El regreso de Topper. Roy del Ruth
Ficha técnica:
Título original: Topper returns.
País:
Año: 1941.
Duración: 87 minutos.
Dirección: Roy del Ruth
Guión: Jonathan Latimer y Gordon Douglas, basado en los personajes de Thorne Smith.
Diálogo adicional: Paul Gerard Smith.
Director de Fotorafía: Norbert Brodine, A.S.C.
Efectos de fotografía: Roy Seawright.
Score musical: Werner R.Heymann; orquesta dirigida por Irvin Talbot.
Edición: James Newcom.
Director artístico: Nicolai Remisoff.
Decoración del set: W.L.Stevens.
Productor: Hal Roach
United Artists
Intérpretes:
Joan Blondell: Gail Richards,
Roland Young: Cosmo Topper,
Carole Landis: Ann Carrington,
Billie Burke: Señora Topper,
Dennis O'Keefe: Bob,
Patsy Kelly: Maid,
H.B.Warner: Sr. Carrington,
Eddie ( Rochester) Anderson: chofer.
George Zucco: Doctor Jeris,
Donald MacBride: Sargento Roberts,
Rafaela Ottiano: Lillian,
Trevor Bardette: Rama.
Sinopsis:
Ann Carrington, acompañada de su amiga Gail, visita a su moribundo padre, que le ha legado toda su herencia. Gail es confundida con Ann y, tras ser asesinada, su espectro vaga por la mansión. Cosmo Topper, experto en fantasmas, tratará de resolver el crimen.
Comentario:
El film de Roy del Ruth supone un valioso testimonio del impacto que tuvo entre los realizadores de la época la irrupción de Rebecca de Alfred Hitchcock, estrenada tan sólo un año antes. El regreso de Topper, una secuela de la historia del banquero sexagenario que se comunica con los muertos, adoptó la forma de screwball comedy, género disparatado surgido durante la Gran Depresión, muy cercano al film noir con predominio del protagonismo de las mujeres. Comedias chifladas, extrafalarias o chaladas, que suponían una forma de escapismo ante una realidad insoportable de miseria y ausencia de posibilidades para la mayor parte de la población. Tan sólo dos años antes había estallado la cruenta Segunda Guerra Mundial, que duraría hasta 1945.
La verdadera protagonista es Gail (Joan Blondell), la amiga de Ann (Carole Landis). la mujer que se convierte en fantasma tras ser asesinada, y el auténtico motor de la historia, un verdadero disparate cargado de tópicos, como el chófer, negro, con un abrigo de chinchilla, la mujer de Topper, la típica mujer descerebrada de la clase media, que sólo ve lo obvio, la torpeza de la policía,y otros guiños dirigidos a un público que sabe interpretarlos en la clave cómica en que se le proponen.
La tétrica mansión y su oscura ama de llaves son una réplica de la del film de Hitchcock, Manderley y Mrs. Danvers, interpretada por Judith Anderson, explícita en una de las interveciones del propio Sargento Roberts, especialmente en un hall amplísimo del que parte una impresionante escalera, transitada por un servicio inquietante. Las trampas. pasadizos, paredes giratorias y mecanismos que las regulan son de manual, así como la reacción con tintes cómicos de los protagonistas, que desaparecen 'milagrosamente' de escena. Los homenajes y las referencias al cine clásico son abundantes, como la concentración de todos los personajes, con alguna ausencia significativa, en el frigorífico de la cocina, con total incapacidad para resolver la cuestión, una especie de camarote de los Hermanos Marx (Una noche en la ópera, 1935).
La película, filmada en blanco y negro, protagonizada por Joan Blondell y Roland Young. cumple el objetivo de entretener a una sociedad, atrapada sin futuro en una crisis económica, y provocar más de una sonrisa, aunque sea durante el tiempo que dura el film. La riqueza que hereda Ann es un antídoto para la triste miseria de los espectadores, una forma de potenciar la necesidad de la población de vivir esa experiencia vicaria que le hace participar del esplendor económico de otros, aunque nunca logre alcanzar un mínimo bienestar económico. Como afirmaba el protagonista de 13,99 Euros: "cuando la mayor parte de la gente acceda al coche de sus sueños, para mí ya estará desfasado".
Comentario:
El film de Roy del Ruth supone un valioso testimonio del impacto que tuvo entre los realizadores de la época la irrupción de Rebecca de Alfred Hitchcock, estrenada tan sólo un año antes. El regreso de Topper, una secuela de la historia del banquero sexagenario que se comunica con los muertos, adoptó la forma de screwball comedy, género disparatado surgido durante la Gran Depresión, muy cercano al film noir con predominio del protagonismo de las mujeres. Comedias chifladas, extrafalarias o chaladas, que suponían una forma de escapismo ante una realidad insoportable de miseria y ausencia de posibilidades para la mayor parte de la población. Tan sólo dos años antes había estallado la cruenta Segunda Guerra Mundial, que duraría hasta 1945.
La verdadera protagonista es Gail (Joan Blondell), la amiga de Ann (Carole Landis). la mujer que se convierte en fantasma tras ser asesinada, y el auténtico motor de la historia, un verdadero disparate cargado de tópicos, como el chófer, negro, con un abrigo de chinchilla, la mujer de Topper, la típica mujer descerebrada de la clase media, que sólo ve lo obvio, la torpeza de la policía,y otros guiños dirigidos a un público que sabe interpretarlos en la clave cómica en que se le proponen.
La tétrica mansión y su oscura ama de llaves son una réplica de la del film de Hitchcock, Manderley y Mrs. Danvers, interpretada por Judith Anderson, explícita en una de las interveciones del propio Sargento Roberts, especialmente en un hall amplísimo del que parte una impresionante escalera, transitada por un servicio inquietante. Las trampas. pasadizos, paredes giratorias y mecanismos que las regulan son de manual, así como la reacción con tintes cómicos de los protagonistas, que desaparecen 'milagrosamente' de escena. Los homenajes y las referencias al cine clásico son abundantes, como la concentración de todos los personajes, con alguna ausencia significativa, en el frigorífico de la cocina, con total incapacidad para resolver la cuestión, una especie de camarote de los Hermanos Marx (Una noche en la ópera, 1935).
La película, filmada en blanco y negro, protagonizada por Joan Blondell y Roland Young. cumple el objetivo de entretener a una sociedad, atrapada sin futuro en una crisis económica, y provocar más de una sonrisa, aunque sea durante el tiempo que dura el film. La riqueza que hereda Ann es un antídoto para la triste miseria de los espectadores, una forma de potenciar la necesidad de la población de vivir esa experiencia vicaria que le hace participar del esplendor económico de otros, aunque nunca logre alcanzar un mínimo bienestar económico. Como afirmaba el protagonista de 13,99 Euros: "cuando la mayor parte de la gente acceda al coche de sus sueños, para mí ya estará desfasado".
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