Sueños dorados. Nanni Moretti





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Ficha técnica:

Título original: Sogni d'oro
País: Italia
Año: 1981
Duración: 105 minutos.

Dirección: Nanni Moretti
Guión: Nanni Moretti
Casting:
Dirección de Fotogtafía: Franco Di Giacomo, a.i.c.
Música: Franco Piersanti; dirigida por Gianfranco Plenizio; edición musical: Bixio c.e.m.s.a.
Montaje: Roberto Perpignani
Diseño del set: Giovanni Sbarra

Diseño de Vestuario: Francesca Lia Morandini
Peluquería: Iole Cecchini
Maquillaje: Gloria Fava

Productor: Renzo Rossellini
Productor ejecutivo: Manolo Bolognini
Opera Film Produzione, s.r.l., RAI Radiotelevisione Italiana

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Intérpretes:

Dario Cantarelli
Nicola Di Pinto
Alessandro Haber
Laura Morante
Gigio Morra
Giampiero Mughini
Remo Remotti
Tatti Sanguinetti
Claudio Spadaro
Miranda Campa
Chiara Moretti
Sabina Vanucchi
Piera Deli Esposti

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Sinopsis:

Michele, un joven director, está en pleno rodaje de 'La madre de Freud', su nueva película. Su método de trabajo dificulta la realización y sólo la joven Silvia puede ofrecerle algo, que él no está capacitado para aceptar.

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Comentario:

Nanni Moretti deja un huella bastante profunda de sí mismo en esta película, como lo hace en casi todas sus obras: un joven director de cine de ensayo e intelectual, que  utiliza sus realizaciones como instrumento de auto-análisis, mientras da clase de Literatura en un Instituto de Secundaria para ganarse el sustento. Un hombre al que el retraimiento y la inseguridad ha convertido en un monstruo y un misántropo, un hombre que se esfuerza por llevar a  Freud, el padre del psicoanálisis y ejerce una dictadura. Magnífica secuencia la de la clase de literatura, en la que se va deshaciendo de los alumnos que siguen con escasísimo interés sus clases aburridas y planas, jugando al ajedrez,comiendo o construyendo ripios, algo que vive con total indiferencia.

Siente, como sus compañeros de profesión, el desempoderamiento de aquellos que se dedican a una actividad creativa, y no sólo por propia inseguridad, sino por las descalificaciones reiteradas y reiterativas e insistentes, basadas siempre en los mismos argumentos, y procedentes de los profesionales de la crítica, de los cinéfilos listillos y de los espectadores: ¿Cree que un trabajador de Lucano, un pastor del Abruzo, un ama de casa de Treviso, pueden interesarse por esta película desagradable, vulgar, insípida. Una película de incomunicación, de aburrimiento, de relaciones difíciles con las mujeres. Para trasladar a su público el fastidio de una situación que se repite sin cesar, este personaje acosador está representado siempre por el mismo actor, incluso en la presentación de su película ante unas religiosas, en la que le pregunta si le gustan los hombres, mientras éstas bajan la mirada apesadumbradas. Pero, mira por donde, cuando el cineasta cambia los argumentos, el crítico también cambia y ahora le echa en cara que los protagonistas de sus películas sean todos buena gente, no se droguen, no se cuiden, no viajen a la India, ni disparen armas ¿ Por qué no hace un musical, un western, un thriller...?  De todos es sabido lo mal que lleva este cineasta las críticas (Caro Diario , donde parodia la reseña de uno de estos periodistas de Henry, retrato de un asesino). Pero, por si le falta poco, debe soportar las opiniones de sus amigos cuando se toma un café en el bar de su barrio: "¿Has visto la última de Don Siegel? Está llena de lugares comunes, banalidad, personajes típicos. Me dió asco. Una película horrenda"; pero veamos otra: "¿Has visto la última de Don Siegel? Está llena de lugares comunes, banalidad, personajes típicos. Muy buena. Una verdadera joya ¡Es bueno el cine americano!

En la Italia de 1981, tres años después del secuestro y asesinato de Aldo Moro por las Brigadas Rojas, hay espectáculos musicales  en la TV, que busca el espectáculo, la cultura y la participación, debates como aquel en el que participa Michele Apicella, nuestro director Nanni Moretti, definido como antipático e intratable, pero además un personaje  altivo y soberbio que rechaza el contacto físico cercano con los admiradores y periodistas; un hombre malísimo, que hace reir a sus espectadores, lo que no es extraño. Se enfrenta a un novel en alza, Gigio Cimino, que realizó tiempo atrás un ensayo: "Los cómicos como punta de lanza del imperialismo americano" , había estado en la cárcel por haber asaltado la Embajada Israelí durante la Guerra de los 6 Días, y ahora preparaba  un musical sobre la lucha, las esperanzas y el amor de la generación del 68.Si contamos ésto es porque no es baladí, sino un detalle que ilustra, como pocos, la idiosincrasia de la Italia en la que triunfaba el PCI, que llevaba alcaldes a Roma, y  competía en todos los sectores culturales, y especialmente en el cine con directores como Visconti, Antonioni, Pasolini, Bertolucci, Dario Argento, Rosellini... El cuerpo a cuerpo de ambos cineastas no debe perdérselo nadie, porque, a pesar del triunfo de la vulgaridad, la mala uva y la corrosion de las actitudes,  eran de una elegancia desconocida  en la actualidad. 

Ambientado por una orquesta de medio pelo, que recuerda a aquel grupo super-bizarro compuesto por un bateria y un pianista del documental de Herzog , 'Fata Morgana',  (1970), un presentador de programas de TV lanza una advertencia, hace ya más de treinta años: "Hoy en día es muy difícil satisfacer el gusto del público. Ya no le basta que su héroe salga a escena, cuando se encienden las luces, quiere saber lo que sucede detrás de la escena, en la vida cotidiana, incluso en el dormitorio."Ninno Manfredi pone en evidencia hasta qué punto llega la irracionalidad del espectador de televisión, al que, al observar que le ha dado la espalda,  llama 'Público de mierda'. Éste, puesto en pie,  corea el insulto al unísono. Pero lo que sorprende más aún es cómo se presagiaba la crisis del cine hace tres décadas: un director de salas de proyecciones, las llenaba de maniquíes para que el espectador no se sintiera tan solo, rodeado de butacas vacías.

Nanni Moretti retrata un mundo de zancadillas, de escasa colaboración entre cineastas, de altivez, orgullo y soberbia, de adulaciones cuando se triunfa y vacíos cuando se fracasa, y que goza, de acuerdo con su propia percepción con ¡un público de mierda! El cine se mira su propio ombligo y se lamenta del éxtasis autodestructivo en el que muchos caen,  cuando triunfan.


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