man.
País: Estados Unidos.
Año: 1992.
Duración: 110 minutos.
Dirección: Bret Leonard.
Guión: Bret Leonard y Gimel Everett.
Casting: Sally Dennison y Patrick Rush.
Director de Fotografía: Russell Carpenter.
Música: Dan Wyman.
Montaje: Alan Baumgarten.
Producción: Gimel Everett.
Co-productor: Milton Subotsky.
Productores ejecutivos: Edward Simons, Steve Lane, Clive Turner, Robert Pringle.
Productores asociados: Peter McRae, Masao Takiyama.
Vestuario: Mary Jane Fort.
Diseño de producción: Alex McDowell.
New Line Cinema, Alliance Atlantis Communications / Allied Vision Lane Pringle Production.





Intérpretes:

Jeff Fahey: Jobe Smith,
Pierce Brosnan: Lawrence Angelo,
Jenny Wright: Marnie Burke,
Mark Brigleson: Sebastian Timms,
Geoffrey Lewis: Terry.

Sinopsis:

El Dr. Angelo (Pierce Brosnan)  está investigando en un proyecto de desarrollo intelectual y entrenamiento de combate con animales, utilizando estimulantes y técnicas de realidad virtual . El  científico se ha dado cuenta de las enormes posibilidades que existen si se aplican sus técnicas al ser humano y elige a Jobe para sus experimentos, un chico encargado de cortar el cesped en su barrio.

Los primeros resultados son espectaculares. Jobe va desarrollando cada vez más su capacidad intelectual hasta adquirir facultades superiores a las normales, pero aparecen síntomas peligrosos e imprevistos. Ahora el proceso es irreversible y se trata de detener a un genio con poderes paranormales que odia a la humanidad más de lo que había imaginado.

Comentario.

Brett Leonard, el cineasta que realizaría años más tarde un film tan revulsivo y contestatario como Feed, nos sorprende con una película  vanguardista  sobre los efectos  de  la inmersión del ser humano en una realidad virtual y la supremacía del intelecto sobre la belleza física, aunque la inteligencia  se puede entrenar y cultivar. Es el caso de Jobe Smith, el cortador del césped de un barrio residencial, cuyo coeficiente intelectual es menor que el de un niño de doce años.

El milagro de los científicos futuristas y de ficción consiste en activar esa gran parte del cerebro que en el imaginario popular y colectivo se contempla como generalmente no utilizado por el hombre, lo que se logra mediante su adiestramiento en videojuegos que  introducen  al hombre en una realidad virtual, actividad apoyada en la administración de sustancias psicotrópicas que actuán sobre el sistema nervioso central.  Pronto el alumno superará al maestro y desarrollará facultades no contempladas en el proyecto, como la telekinesis, cuyas consecuencias son incontrolables. La humanidad es consciente de las capacidades que desarrollan estos juegos en los que se obliga al particicipante a crear estrategias, pero también de sus tremendas  consecuencias, la más leves los efectos secundarios en jugadores con sobrepeso a causa de la inmovilidad y el sedentarismo, hecho parodiado por Ruben Fleisher en Bienvenidos a Zombieland, (2009)

Este discurso premonitorio y vanguardiasta adopta, desde los primeros planos,  la forma de una realidad virtual:  los personajes suelen llevar cascos y gafas protectoras para captar dimensiones diferentes; nos introducen en ambientes tratados  con un filtro azul, propios de la representación de diferentes formas de reproducir la realidad virtual, como los hologramas de La Guerra de las Galaxias, las pantallas de televisión reproducidas en el cine, o cualquier otra forma de crear la ficción de lo real; espectaculares gráficos de videojuegos, y otras interferencias de la comunicación, realizadas con una tecnología que  hacía años que ya había sido superada. Una buena idea en cierta medida malograda.




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