Lola. Rainer Werner Fassbinder







Ficha técnica:


Título original: Lola.
País: Alemania del Oeste (RFA)
Año: 1981.
Duración: 115 minutos.
Dirección: Reiner Werner Fassbinder.
Guión: Rainer Wender Fassbinder, Peter Masterheimer y Pea Fröhlich.
Dirección de Fotografía: Xaver Schwarzenberger.
Música: Peer Raben.
Coreografía: Dieter Gackstetter.
Productor: Horst Wendlandt.
Productor asociado: Gisela Schneider
Maquillaje: Anna Nöbawer.
Compañías productoras: Tobis




Intérpretes:


Barbara Sukowa
Armin Mueller-Stahl: Von Bohm
Mario Adorf: Schuckert,
Mathias Fuchs: Esslin, auxiliar oficina de Von Bohm,
Helga Feddersen: Frau Hettich,
Karin Baal:  Madre de Lola, Frau Hettich,
Ivan Desny: Wittich,
Elisabeth Volkmann: Gigi,
Christine Kaufmann:  Susi.

Sinopsis:


Lola (Barbara Sukowa),, una cantante de cabaret seduce a un delegado de urbanismo,  (figura inexistente en España, lo que hace muy difícil la interpretación correcta de su función), el Sr. Bohm, (Armin Mueller-Stahl),  El conflicto aparece cuando el honesto funcionario acude por primera vez  al local de ocio nocturno, en la práctica un burdel y cuyas cantantes son en realidad prostitutas. La película es una evocación de "El ángel azul" de Josef VonSternberg, que forma parte de la trilogía de Fassbinder sobre la vida en la Alemania de Posguerra (El matrimonio de Maria Browun, 1978 y  La ansiedad de Veronika Voss, 1982), inspirada en la novela Profesor Unrat de  Heinrich Mann, .

La acción tiene lugar en 1957 en Coburgo, pequeña ciudad bávara;  gira en torno a cuatro personajes: el nuevo delegado de urbanismo del Ayuntamiento, el ingeniero Von Bohm (Armin Mueller-Stahl), separado, culto y honesto; una bella muchacha, Lola (Barbara Sukowa), que canta y se prostituye en Villa Fink;  el promotor inmobiliario Schuckert (Mario Adorf), enriquecido con la especulación del suelo, casado, que tiene a Lola como amante oficial y Esslin el personaje interpretado por Mathias Fuchs, un activista de izquierdas, trabajador de la oficina del delegado y  baterista del culb nocturno .

Comentario:

Fassbinder  desarrolla en esta trilogía  una fábula demoledora de la sociedad advenediza y sin principios, que se enriqueció en los años del "milagro alemán". Los recursos defensivos y ofensivos de la sociedad acomodada se activarán en diversos frentes con astucia y crueldad. El autor recuerda la ocupación militar del país (soldado americano de color), la división de Alemania (refugiados del Este), los horrores del nazismo (cita de Danzing), el militarismo (monumento al coronel Claus von Stauffenberg, autor del atentado contra Hitler en la "Guarida del Lobo"). Explica con humor la obsesión de los alemanes por la puntualidad, las preguntas y las respuestas concretas, el orden, etc. (Filmaffinity).  Con acidez se refiere a la implantación de la TV, al aburrimiento de los informativos, a la megalomanía urbanística (fotocomposición del despacho del alcalde) y a las pintorescas manifestaciones izquierdistas. No faltan guiños al amor homosexual y a la  promiscuidad en la práctica del sexo con las prostitutas.

El gusto de los germanos  por los colores  primarios, estridentes y contrastados simultáneamente, predominante en las artes visuales, (movimiento Die Brücke) se traslada al tratamiento fotográfico, más hiriente en el club, y con reflejos de colores secundarios, sin justificación alguna en el hogar de Von Bohm, donde trabaja la Sra. Kummer, madre de Lola, lo que nos traslada al marco simbólico de una representación constante que abarca la ficción y la realidad. Esslin es un activista que se mueve entre el comunismo y el anarquismo de Bakunin,  ideología que está contaminada por su pasión por Lola, el rencor por una escasez de recursos que le obliga a trabajar de noche en el cabaret, como músico mecánico y 'profesional, soportando cómo el empresario del ladrillo, el promotor , compra la exclusividad de la mujer, a la que honra con el título de 'mi puta particular'.

El estilo de Fassbinder es sobrio y  está caracterizado por la simplicidad argumental, que permite discernir con claridad en qué consistió y ha consistido a lo largo del tiempo hasta la actualidad lo que se ha dado en llamar 'milagro alemán', basado en un frío pragmatismo que corrompe hasta los cimientos de la sociedad, capaz de aceptar experimentos con humanos,  para cambiar el color y la piel de las personas, o el alta forzosa de pacientes sin cráneo, tan descerebrados como los representó más tarde Peter Jackson en su gamberrada gore Bad  Taste  (mal gusto, 1987). Hasta la llegada de Von Bohm a Coburgo había un estatus quo de corrupción , alojada en el círculo de las fuerzas vivas y los sectores pudientes de la localidad, a los que unifica semánticamente con ese plano circular que los engloba a todos ellos; el nuevo delegado de urbanismo es un liberal honesto, que cree que el capitalismo no debe tener cortapisas en su desarrollo, y que se puede ceder a las pretensiones del grupo que controla la economía, En una conversación con Esslin, el joven 'humanista' como él le llama, que observa la historia desde una perspectiva 'elevada', le matiza con ironía: "Usted piensa y yo funciono". Schuckert saca provecho, responde el idealista. El capitalismo necesita que unos sueñes, otros trabajen y otros se aprovechen. Así piensa el 'honesto' funcionario hasta que descubre que el empresario es dueño de todo, incluso de la mujer de la que está enamorado, lo que le empuja al grupo de disidentes revolucionarios.

El clima que se respira en la obra del cineasta alemán, en  la que los sentimientos se equiparan a una mera transacción comercial son el vehículo del que se sirve  para retratar un país que aún arrastra  las consecuencias de  unos acontecimientos históricos todavía  no superados en las zonas en las que triunfó el nacionalsocialismo en sus diferentes ramificaciones, que sufrió  una dura posguerra y una difícil asimilación de una democracia que recibieron como un regalo. Su cine está contaminado por un gran pesimismo que observa la explotación de los sentimientos y su comparación con  una mera transacción comercial, las pasiones íntimas como forma de retratar una época (la de la Alemania de los setenta ), que aún arrastra las consecuencias del holocausto.  La soledad,el miedo, la desesperación, la búsqueda de la propia identidad y la aniquilación del individuo por los convencionalismos, el amor no correspondido, la felicidad soñada y el deseo tortuoso (Wikipedia), y lo que es más degradante, el sometimiento al poderoso, campechano, el hombre hecho a sí mismo, nazi de convicción, que acaba comprando todo: una mujer distinguida, una amante deseada, un funcionario honesto y un idealista convencido, e incluso el 'respeto' por conveniencia de los notables de la ciudad. Este pesimismo acompañó a Fassbinder hasta su muerte, a la temprana edad de 38 años.

Hoy, cuando los europeos vemos consternados cómo en el centro de Europa se decide con dureza y crueldad el destino de otros países, otrora sometidos o cómplices de la mayor sangría que ha padecido el viejo contnente europeo, un regreso al cine de este alemán notable, no nos llenará de esperanza y alegría, pero nos ayudará a situarnos mejor para poder esquivar ciertos golpes.



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