Quo Vadis.Mervy Leroy



Ficha técnica:

Título original: Quo vadis,
País: Estados Unidos.
Año: 1951.
Duración: 171 minutos.
Dirección: Mervy Leroy.
Guión: John Lee Mahin , Sonya Levien , S.N. Berhman, basado en la novela de  Henryk  Sienkiewicz.
Dirección de Fotografía: Robert Surtees y  William V. Skall.
Música: Miklos  Rózsa.
Edición: Robert Lawrence, Robert Schultz y Fred Chulak.
Productor: Sam Zimbalist
Metro Goldwyn Mayer.

Intérpretes:

Robert Taylor: Marcus Vinicius,
Deborah Kerr: Lygia,
Peter Ustinov:Nerón,
Leon Gen: Petronius,
Patricia Laffan: Popea,
Finlay Currie: Pedro,
Abraham Sofae: Pablo,
Ralph Truman: Tigelino, 
Peter Miles: Nazarius, 
Nicholas Hannen: Seneca, 
Pietro Tordi: Galba,
Rosalie Crutchley : Acte,
Buddy Baer: Ursus,
Marina Berty: Eunice,
...

Sinopsis:

Cuando regresa victorioso a Roma, después de tres años en el campo de batalla, el general Marco Vinicio (Robert Taylor),  se enamora de Ligia (Deborah Kerr).  Mas  ella es cristiana y sus creencias le impiden enamorarse de un guerrero. Aunque fue adoptada por un general retirado, jurídicamente es un rehén de Roma, de modo que Marco consigue sin dificultad que el emperador Nerón se la ceda en pago por sus servicios. Pero Popea ¿? se siente celosa y...

Críticas:

Pablo Kurt (Filmaffinity)  realiza una crítica al uso del film: Los bellos Taylor y Kerr se enamoran y se convierten a la fe cristiana en este gran éxito del cine histórico de aventuras. Al igual que otras películas de la época "Quo Vadis" intentó, con el "glorioso" technicolor -y poco después con el formato cinemascope-, sobreponerse a la emergente televisión ofreciendo al público una espectacular superproducción, con grandes estrellas de Hollywood y de corte histórico, al que se le añade el componente religioso del cristianismo (argumento muy usado en  esa época). Pero, por encima de todo, en esta entretenida película sobresale un Peter Ustinov colosal (como el emperador Nerón) que literalmente fascina en todos los planos en los que aparece... para instalarse en el recuerdo del espectador como uno de los mejores y más legendarios personajes secundarios de la historia del cine.

Comentario:

En pleno auge de la Caza de Brujas desencadenada por el Senador McCarthy desde el Comité de Actividades Antiamericanas  se produjo  este film de Mervy Leroy, una película de ciencia-ficción, de propaganda del régimen encabezado por el político anti-comunista en plena guerra fría. Se ha valorado la puesta en escena monumental, con grandes movimientos de masas y actores de primera fila, nada sospechosos de militar en las filas marxistas leninistas, como Robert Taylor, Deborah Kerr o Peter Ustinov. Hay quien se ha atrevido a hablar de revisionismo, lo cual es muy difícil de aceptar, porque los hechos pueden ser objeto de manipulación, pero no se pueden poner al servicio de una idea  tan burda como  la que  intenta aumentar la grandeza de los acontecimientos que contempla,  situándolos en una construcción tan emblemática como el  Coliseo, que en la época que aborda el film  no era  ni un proyecto; su construcción se atribuye a Vespasiano de la dinastía Flavia, por lo que en principio se denominó Anfiteatro Flavio. Esta dinastía sustituyó a la Claudia, cuyo último emperador  fue Nerón, pero entre ambas hubo tres emperadores, que estuvieron al frente de Roma durante un periodo muy  breve de tiempo (un año): Galba, Otón y Vitelio, los tres militares y enfrentados por intereses nada idealistas.

El desastre que siguió al suicidio de Nerón, un joven que llegó a la más alta magistratura de Roma  merced a las maquinaciones de su ambiciosa madre Agripina, pero cuya vocación era la poesía y el arte, actividades que le impulsaron  a rodearse de filósofos como Séneca o literatos como Petronio ('El Satiricón'), y que  fracasó por su incapacidad para ejercer el poder, es una buena prueba de las fuerzas en juego y de la descomposición de la Roma Clásica, desde dentro, víctima de su incapacidad para reconocer la nueva realidad que imponía su expansión y la imposibilidad de gobernar un imperio desde la mítica ciudad.  En su muerte no tuvo absolutamente nada que ver la esclava  cristiana Ate de la que, al parecer, estuvo enamorado,y de quien habla ampliamente el  escritor Pierre Grimal  en sus 'Memorias de Agripina'. El cristianismo se ha cebado con  este hombre, al que se le ha ridiculizado ad infinitum, emblematizado con una lira que, según sus detractores, ni tan siquiera sabía tocar. Impagable la actuación de Peter Ustinov parodiando al emperador romano. Mucho más ponderada e interesante es la versión de 'Nerón' de Paul  Marcus, a pesar de la idealización del amor romántico por la sierva, impensable en la época clásica.

Algo queda, sin embargo, también muy claro en esta versión novelada sobre  la influyente aristócrata romana, a la que su propio hijo condenó a muerte: que Agripina, recibió de sus padres la mejor de las educaciones y ejemplos y supo transmitirlas a su hijo. Fue una mujer culta, inteligente, no exenta de belleza, capaz de leer con claridad en las situaciones y en las personas el destino que les esperaba  y los caminos a seguir. Según Grimal, siempre con intenciones bienhechoras hacia el pueblo, pero con un conciencia de supremacía personal y familiar que la hacía sentirse destinada, por derecho divino, a los honores y los privilegios. (Club de lectura). 

Roma no necesitaba que la  quemara  nadie, ya que era con frecuencia pasto de las llamas y  de las acciones  criminales de especuladores inmobiliarios como Marco Licinio Craso,  hasta el extremo de que Trajano construyó sus famosas 'tabernae',  que los ciudadanos actuales de la Urbs llaman el 'Primer supermercado de Roma', como un cortafuegos, para evitar que los incendios  se propagasen al Capitolio y el Palatino, donde se ubicaban los edificios oficiales y las residencias de los patricios, discurriendo entre ambas colinas la Via Sacra, en la que se hallaba el centro neurálgico de la ciudad, el Foro. Sí hubo un incendio en época de Nerón, del que se burlaron los cristianos alardeando de que  se había producido como un castigo de su Dios por los excesos de un emperador que había osado divinizarse. El emperador los castigó, pero no hubo una persecución sistemática de cristianos, ni se les arrojó a los leones, por muy aparente que quede en pantalla. Hasta Diocleciano, (303-313),  no se produjo dicha  persecución sistemática de los cristianos, y no podemos olvidar que a Cristo, (que significa ungido y había muchos en la antigüedad), no lo ejecutaron los romanos, sino los propios judios, que, según  sus  textos sagrados, prefirieron salvar a Barrabás.

Las religiones monoteístas han provocado constantes enfrentamientos, con frecuencia sangrientos, entre los partidarios y detractores de sus respectivos dioses, ya que su fe es excluyente. El protagonista del film, Marco Vinicio, está dispuesto a aceptar las creencias de su amada Ligia, pero tropieza con la realidad: no puede incorporar al nuevo Dios en el panteón de sus antepasados; debe aceptar que los dioses de sus mayores son falsos, lo cual era un grave inconveniente para un pueblo tan pragmático como el romano, que estaba dispuesto a aceptar la divinización de sus emperadores. Calígula, en su intento de implantar de nuevo la monarquía en Roma, institución a la que tenían alergia los romanos, como sucede hoy con la mayor parte de los europeos, dejó embarazada a su hermana, (los Tolomeos se casaban entre sí, sin tener en cuenta este lazo familiar), lo que le  atrajo  la ira de los optimates, los sectores más conservadores de la metrópol,  y  de los cristianos.

Pero lo que no cabe en ningún esquema medianamente cultivado es que Galba invadiera Roma y depusiera a Nerón por la represión de los cristianos y que , con su llegada, los supervivientes fueran recompensados y devueltos a  sus antiguas dignidades. Ésta burda manipulación de la historia puede que sirviera para proporcionar un final feliz y fantástico a un film realizado con grandes recursos, grandes movimientos de masas, actores caros, que no debían ser tantos ante la falta de competencia por la huida a Europa de los mejores, para hacer una película ad usum del Comité de Actividades Antiamericanas. Es paradójico que   realizadores europeos de la talla Fritz Lang, huyeran de Europa ante el desarrollo y expansión del nazismo, y , apenas una década después,  colegas norteamericanos se encontraran con una situación muy parecida  en el país 'más' democrata del mundo conocido y tuvieran que embarcarse  en dirección contraria.

Quo vadis es un gran ejemplo de la pobreza intelectual que genera la censura a cargo de hombres mediocres y miedosos. Y es una pena que una buena puesta en escena sirva para desinformar al espectador, no sólo ideológicamente, que ya es grave, sino culturalmente.


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