Los becarios. Shawn Levy. Crítica.




Sinopsis:

Billy y Nick son dos comerciales cuya carrera ha sido torpedeada por el mundo digital. Para demostrar que no están obsoletos, se embarcan en una beca en Google, junto a un batallón de brillantes estudiantes universitarios. Pero conseguir la entrada en este utópico mundo sólo es el principio. Ahora deben competir con la élite de la nación, un grupo de genios tecnológicos, para demostrar que la necesidad es el motor de la reinvención. 

Comentario:

Este film del que el alma mater es Vince Vaughn, guionista, productor y protagonista, interesa extraordinariamente en un momento en el que el paro afecta a amplios secotres de la población y especialmente a los jovenes, entre ellos los de formación universitaria. Nos interesa tanto que, de ser cierta la percepción de quienes opinan que Google está detrás de la película, hablando en plata, se están equivocando profundamente en la educación de sus retoños, ya que el  prototipo de la marca no  lo reprensenta Graham, el personaje que interpreta Max Minghella, el pijo derrotado porque carece de espíritu de equipo y de la más mínima solidaridad. El prototipo de trabajador de la macroempresa es un  joven, ni muy mayor  ni demasiado inmaduro, dotado de inteligencia emocional, capaz de relacionarse en un grupo multiracial y de diferentes sensibilidades, sin imposiciones ni dominancias.

Todos los que tienen alguna relación, como usuarios, con la red, conocen la importancia de ciertas empresas que están monopolizando el mercado, nos guste o no, y que hasta ahora han logrado imponer la teoría de la gratuidad de todos los que realizan cualquier tipo de actividad susceptible de ser incorporada en internet. Por primera vez vemos físicamente la sede desde la que operan sus ejecutivos, y los cursos que organizan para captar trabajadores, a los que acuden todos, los pijos y los perro-flautas, y lo cierto es que tiene toda la apariencia de una secta, con sus propios símbolos religiosos, que al entrar en el juego los dos treintañeros, se contraponen constantemente con los mitos de los años 70 y 80, cuando nadie era capaz de adivinar la revolución de los medios de producción que se avecinaba. Precisamente esta ignorancia  hizo que la generación que se formó en estas décadas tuviera unos horizontes que hoy los convierte en dinosaurios. Los jóvenes veintañeros, no demasiado bien tratados por la cámara, son unos frikis, que se identifican con sus mitos, se disfrazan como ellos, practican juegos con escoba como los  niños-brujo de Harry Potter, etc.,pero  son al mismo tiempo bien conscientes de su situación.

Los personajes de Billy y Nick, son dos comerciales triunfadores, que poseen un buen coche y una buena casa , cuyas familias todavía no han tomado conciencia de la gravedad de su situación. En la nueva era tecnológica apenas saben poner en marcha un ordenador, y tienen serias dificultades para saber qué es una URL; jamás se han conectado para nada, por lo que están en clara desventaja, incluso con los niños de seis o siete años que acuden a una biblioteca, hecho que no les convierte en inválidos, ya que tienen toda una experiencia profesional a sus espaldas e internet es un medio que debe ponerse al servicio de la sociedad y para ello son los más aptos. Está muy bien traido el ejemplo de la pequeña pizzería y de las posibilidades que le abre el nuevo medio de comunicación.

Pero hay algo más. Los americanos no renuncian a su sueño y creen sinceramente que las nuevas tecnologías suponen una  oportunidad de democratización de la economica o de la ideología que transmiten los medios de comunicación. Hay quien dice que los actores hacen lo que pueden para suplir lo que le falta al guión (Stephen Farber. The Hollywood Reporter), un  grave lapsus que parece olvidar que Vincen Vaughn es uno de estos actores, es más es uno de los dos protagonistas, y además autor del guión y de la historia.

En  definitiva es una película más de las que abordan las profundas transformaciones que se están operando en la sociedad, de raíces mucho más profundas de lo que parece, y como dice Mick LaSalle una de las más tristes de las que se han estrenado en 2013. Un buen ejemplo del estrés que sufren nuestros jóvenes desde muy temprana edad, lo constituye el miembro del grupo en el que se integran los protagonistas, que se arranca pelos de una ceja hasta dejarla totalmente  'calva'; un guiño final, de carácter sexista,  nos muestra al padre con la misma afección nerviosa, ambos dominados por la esposa y madre de talante dominante.

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