Oz. un mundo de fantasía. Sam Raimi.








Ficha técnica:

Título original: Oz: The great and powerful.
País: USA.
Año: 2013
Dirección: Sam Raimi.
Guión: Mitchell Kapner y David Lindsay-Abaire, basado en la novela de L.Frank Baum.
Dirección de Fotografía: Peter Deming.
Música: Danny Elfman.
Montaje: Bob Murawski.
Producción: K.C. Hodenfield y Joe Roth.
Diseño de producción:
Dirección artística: Todd Chemiawsky.
Compañía productora: Roth Films; Distribución: The Walt Disney Comapny.













Intérpretes:


 James Franco :Oz,
 Mila Kunis : Theodora,
 Michelle Williams :Glinda,
 Rachel Weisz :Evanora,
 Zach Braff :Frank,
 Abigail Spencer.

Sinopsis:

El film de Sam Raimi  es una precuela  del film de Victor Fleming  , que  vuelve  a los orígenes del Mago de Oz,  Oscar Diggs (James Franco), un mago de circo de poca monta y de dudosa reputación, que tiene que abandonar la polvorienta Kansas  para  trasladarse al brillante País de Oz, donde está  convencido de que  la fama y la fortuna le sonreirán. Pero, cuando las brujas Theodora (Mila Kunis), Evanora (Rachel Weisz) y Glinda (Michelle Williams) empiezan a dudar de su categoría como mago, entonces todo serán problemas para él. Si quiere triunfar, tendrá que averiguar dónde se esconde la bondad y la maldad.
Comentario: 

En Polard Express  Robert Zemeckis (2004), nos lanza un mensaje que sólo puede ser entendido por quienes a cualquier edad pueden escuchar el cascabel de Papá Noel. y  ahora Sam Raimi, el rey del terror splater, el provocador de las masas decide hacer una precuela del Mago de Oz de Victor Fleming, una adaptación del cuento de Lyman Frank Baum, en el que un espantapájaros, un hombre de hojalata y un león buscan un cerebro, un corazón y la valentía, cualidad imprescindible en las fieras. El mago de Sam Raimi es un descreído, un mentiroso, un mago de circo, al que el tornado lleva a un lugar que se llama igual que él, donde esperan la salvación que les vendrá de un auténtico mago. Pero el tiempo no pasa en balde, y los niños y hombres de hoy son menos supersticiosos y religiosos, por lo que la solución de un pueblo dominado por la tiranía debe venir del lado de la ciencia y no de la magia, contemplada en su sentido más oscuro, y Oz vencerá a las brujas malvadas ni más ni menos que con  las imágenes creadas por el cine, un nuevo invento que desconcierta y aterra a los que quedaron anclados en el medioevo.

La magia, en su aspecto más positivo queda reducida a la capacidad del hombre de poder seguir soñando, como cuando era un niño, en que puede haber monos que vuelan o hablan, niñas de porcelana que tintinean cuando andan, palacios esmeralda, hadas o brujas buenas y malas, y ciertamente Raimi consigue crear ese clima de inocencia y disfrute de la magia bien entendida, que flotaba en la sala de proyección.

La película tiene múltiples referencias al cine fantástico, especialmente a Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton, y al film de Victor Fleming, cuya estructura reproduce: semantización del color,  blanco y negro en el prólogo en el que se inscribe el personaje tal como es, un mentiroso y un embaucador, que se gana precariamente la vida  en el circo con sus dotes de prestidigitador, que abusa de su atractivo físico con las mujeres, y que escapa de los líos en que se mete en un globo aerostático, que tal como ocurrió con Dorita, es tragado por un tornado hasta desembocar por arte de magia en la Tierra de Oz.

No hay ningún problema para dejar la mente  en standbay durante dos horas  y disfrutar con paisajes imposibles inspirados en Max Ernst o Magritte, niñas de cerámica, monos que hablan y otras irracionalidades del orden y llegar finalmente a la conclusión de que esa es una de las funciones del cine: entretener, maravillar, ilusionar, como lo haría un tren eléctrico, parafraseando a Orson Welles y entender que, a fin de cuentas, la ciencia también colabora para conseguir este objetivo, cunado investiga en nuevas tecnologías para  mejorar los modos de representación y aproximarlos cada vez más a la realidad o a los sueños. Y esto es precisamente lo que reivindica  el mago de Oz, interpretado por James Franco. Danny Elfman contribuye a crear ese ambiente de cuento gótico de principios del siglo XX, especialmente envolvente en la  espectacular secuencia en la que introduce los títulos de crédito, que evocan a Tim Burton, porque en sí mismos son un cameo del realizador gótico.

A nosotras nos gusta James Franco, como a ellos les gustaba (y a nosotras también) Judy Garland y sus canciones; el recorrido por el camino de baldosas amarillas no lo recorren los protagonistas  en busca de bienes materiales, ni en una ni en otra película, sino forzados  por  un tornado que los ha apartado de su camino . Brujas buenas, brujas malas, feas o guapas son lo mismo; el momento actual no es demasiado bueno para la lírica y lo que el hombre precisa es un líder en quien creer que le libre de la tiranía de otra clase de brujas: las cotizaciones en bolsa de los mercados y las calificaciones de agencias, que no sabemos si tienen escoba o no. Como los habitantes de Oz, enanos, pequeños, que no pueden matar a nadie, estamos absolutamente desorientados y sin posibilidad de enfrentarnos a nuestros demonios particulares. Hay formas de decir esto; Sam Raimi opta por el cuento realizado con grandes presupuestos, pero sabe hacerlo de forma mucho más dura y cruel,como todo el mundo sabe.


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