Expediente Warren. The conjuring. James Wan





Ficha técnica:

Título original: The Conjuring.
País: Estados Unidos.
Año: 2013.
Duración:  112 minutos.

Dirección: James Wan.
Guión: Chad Hayes y Carey W.Hayes.
Dirección de Fotografía: John R. Leonetti, A.S.C.
Música: Joseph Bishara.
Edición: Kirk  M. Morri.

Vestuario: Kristin M.Burke.

Productores: Tony DeRosa- Grund, Peter Safra y Rob Cowan.
Productores ejecutivos: Walter Hamada  y Dave Neustadter.
Diseño de producción: Juie Berghoff.
New Line Cinema presenta a Safran Company/Evergreen Media Group Production.





Intérpretes:

Vera Farmiga:  Lorraine Warren,
Patrick Wilson:  Ed Warren,
Lili Taylor:  Carolyn Perron,
Ron Livingston:  Roger Perron,
Joey King:  Christine,
Mackenzie Foy: Cindy,
Shanley Caswell:  Andrea,
Hayley McFarland:  Nancy,
Shannon Kook: Drew Thomas,
Steve Coulter: Padre Jordan




Sinopsis:
Antes de Amityville, estaba Harrisville. Basada en una historia real, cuenta la escalofriante historia de cómo Ed y Lorraine Warren, renombrados investigadores de fenómenos paranormales, fueron requeridos por una familia aterrorizada por una presencia oscura en una aislada granja. Obligados a enfrentarse a una poderosa entidad demoníaca, los Warren se encontraron atrapados en el caso más terrorífico de sus vidas.

Comentario:

De nuevo James Wan, el director malasio que triunfó en occidente con la franquicia de  Saw y la decepcionante Insidious, ha logrado movilizar a un público que disfruta con el terror y la sangre y que  está deseando liberar tensiones gritando con justificación en una sala de proyecciones, que durante unas horas se convierte en  una cámara de los horrores. No hay una sola voz disidente ni en Norteamérica  ni fuera de este país, en un film que gusta porque adopta la estética de la vieja escuela y no da tregua al espectador. ¡A pasar miedo!

Roberto Alcover Oti  escribe un amplio artículo en Dirigido por...(Julio, 2013), 'Los brujos de la imagen'. Tras una amplia introducción sobre la erosión de lo simbólico en la posmodernidad, que, según el psicólogo Kenneth J.Gergen," había erosionado el poder de lo simbólico, arrebatándole su significado y convirtiéndolo en recipiente vacío de un tejido social incapaz de  devolverle su valor". Wan aplica una máxima de carácter fetichista,  que explicita a través de uno de sus personajes: los fantasmas no poseen objetos, los utilizan para poseer a las personas. Según el crítico en el cine de Wan el espectro es el propio género fantástico que utiliza el objeto/imagen para poseer y embrujar al espectador contemporáneo. Todo un ejercicio de metalenguaje, en el que el propio cine analiza  desde dentro cómo se utiliza el lenguaje cinematográfico para asustar a su público y de  qué recursos se sirve, una serie de convenciones visuales que simbolizan los temores y representan a los demonios que residen en el subconsciente de los humanos.

En este análisis James Wan y su guionista en la saga  Saw, el australiano  Leigh Whannell,  se están convirtiendo en el  dúo más talentoso dentro del género fantástico. Juntos han reelaborado el género de terror mediante la exploración argumental y la reevaluación de la imagen que culminan en una reinvención de las formas del terror. Hasta ahora, en la estrecha colaboración con el  guionista Whannell  éste construía  la trama argumental, el  esqueleto del relato audiovisual, mientras Wan elaboraba en paralelo  el 'andamiaje visual'. Y ¿cómo lo hacía? en primer lugar incorporando una nueva forma de mirar los objetos.

Ahora cambia de guionistas, Chad Hayes y Carey W.Hayes,  dos  profesionales  mediocres y vuelve su mirada hacia el giallo de Mario Bava, con el fin de mostrar su desprecio hacia la trama dramática (según Alcover no es un director de temas), y desarrolla su ficción apoyándose en unos personajes, los Warren, una pareja de investigadores de lo sobrenatural, para ir introduciendo la posesión demoniaca de la familia Perron, propietaria de la granja donde se producen los hechos extraordinarios. Es decir, lo que interesa es cómo el diablo acaba dominando a una persona y no  en qué lugar lo hace, ( si es una casa encantada o cualquier otra localización), ni por qué razón, por lo que  durante casi dos horas se dedica simplemente a divagar con su cámara por la mansión, para familiarizar al espectador con el marco del horror elegido, en el que se va a ir materializando la destrucción de una familia, ya que lo que interesa al realizador es  "el brutal sometimiento de lo normal por lo sobrenatural."

Alguien ha explicado el trágico accidente de tren en Galicia como una intervención satánica para deslucir el viaje del Papa a Brasil, escondiéndose tras la voz de loquendo (ver en Youtube). Están acostumbrados a esta visión deconstructora del cine actual. Lo importante es dar miedo, y cuanto menos se sepa la razón o qué lo causa , mejor,  ya que el hombre teme a lo desconocido. El cineasta no debe ser didáctico sino efectivo, y para conseguirlo lo mejor es deconstruir el género y analizar sus elementos más eficaces para lograr el objetivo. Y la verdad es que lo logra, o así le parece a más de uno.



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