Ficha técnica:
Título original: The Philadelphia Story.
País: Estados Unidos.
Año: 1940.
Duración: 112 minutos.
Dirección: George Cukor.
Guión: Donald Ogden Stewart, basada en la obra de Philip Barry, producida por el Teatro Guild, Inc.
Dirección de Fotografía: Joseph Ruttenberg, A.S.C.
Score musical: Franz Waxman.
Edición: Frank Sullivan.
Director artístico: Cedric Gibbons.
Decorador del set: Edwin B.Willis.
Producción: Joseph L.Mankiewicz.
Peluquería: Sydney Guilaroff.
MGM
Intérpretes:
Gary Grant: C.K. Dexter Haven,
Katharine Hepburn: Tracy Lord,
James Stewart: Macauly Connor,
Ruth Hussey: Elizabeth Imbrie,
John Howard: George Kittredge,
Roland Young: Uncle Willie,
John Hallyday: Seth Lord,
Mary Nash: Margaret Lord,
Virginia Weidler: Dinah Lord.
Sinopsis:
Una sofisticada comedia romántica llega a su cima con este clásico de
todos los tiempos, considerada una de las mejores cien películas
americanas de la historia por el American Film Institute. Katharine
Hepburn, Gary Grant y el ganador al Óscar al Mejor Actor , James
Stewart, en una comedia sublime dirigida por George Cuckor, sobre una
mujer muy conocida entre la alta sociedad, infelizmente comprometida que
recibe su merecido. El escritor Donald Orden Stewart ganó el segundo
Óscar por su adaptación de la obra teatral de Philip Barry.
Comentario:
George Cuckor fue el gran director de personajes femeninos del Hollywood clásico, y esto fue así bien porque este es el modo en que lo vendió la publicidad de la Metro,
o porque su sensibilidad e intuición de homosexual confeso le acercó
a la empatía con con el sexo débil. Cuenta una de las muchas versiones
de su expulsión de Lo que el viento se llevó que, pocos días antes de empezar el rodaje , Clark Gable había estallado en mitad de una escena diciendo: "¡Nunca me dejaré guiar por un mariquita!", y esto a pesar de que Cukor había participado en la pre-producción. (El cine contado con sencillez. Juan Zavala, Elio Castro-Villacañas y Antonio C.Martínez, pág. 98)
Nunca sabremos si esto fue así o no, pero del mismo modo que la
orientación sexual de Cuckor era conocida porque nunca la ocultó, la
homofobia de Clark Gable debía ser igualmente notoria. Una de
nuestras constantes es que el cine es una crónica de su tiempo, por lo
que es significativo que un director que tuvo que sufrir reveses como
que le apartaran de la dirección de películas como Lo que el viento se llevó o El Mago de Oz, por razones ajenas a la profesión, comience su famoso film Historias de Filadelfia con
una imagen que hoy sería imposible, y que, en caso de darse en la vida
real conduciría al protagonista de los hechos directamente a la cárcel:
Gary Grant propina un empujón a Katharine Hepburn,
sujetándola de la mandíbula, que la deja tendida en el suelo
semiinconsciente, en tono de comedia y con el objetivo de provocar la
sonrisa del público. Eran otros tiempos y nadie, ni siquiera los
nostálgicos, pueden negar la evidencia.
El realizador, discípulo de Ernest Lubitsch, destacó como maestro de la comedia americana. J.M. Caparrós Lera (Breve historia del cine americano. De Edison a Spielberg) cuenta que tras abandonar los escenarios de Broadway, se estableció en Hollywood como dialoguista del naciente cine parlante (Sin novedad en el frente, Milestone, 1930).
Como creador fue culto y modesto, lúcido y honrado, trabajó siempre en
equipo, rodeándose de espléndidos colaboradores a los que daba entera
libertad, y, aunque no se considerara autor, creó un género muy personal
de comedias irónicas, dramáticas y sentimentales, destacando como
adaptador de clásicos de la literatura como David Copperfield (1935), Margarita Gautier (1936), Romeo y Julieta (1936) y My Fair Lady (1964).
La preocupación de Cukor fue la de reflejar los diversos matices del
comportamiento humano en lo más profundo y lo más superficial; todos sus
filmes son, según José Luís Guarner, una síntesis de la comedia, el drama y la tragedia.
Su estilo era elegante y refinado, lo que se ha dado en llamar por algunos el toque Lubitsch (argumento elegante y sofisticado y refinamiento que se deslizaba hacia la ironía fina). Dirigió a buenas actrices como Katharine Hepburn e impulsó la carrera de actores, entre los que se encuentran Gary Grant y James Stewart.
La elegancia fue el factor más destacado en la narrativa
cinematográfica del director, que tenía reputación de perfeccionista y
sutil innovador y ayudó a definir el estilo de las películas clásicas
de Hollywood. La Historia del Cine de Blume considera, pues, que lo más correcto es llamarlo 'director de actores' en general, hombres o mujeres.
Las mujeres del film se quejan de que no han tenido éxito como esposas, aunque la protagonista, Tracy Lord (Katharine Hepburn),
matiza que lo que ha sucedido es que no han elegido bien. En el
enfrentamiento mujer/varón la familia simpatiza con el hombre; debemos
fijarnos en que para designar al género másculino hay varios vocablos
(hombre o varón), mientras que para nombrar al femenino sólo uno mujer.
En tiempos del franquismo y nada menos que en el Documento Nacional de
Identidad español, en la casilla destinada al sexo constaba varón o
hembra, pero hay que recordar que hembra es el término que se opone a
macho para distinguir sexualmente a los animales.
Los diálogos del film son incisivos, irónicos, muy inteligentes. Muy
buenos los gags que protagonizan los dos reporteros de la revista Espía , Elizabeth Imbrie (Ruth Hussey) y Maccauly Connor (James Stewart). Connor
considera humillante el trabajo que les encarga la revista, pero su
compañera le recuerda que es mucho más vergonzoso un estómago
agradecido. La alta sociedad es altamente ridiculizada con sus salones
de invierno y verano, sus teléfonos incluso en las caballerizas, los
regalos de boda que recuerdan una tienda de regalos,etc. Dexter,
el ex-marido, es el típico parásito ocioso, que dedica su tiempo
libre, casi todo, a jugar al golf y diseñar barcos de placer. Katharine Hepburn interpreta
un papel cínico, políticamente correcto, interpreta en definitiva el
papel de una mujer descerebrada que esperan los periodistas, con
vestidos ridículamente fastuosos, con una familia más que cursi. La
inteligencia de Tracy confunde al periodista Connor, que sin percatarse de su juego considera que 'la pobre es así'. Esta anécdota pone en evidencia la mirada cariñosa de Cukor hacia la mujer, dotada de una inteligencia superior a la que se le supone.
Magnífico diálogo entre Connor y Tracy sobre las clases
privilegiadas y los pobres intelectuales, en el que ella suelta todo el
argumentario de su clase, confundiendo la escasez de recursos con lo snob
y la carencia de sensibilidad para entender las debilidades del hombre e
intentando borrar las diferencias interclasistas. La protagonista se
desnuda y despliega ante el periodista el complejo de culpabilidad de
los de su clase, cuya catarsis depende de la aceptación del sometido,
que debe venderse para sobrevivir independientemente de sus cualidades
intelectuales y creativas. El único medio de que Connor triunfe es que le despidan, sentencia Imbrie. Un hombre que haya mejorado su posición partiendo desde abajo, dice el escritor, debe
seguir siendo un hombre ruin. Otro cualquiera puede ser de ilustre
cuna, y a pesar de ser un auténtico canalla, puede seguir siendo un
hombre digno, pensamiento que arranca de los propios optimates romanos, los boni, los hombres honrados de William Shakespeare.
Es obvio que Cukor parte de la comedia y va llevando su relato hacia el drama y la reflexión filosófica más profunda. El final lo es de conveniencia, para contentar a un público conservador, y se entiende si se conocen sus dificultades profesionales. No obstante ya había puesto a la clase alta americana ante el espejo y había hecho un buen retrato de su época. Tracy vuelve con su marido, el primero, el legítimo, después de un devaneo sin importancia. Dexter llama a su ex-mujer 'pelirroja', algo propio de los de su clase, un apodo de talante similar a llamar a un hombre 'Campeón'.
Es obvio que Cukor parte de la comedia y va llevando su relato hacia el drama y la reflexión filosófica más profunda. El final lo es de conveniencia, para contentar a un público conservador, y se entiende si se conocen sus dificultades profesionales. No obstante ya había puesto a la clase alta americana ante el espejo y había hecho un buen retrato de su época. Tracy vuelve con su marido, el primero, el legítimo, después de un devaneo sin importancia. Dexter llama a su ex-mujer 'pelirroja', algo propio de los de su clase, un apodo de talante similar a llamar a un hombre 'Campeón'.
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