Los becarios. Shawn Levy



Ficha técnica:

Título original: The internship.
País: Estados Unidos.
Año: 2013 .
Duración: 119 minutos.
Dirección:  Shawn Levy.
Guión: Vincen Vaugh y  Jared Stern, basado en una historia de Vince Vaughn.
Director de Fotografía: Jonathan Brown, A.S.C.
Música: Christophe Beck.
Montaje: Dean Zimmerman .
Productores: Vince Vaughn y Shawn Levy.
Productores ejecutivos: Arnon Milchan, Dan Levine, Josh McLaglen, Sandra J.Smith, Scott Stuber.
Diseño de Producción: Tom Meyer.
Diseñadora de Vestuario: Leesa Evans.
Twentieth Century Fox, presenta una producción de Wild West Picture Fox /21 Laps.



Intérpretes:

Vince Vaughn: Billy McMahon,
Owen Wilson:  Nick Campbell,
Rose Byrne:  Dana,
Aasif Mandvi:  Mr. Chetty,
Max Minghella:  Graham Hawtrey,
Dylan O'Brien:  Stuart.




Sinopsis:

Billy y Nick son dos comerciales cuya carrera ha sido torpedeada por el mundo digital. Para demostrar que no están obsoletos, se embarcan en una beca en Google, junto a un batallón de brillantes estudiantes universitarios. Pero conseguir la entrada en este utópico mundo sólo es el principio. Ahora deben competir con la élite de la nación, un grupo de genios tecnológicos, para demostrar que la necesidad es el motor de la reinvención. 

Críticas:

El tema promete, para aquellos que, como diría Theodor Mommsen  tengan la  capacidad intelectual para entender el significado de la Historia, y no se vean afectados por la ceguera de los jueces de que habla Noël Simsolo. El simple nombre de la película , la  iconografía de los carteles, de carácter conativo, en la que dos individuos, los protagonistas de esta buddy movie de registro humorístico, miran de frente a los espectadores y les incitan a actuar de un modo determinado, son lo suficientemente explícitas para advertir al público que se le oferta una comedia mainstream, con gags para muchos manidos, travesuras juveniles, fallos de guión y ese largo etcétera con el que suelen adoctrinarnos  los críticos. Lo que más duele es leer a alguno de ellos identificando a los protagonistas con sus hijos, en edad escolar, que se divierten con cualquier gamberrada, simpática eso sí, gracias al buen hacer de esta pareja de actores cómicos.

Sin embargo hay algún que otro crítico que va más allá, como Mick LaSalle del San Francisco Chronicle, que afirma que :"Esta película ligeramente divertida es también la película más triste y deprimente del 2013". ¿Qué habrá visto? Si nos paramos a leer lo que escriben algunos jóvenes, formados en las Universidades españolas, con buena capacidad de raciocinio, se nos hiela la sangre en las venas. Un lector, al que suponemos no demasiado mayor, que se esconde bajo el alias de 'reporter', escribe un interesantísimo post en Filmaffinity, que recomendamos encarecidamente, y que empieza así:

Juergas antológicas y una eficiencia laboral que se ve sustentada en una camaradería que ya quisiéramos nosotros en nuestra oficina (si al menos tuviéramos alguna en la que dejar nuestro currículum...). Pero hay trampa. Por mucho que todos los síntomas (presentación y evolución de los personajes, tanto los principales como los secundarios; momentos y cuantidades recetadas de dramatina y comediol) indiquen lo contrario, esto no es la secuela de la despreocupada 'De boda en boda (Los cazanovias)'. La película que ahora nos concierne es mucho más seria. Un pelín más, dejémoslo así. Porque por mucho que los dos conquistadores se sientan en la cresta de la ola, la abrumadora realidad está a punto de estallarles en todos los morros. Sin saberlo ellos, se encuentran en la desoladora segunda década del, de momento, bastante desolador siglo XXI.
Con la crisis hemos topado... una vez más, y van... (a saber)...

Y aquí reside el interés y la oportunidad de un film, con vocación de llegar a amplios sectores de público. Hay algo que la gente todavía desconoce, pero que irá aprendiendo poco a poco . Los economistas comienzan a advertir de que cuando se salga de esta crisis, y utilizo el modo impersonal a conciencia, pues no todos van a salir, el primer reto económico no es crear empleo de inmediato, y sí hacerlo  en las áreas rentables económicamente que exigen una formación tecnológica actualizada. ¿Qué hacen los dos comerciales desplazados por esta depresión que marca el fin de una era? Pues, ni más ni menos, que conseguir una beca de Google y competir con jóvenes universitarios que comienzan su curriculum vitae laboral ¿Qué más da que se haga publicidad  de  Google, Facebook o  WhatsApp? Cuando la gente ya solo compra ropa en los chinos, el que puede se gasta de 150 a 700 euros en un móvil, y va todo el día conectado. Esto no es ciencia-ficción, es la realidad.

Ya no sólo se trata de utilizar estos servicios en la red como usuario, sino de realizar prácticamente todas las actividades en este sistema, tanto la compra de un billete de avión, como de un libro o unas botellas de vino, por no hablar de cálculos de  resistencia de materiales,programas de todo tipo,  películas, libros o música. Está cambiando el sistema económico y alguien debe encargarse de explicárselo bien a las masas, y no estaría mal que lo aprendieran aunque fuera subliminalmente y riéndose con los chistes de siempre. Marshall McLuhan ya advertía de que nadie puede negar que se pueda dar un salto cualitativo, cuando la gente recibe gran cantidad de información, aunque ésta sea superficial.

Si la revolución industrial cambió la sociedad , no solo en el acceso a bienes y servicios, sino en la estructura de sus clases sociales, no sabemos qué va a pasar ahora. De momento cunde el desánimo con las cifras en aumento de los hombres y mujeres en paro, pero no se ve claro el horizonte. No debe ser nada divertido, aunque la gente intente adaptarse a las circunstancias, retroceder a los veinte años y convivir no sólo con jóvenes en otro estadio intelectual evolutivo, dejando de lado todas las prebendas que se habían adquirido al ingresar en el mundo de los adultos, sino colocarse en la misma línea fronteriza en la que están a punto de chocar dos mundos: el que se acaba, en el que nadie quiere estar, y el que emerge, al que muchos se acercan, aunque deban con ello volver a la guardería y jugar en el parque. Razón tiene LaSalle cuando afirma que es, quizás, la película mas triste y deprimente de  2013, que aborda un problema sistémico, que afecta mucho más profundamente a los más pobres y menos preparados, en el primer y el tercer mundo. Más en el segundo que en el primero, que sufren, además, el choque de intereses económicos mundiales en guerras de destrucción masiva en sus propios territorios.

Habrá que verla con atención y seguramente habrá que perdonar algún mal menor, si consigue alertar a un sector de los espectadores, del mal que se avecina.Si de los nueve estractos de crítica que recoge Filmaffinity en Estados Unidos y en España, la mayor parte de los cuales se mueve entre una crítica neutra o positiva, sólo uno cae en la cuenta de que no es precisamente un film frívolo y festivo. probablemente no se podrá esperar mucho más del público, aunque haya que reseñar la notable entrada de 'Reporter'. Los cineastas norteamericanos analizaron con tal profundidad el origen de la crisis que nos afecta, que cuando Costa Gavras estreno su película 'El capital', ya quedaba poco por decir. Llama la ateción oir a algún economista citando como argumento de autoridad algún que otro axioma de Gordon Gekko.

Muchos iniciaron el camino  de Bill y  Nick, cuando vieron que su actividad era devorada por el avance de las nuevas tecnologías que iba  arrasándolo todo a su paso. El trayecto no es superficial y quizás, para algunos muy triste.
 

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